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lunes, 25 de noviembre de 2024

Wikileaks ataca de nuevo

El cerco financiero y judicial liderado por Estados Unidos contra Wikileaks no ha podido evitar un nuevo y sonoro golpe de la organización...

Iroel Eri Sánchez Espinosa en Exclusivo 28/02/2012
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Ciberataques
La información en manos de medios de comunicación menos comprometidos con el poder global.

El cerco financiero y judicial liderado por Estados Unidos contra Wikileaks no ha podido evitar un nuevo y sonoro golpe de la organización de filtraciones.

Esta vez, el material dado a conocer por el grupo encabezado por Julian Assange proviene de la empresa Stratfor, un ente privado pero que recibe fondos del gobierno norteamericano y otros intereses públicos y privados.

Cinco millones de correos electrónicos de Stratfor, al parecer obtenidos por el grupo Anonymous, han comenzado a ser difundidos por veinte medios de comunicación entre los que se encuentran, en lengua castellana, los diarios La Jornada (México), Página 12 (Argentina) y El Público (España). La organización de Assange amplía así la práctica empleada con los cables del Departamento de Estado que entregaron inicialmente a sólo cinco grandes medios de élite.

Stratfor se dedica a cumplir encargos de poderosos grupos corporativos y gobiernos con los que comparte información. Los emails dados a conocer hasta ahora revelan sus servicios a poderosas empresas como Coca Cola y Dow Chemical en el espionaje a activistas y organizaciones no gubernamentales.

El servicio a Dow Chemical es particularmente escandaloso por ser esta la propietaria de Union Carbide, la responsable de la muerte de cerca 25 mil personas en Bophal, en el mayor accidente industrial de la historia y la acción de Stratfor dirigirse contra quienes reclaman justicia en este caso. Stratfor entregó a Dow Chmical un informe con las fotografías y los nombres de 39 personas que habían confirmado su participación en un encuentro por la justicia a las víctimas de Bophal. Esto lo obtuvo a través del grupo creado en Facebook por los activistas. Todas las semanas, y a veces cada tres días, durante el 2011, Stratfor enviaba su informe a Dow Chemical sobre las comunicaciones intercambiadas por los activistas en redes sociales como Twitter y Facebook.

Otro caso es el intercambio de mensajes con Karl Rove, el “cerebro” de George Bush, para lograr una visita del presidente norteamericano a Indonesia.

La ética de Stratfor no difiere de la de las instituciones a quienes sirve y ha quedado expuesta en un correo electrónico de su director ejecutivo George Friedman: “Si crees que una fuente tiene valor, la tienes que tener bajo control. Eso significa controlarla económica, sexual o psicológicamente”.

Aunque el mismo Friedman reconoce la baja calidad de sus informes porque “las fuentes de los analistas es que están poco cualificadas” el hecho de que sus clientes estén entre los más poderosos gobiernos y empresas de este mundo no deja de ser preocupante y a la vez asombroso. Un ejemplo de su poca puntería son sus propios vaticinios cuando, tras la desaparición de la URSS, pronosticó una guerra entre Estados Unidos y Japón.

Por ahora, sabemos que hay veinte gigas de correos electrónicos en manos de medios de comunicación menos comprometidos con el poder global que The New York Times, Le Monde, The Guardian, Der Spiegel y El País, las cinco empresas que controlaron el Cablegate luego de ponerse de acuerdo con el Departamento de Estado.

Aunque ya sabemos que hasta su propio dueño dice que su contenido es dudoso, lo que comienza a publicarse al menos nos servirá para confirmar los valores de quienes rigen este mundo y saber cómo nos espían al servicio del Partido Único Global, ese al que pertenecen tanto los admiradores de Bush como los victimarios de Bophal.


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Iroel Eri Sánchez Espinosa


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