sábado, 28 de septiembre de 2024

Carta desde Maputo (I): El viaje

Este año fue realmente de carencias… así que nada de malo en regalarme visitas de museo en las majestuosas vidrieras parisinas. Un día, mi hijo, con nueve años, nos explicó que para él las shoppings resultaban museos...

Lázara Bacallao González en Exclusivo 28/03/2021
5 comentarios
Maputo-Mozambique
Amanecer etíope, hemos llegado a Mozambique, nuestro destino. (Tomada de hotels.com).

Sobrepasar la mirada de mis hijos, el desconsuelo de mi hermano y madre, el adiós de mi vecina Olga, Amalia otra vez “abandonada”. Convencerme de que finalmente era nuestro momento para ser nosotros más allá de nuestra cálida Isla…

Todo ello había llevado un tiempo justo dentro de mí. Mil veces imaginé mi casa, mis hijos, todos… sin mi presencia. Sostuve fuertemente la mano de mi compañero de viaje y vida, sonreímos y marchamos.

¡París¡ Nuestro primer destino. Un aeropuerto suntuoso nos recibía, después de una noche-madrugada larga desde el ya lejano Caribe. Nos habían contado de su colosal arquitectura. Nos atendieron sus emigrantes (ahora empleados), como si quisieran en nosotros descargar sus penas, sus largas horas. ¡Exhaustivos en sus revisiones! Por dentro solo decía: “¡Médicos cubanos¡ ¿No habrán escuchado de nosotros?

Al fin los salones espaciosos, los bonjour, madame, y los bonjour, Monsieur. Ante los deslumbramientos del primer mundo, vigente aquella premisa de nuestro Carlos Luis de la Tejera cuando argüía que lo que faltaba en Cuba se podía comprar en cualquier supermercado.

Este año fue realmente de carencias… así que nada de malo en regalarme visitas de museo en las majestuosas vidrieras parisinas. Un día, mi hijo, con nueve años, nos explicó que para él las shoppings resultaban museos. Asombrados, le preguntamos por qué lo decía y, muy serio, argumentó: “Ustedes siempre nos dicen: ‘Manos detrás y no toquen nada’”. ¡Pues a visitar estos “museos” que no eran el del Louvre!

Café, manzanas y sándwiches rellenaron la espera. África se paseaba por los salones del aeropuerto de París. Era, quizás, el preámbulo de hacia dónde nos dirigíamos. Otra vez funcionarios emigrados o descendientes de estos que no entendían nuestro viaje. “¿Regresan en un año?” Estos tampoco habían leído de nosotros. Solo nos han visto pasar en grupo en otras ocasiones y con otros destinos.

Puerta de embarque. Ahora hacia Etiopía. Mi hijo, que llevaba desafiando a la Covid durante tres voluntariados en centros de aislamiento, ahora escribía que su PCR daba positivo. El largo pasillo hasta el avión discurrió entre miradas asustadas y llamadas antes de que el internet escapara de nosotros.

Noche-madrugada eterna sobre el Mediterráneo y el África de los árabes. ¿Era aquello una señal? ¿Acaso no debimos habernos alejado de ellos? ¿Qué haría yo ahora mismo, si estuviese en Cuba, con esta noticia? ¿Hacia dónde correría, loca, para traspasar las fronteras provinciales clausuradas entre Matanzas y La Habana?

Tragué lágrimas, no demostré desconcierto y hasta pude aconsejarle que soportara lo mejor posible las reacciones medicamentosas que sufriría una vez comenzado el tratamiento. Pedimos vino.

Amanecer etíope. Aromas culinarios exquisitos. Gente de la buena preparando en sus cafeterías el mejor desayuno para nosotros. ¡Ya no era París! Aquella comida era Cuba y sus rostros más de amigos.

Finalmente… el último avión hacia nuestro destino. Lenguas que nunca comprendimos de seguro explicaron el viaje, la trayectoria, los cinturones, las puertas de emergencias. Chinos, árabes, europeos, africanos, los de Cuba… nos apretábamos en un Jet hasta Maputo.

Calor abrasante matizado por la vista de llanos inmensos que el sol nos “ocultaba” con un resplandor por nosotros solo visto a través de las cámaras de National Geographic. Hemos llegado a Mozambique. Israel Rojas me susurra al oído: “¿Qué estoy haciendo aquí?”.


Compartir

Lázara Bacallao González

Médico internacionalista cubana especialista en Neurología. Actualmente brinda sus servicios en la africana tierra de Mozambique.

Se han publicado 5 comentarios


ANDRES
 2/4/21 13:16

Me trasladaste de nuevo a Maputo donde cumplí misión en la construcción en el año 80.y fui uno de los primeros cubanos operado en esa nación de peritonitis ,por una excelente misión medica que me atendió con gran pasión,y que le agradezco muchísimo mi salud,saludos y un abrazo a todos los que te acompañas .

Jhanes
 30/3/21 16:39

Estas son las historias verdaderas, héroes que son hombres con preocupaciones, miedos, anhelos como cualquier otro, pero que han tenido la grandeza de dar un paso adelante pensando en la humanidad toda. Eres una Mariana de estos tiempos... Cubana de pura cepa, SOBERANA

Maribel
 29/3/21 8:28

Muy bella,Cuba es y será Patria o Muerte Venceremos, fuerzas cubanos , cumplan dignamente su hermosa misión

Carmen Escalona Robaina
 28/3/21 17:47

Exelente crónica me encantó

Idania de la paz
 28/3/21 10:56

Me emocione...te digo q se te da la pluma tanto como la medicina. Pa'lante q todo pasa y veras q tu bb va a crecerse sin ti...confia en dios y q habran corazones dispuestos a retribuirle con creces su sano sacrificio.Es tu momento, un abrazo para los dos...cuidense mucho.

Deja tu comentario

Condición de protección de datos