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jueves, 5 de diciembre de 2024

La democracia norteamericana y los viajes a Cuba

La sección de viajes de The New York Times acaba de incluir a Cuba en el lugar 10 entre los 45 sitios del planeta que recomienda a sus lectores para visitar en el 2012...

Iroel Eri Sánchez Espinosa en Exclusivo 09/01/2012
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La sección de viajes de The New York Times acaba de incluir a Cuba en el lugar 10 entre los 45 sitios del planeta que recomienda a sus lectores para visitar en el 2012. Aclara el influyente diario que “las reglas del people-to-people requieren que los estadounidenses interactúen con los cubanos” por lo que “las vacaciones de sol y playa están todavía prohibidas”. El Times relaciona un grupo de instituciones que organizan los viajes, así como los vuelos disponibles desde las ciudades norteamericanas de Fort Lauderdale y Tampa, que recientemente se unieron a los de Nueva York y Miami, y anuncia que los procedentes de Los Ángeles y Chicago se sumarán este año.

Paso a paso, el presidente Barack Obama ha ido llevando la política hacia Cuba hasta el lugar donde la dejara su correligionario William Clinton: bloqueo económico intacto —con más persecución a los activos cubanos y a las empresas que comercian con la Isla— y el fomento al llamado intercambio pueblo a pueblo, que incluye el envío de remesas y los viajes sin restricciones para los cubanoamericanos que habían sido fuertemente limitadas por el mandatario republicano George W. Bush, así como los viajes con objetivos culturales o académicos de ciudadanos norteamericanos organizados por instituciones con licencia del Departamento del Tesoro.

Una encuesta dada a conocer el pasado Octubre por el Departamento de Estudios Globales de la Universidad de Florida (FIU) y el Cuban Research Institute (CRI) —realizada entre los cubanos residentes en Estados Unidos— informa que el 61 por ciento de los encuestados se opone al regreso de las fuertes restricciones impuestas por Bush y un 58 por ciento de los consultados apoyaría un restablecimiento de relaciones entre Washington y La Habana, mientras que el 53 por ciento consideró “no funcional” el bloqueo que mantiene EE.UU. contra Cuba.

Pero la democracia norteamericana funciona tan bien que los congresistas electos en los estados de Florida y New Jersey, donde reside la mayoría de los cubanoamericanos, no han dejado de proponer medidas para dar marcha atrás a las decisiones adoptadas por Obama sobre las remesas y los viajes a Cuba. El último intento fracasó al intentar incluir las restricciones como una enmienda a la vital Ley del presupuesto para el año 2012.

Pero no sólo entre los sectores de la ultraderecha cubanoamericana se dan esas paradojas. Es tal la confianza de algunos en los valores de la democracia estadounidense y su obsesión por llevarla a Cuba, que a juzgar por el testimonio de un académico, algunas universidades imponen reglas muy duras para evitar cualquier peligroso contacto de sus profesores con el agua salada de las playas cubanas:

1) Ser interrogado por los abogados de la Universidad antes y después del viaje. En el interrogatorio se nos advierte que en Cuba tenemos que dedicar 100% de nuestro tiempo a la investigación académica-científica; cero visita a la familia y amigos.

2) Entregarle a los abogados, antes de viajar, un detallado plan de trabajo.

3) Explicar por escrito el proyecto de investigación y planes para la publicación de los resultados.

4) Entregarle a los abogados notas de nuestra investigación.

5) Entregar recibos de todos los gastos incurridos en Cuba para ser revisados y aprobados por los abogados.

6) Firmar una declaración para certificar que todo lo dicho y entregado es cierto.

Mueve a risa, pero así pretenden convertir algunos en disciplinados promotores del capitalismo a sus académicos en viaje al país caribeño.

El 2012 será un año electoral en Estados Unidos y los candidatos pasarán en ruta obligatoria por Miami, no para hablar con la mayoría que apoya el fin del bloqueo y el restablecimiento de las relaciones con Cuba, sino para buscar el apoyo de la maquinaria política que allí mueve influencias y dinero en defensa de los intereses de una minoría obnubilada con el fin de la Revolución cubana y que exige que proyectos fracasados como Radio y TV Martí o los 20 millones dedicados anualmente a la subversión contra la Isla sigan abasteciendo la industria anticastrista, a pesar de los malos manejos de ese dinero denunciados en Washington.

En ese contexto, el gobierno cubano ratificó que continuará el profundo proceso de cambios aprobado por el Sexto Congreso del Partido Comunista, tras un amplio debate que abarcó todos los sectores de la sociedad. “Con ecuanimidad y paciencia, nos dedicaremos a cumplir los acuerdos del Congreso mientras transcurren las elecciones estadounidenses. Sabemos que el bloqueo continuará y que se incrementará el financiamiento y los intentos de convertir a un puñado de mercenarios en una oposición desestabilizadora, pero eso no le quita el sueño a un pueblo revolucionario como el nuestro, instruido, armado y libre, que no renunciará nunca a defenderse”, expresó el presidente Raúl Castro en la más reciente sesión de la Asamblea Nacional.

Sumidos en ese proceso hallarán a los habitantes de la Isla tanto sus compatriotas residentes en Estados Unidos como los norteamericanos que lleguen a través de los viajes que autoriza el Departamento del Tesoro para que “interactúen con los cubanos” en el contacto people-to-people. Ojalá encuentren la oportunidad de darse un chapuzón en las playas cubanas y aunque no puedan llevar de regreso un buen habano o una botella de Havana Club —prohibidos en EE.UU—, retornarán con el testimonio de que los ciudadanos de este “país enemigo” no merecen ser rendidos por hambre y enfermedades por un gobierno que debe defender los intereses de una nación y no los mezquinos motivos de un grupo que no los representa.


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Iroel Eri Sánchez Espinosa


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