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sábado, 23 de noviembre de 2024

Un reducto ortodoxo en tierra de sincretismos

En el corazón colonial de La Habana crece la segunda mayor iglesia ortodoxa de Rusia fuera de la devota nación eslava, una sui generis construcción...

Charly Morales Valido en Exclusivo 21/10/2008
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CONTRASTES

Una densa y mística bahía separa al sincretismo de la ortodoxia en La Habana, ciudad tan ecléctica en sus construcciones como en sus credos: el destino colocó frente a frente las doradas cúpulas de la catedral ortodoxa rusa y el cubanísimo santuario de la Virgen de Regla, Patrona de la rada habanera.

En una orilla crece la Sacra Catedral Ortodoxa Rusa Nuestra Señora de Kazán, en un entorno portuario donde hasta hace más de medio siglo reinaban proxenetas y estibadores. Cinco domos rematados con bronce chapado en oro y refulgentes cruces resaltan entre conventos católicos y remozados edificios coloniales, calados por oleadas de salitre y años.

La suntuosa verticalidad del flamante templo bizantino contrasta con la reposada sobriedad de la parroquia reglana, al cruzar la bahía, acentuando el antagonismo geográfico, arquitectónico y confesional. La estela monótona de una lanchita de pasajeros une a estos polos de la fe, en cuyos extremos son venerados, indistintamente, íconos de blancura eslava y una virgen negra vestida de azul marino.

CONVERGENCIAS

Sin embargo, tal armonía de religiones y la cubanización de santos foráneos tributan al proceso cultural que el antropólogo Fernando Ortiz comparó con un ajiaco, por su profusión de ingredientes y delicioso resultado.

En tal sentido, resultó bastante propicio que la misa fundacional de la catedral ortodoxa ocurriera víspera del Día de la Cultura Nacional, como una suerte de confirmación de la histórica convergencia entre rusos y cubanos.

Habían transcurrido cuatro años desde que Su Eminencia Kiril, Metropolita de Smolensk y Kaliningrado, colocó el primero de los millones de ladrillos del segundo mayor templo ortodoxo fuera de Rusia, solo superado por el erigido en Israel.

Sudando en su inevitable atuendo negro, el también presidente del Departamento de Relaciones Exteriores Religiosas del Patriarcado de Moscú estimó que este día será recordado durante cientos de años, especialmente por su carga simbólica.

Y aunque muchos se quedaron esperando al Patriarca Alexis II, máxima autoridad de la Iglesia Ortodoxa Rusa, igual quedó tendido este nuevo puente cultural junto al económico y político que marca esta era de acercamientos entre ambas naciones.

Pese al predominio católico y evangélico, se estima que unos tres mil fieles integran la comunidad ortodoxa en Cuba, la mayoría rusos residentes en la isla, y algunos nativos que estudiaron en la extinta Unión Soviética.

CONSTRUCCIÓN

La idea de esta catedral comenzó a tomar forma durante la visita de Kiril Gundjaev a Cuba en 2002, cuando le propuso a Fidel Castro la construcción de una iglesia donde fieles y familias rusas pudieran realizar sus celebraciones religiosas.

El Comandante en Jefe apoyó la iniciativa y poco después comenzó la obra, cuyos dos pisos ocupan un área de 1.200 m2, a pocos metros del templo de San Nicolás, la capilla ortodoxa griega que inauguró en 2004 el Patriarca helénico, Bartolomeo.

Un ortodoxo cubano de 66 años, Oscar Jaime Rodríguez, fue el arquitecto principal de una obra cuyos detalles colegiaron en Moscú el historiador de La Habana, Eusebio Leal, junto al mismísimo Patriarca Alexis II, quien lo recibió en 2004.

Sin dudas la techumbre sobresale del resto de la construcción, por el imponente campanario en el extremo izquierdo, y las cuatro pequeñas cúpulas que rodean la central de mayor diámetro, con sendas cruces sobre pináculos cobrizos. De su delicada ejecución se ocupó especialmente una tropa rusa encabezada por Piotr Barmin, expertos en el tratamiento del techo, su revestimiento en cobre y los bajantes.

Desde la "Madrecita Rusia" vino el iconostasio, un altar adornado con imágenes, escenas y retratos de la patrona Virgen de Kazán, ensamblado aquí por expertos rusos. A su vez, albañiles y operarios cubanos aprovecharon la experiencia adquirida en la construcción de la cercana capilla ortodoxa griega, pero igual enfrentaron el reto de aprender nuevas técnicas, como la fabricación de bóvedas sin usar cabillas, cemento o madera para encofrar los ladrillos, traídos desde el centro de Cuba.

La obra demoró en total 32 meses, e incluye la morada del Arcipreste Vladímir Kliuyel, un salón de reuniones, la inefable pila bautismal y la diócesis con varios niveles, entre ellos una biblioteca y una tienda de artículos religiosos.

El proyecto tuvo además un impacto en la comunidad, pues establecimientos y viviendas aledañas recibieron mantenimiento y una bienvenida mano de pintura.

Sin embargo, la catedral aún está incompleta: faltan los frescos que decorarán los techos, paredes y columnas, los cuales serán pintados dentro de medio año, cuando desaparezca el riesgo de que la humedad atente contra esas valiosísimas obras.

Y mientras ese momento llega, una incógnita flota punzante entre el denso silencio de las bóvedas y el cercano eco de solar... ¿prenderá la religión ortodoxa en una sociedad mestiza, de credos camaleónicos y jocosa idiosincrasia, o reencarnará algún orisha africano en la Señora de Kazán, como hizo Yemayá en la Virgen de Regla?


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Charly Morales Valido


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