domingo, 22 de septiembre de 2024

Estampas santiagueras tras el paso de Sandy

Brazos solidarios de Cuba y el mundo confluyen en Santiago de Cuba para devolverle su belleza y lozanía...

Norland Rosendo González en Exclusivo 21/11/2012
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Caricatura: Huracán de Solidaridad
Caricatura: Huracán de Solidaridad

Por estos días las calles santiagueras son un inmenso libro en el que uno se encuentra decenas de anécdotas sobre el huracán Sandy. Desde los que tuvieron que protegerse en un armario o dentro de la meseta de la cocina, los que pensaron que aquello era un terremoto; hasta los que “vieron” un par de zapatos caminando por el aire. Ahora, muchos ríen con esas historias, mientras están “con la manga al codo” en las labores de recuperación junto con los tantos cubanos de otros territorios, y extranjeros también, que han ido a esa hermosa urbe del oriente cubano a prestar sus brazos solidarios.

APLAUSOS POR UNA LÍNEA DEL RIVAL

El jardinero central del equipo de pelota de Santiago de Cuba no imaginó que antes de empezar la Serie Nacional tendría que vivir la inusual jugada de aplaudir una línea conectada por uno de los eternos adversarios de su novena en la zona oriental: Villa Clara.

Tras 14 días sin electricidad y 11 sin entrenarse adecuadamente, Reutilio Hurtado no hizo nada por impedir esa “conexión”. Es más, sintió tanta alegría que salió a departir con sus vecinos, quienes no se cansaron ese día de abrazar a los linieros del centro que les devolvieron las luz que les quitó Sandy a su paso por esa región.

“Así es la vida —me aseguró Reutilio—, en la pelota somos rivales, pero esta línea eléctrica no la impedía yo de ninguna manera, primero dejaba que se me cayera el guante…”.

NIÑO, ¿DÓNDE TÚ VIVES?

En el histórico parque Céspedes no quedaron árboles para darle sombra a los bancos en los que la gente disfruta de una de las más bellas plazas de Cuba. Fueron arrasados por las ráfagas endemoniadas de Sandy, que entró por la playa Mar Verde, a unos 14 km al suroeste de la ciudad. Ahora solo están los tallos podados como recuerdo de lo que alguna vez fue una armónica combinación de arquitectura y naturaleza.

Pero el ambiente folclórico no abandona ese sitio: la música tradicional y los personajes pintorescos deambulando por los alrededores les recuerdan al visitante que está en Santiago. A un lado, la casa más antigua de Cuba, edificada en el siglo XVI por Diego Velázquez, a la que el ciclón no pudo siquiera arañar.

“Aquí, en este parque, no hay quien se siente de día mucho rato…”, le dije a un colega. No pude terminar la frase. Una mujer de unos 30 años, de movimientos cadenciosos y tez morena, me miró de arriba abajo, y me soltó a boca de jarro: “Niño, dónde tú vives. No estás viendo cuánto queda por hacer para que Santiago vuelva a ser la misma ciudad de siempre. Aquí no hay tiempo ahora para descansar”.

PADRE E HIJO CON NOMBRES DE CICLÓN

Michel Castillo Mena es un joven villaclareño de 31 años que cumplía misión en Venezuela. Hace 15 meses que no venía a Cuba, y de Santiago solo sabía que era muy vistosa, por los cuentos de dos colegas de esta urbe oriental que trabajaban con él en la tierra bolivariana. Ya les había anunciado una visita para cuando regresara definitivamente. Pero el jueves 25 por la noche le dijeron: “Prepárate que te vas mañana para Santiago”. Primero fueron 22 horas en ómnibus desde Táchira hasta Caracas; después, en avión a Holguín, y de ahí en guagua hasta Santiago.

Lo que más siente es que su hijo cumplió 9 años mientras estaba aquí y no pudo darle un beso, los separaban más de 600 kilómetros. Lo llamó por teléfono y le dijo, a modo de justificación, que eso parece que les viene por los nombres ciclónicos que tienen.

-¿Cómo es eso?, le pregunto.

Yo me llamo Michel, así le pusieron a un huracán. Y mi niño, Issac, el nombre de otro, ¿qué le parece?

CAFÉ CON LEÑA Y CARBÓN

En Altamira, un barrio periférico al que Sandy le dejó huellas imborrables en la fisonomía de los hogares más humildes, antes de que le restablecieran el fluido eléctrico, la gente no se sentó a esperar que el trago de café mañanero les cayera del cielo.

Con latones y pedazos de madera recuperados hicieron varios fogones y salieron a buscar leña o carbón. Si la cocina se había ido a bolina con las ráfagas de Sandy, la instalaron en los patios y cada rato colaban un poco y lo repartían entre vecinos y familiares para mitigar la ansiedad por la falta de corriente.

Cuando llegó el contingente de Villa Clara para restablecer el servicio, de esos mismos fogones salió el café que les brindaron para que saborearan el agradecimiento de los santiagueros por la ayuda solidaria.


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Norland Rosendo González

Vivo de aprender todos los días a contar historias. Ya voy por el prescolar en la escuela de la vida. Me escapo del mundo para ver un juego de béisbol.

Se han publicado 1 comentarios


Tide
 21/11/12 9:49

Emociona leer estas anécdotas que nos trae Nordland (tremendo nombrecito). La única vez que estuve en Santiago fue en abril de 1963. Mucho debe haber cambiado desde entonces, y más con la furia de ese fenómeno de la naturaleza del que no quiero ni recordar el nombre. Estuve varias noches en el Parque Céspedes y me encantó el ambiente que se disfrutaba. Y no solo por su espontaneidad, sino por la forma tan amistosa de su gente, donde nunca me sentí como un extraño. No dudo que la rivalidad entre santiagueros y villaclareños seguirá en el terreno de juego, pero sus corazones estarán latiendo al unísono.

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