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domingo, 24 de noviembre de 2024

Mella, el Prometeo de la juventud cubana

Con la prematura muerte de Julio Antonio Mella, se perdía al precursor del marxismo en Cuba y paradigma de las actuales generaciones de jóvenes cubanos…

Narciso Amador Fernández Ramírez en Exclusivo 10/01/2023
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Julio Antonio Mella, pintura
Mella, obra del pintor cubano Servando Cabrera: «La justicia se conquista, o se merece la esclavitud».

El 10 de enero de 1929 a las nueve de la noche, tras haber salido de las oficinas del Socorro Rojo en Ciudad de México, cuando estaba a dos cuadras de su casa, Julio Antonio Mella recibió varios disparos que terminaron causándole la muerte pocas horas después.

Antes de morir nombró al presidente Gerardo Machado como responsable de su asesinato: «Muero por la Revolución», fueron sus últimas palabras. Le acompañaba la joven italiana Tina Modotti, con la cual mantenía una bella e intensa historia de amor.

Se cumplía, lamentablemente, lo que el propio Mella había profetizado al salir al exilio mexicano: «No le tengo ni un ápice de miedo a la muerte, lo único que siento es que me van a asesinar por la espalda».

Tenía 25 años de edad, y con razón Fidel, nuestro Comandante en Jefe, afirmaba que este joven -nacido en 25 de marzo de 1903 en La Habana-, había hecho mucho en poco tiempo, pues legó para la posteridad la fundación de la Federación de Estudiantes Universitaria (FEU), la revista Alma Máter, ambas ahora centenarias, la Liga Antimperialista de Cuba y el primer Partido Comunista, por solo mencionar sus aportes más significativos a la causa de la Revolución.

Hijo de padre dominicano, Nicanor Mella, y madre irlandesa Cecilia McPartland, de nacimiento Nicanor McPartland, adoptó el nombre de Julio Antonio y el apellido paterno, con los que ha pasado a la posteridad, al ingresar a la universidad habanera.

Mella conjugó la acción con el pensamiento. Fue precursor del marxismo en Cuba y América Latina. Fundó la revista Alma Mater, de la cual era administrador y uno de los principales redactores. Firmaba sus artículos con el seudónimo de Lord Mc Partland.

En 20 de diciembre de 1922, al fundarse la FEU, que tuvo como primer presidente a Felio Marinello, fungió como secretario hasta que en 1923 asumió la presidencia.

A propuesta suya logró la celebración en marzo de 1923 del Primer Congreso Nacional de Estudiantes. Entre los más significativos acuerdos de este congreso estuvo la creación de la Universidad Popular José Martí, cuyo objetivo era extender los conocimientos universitarios a los trabajadores y al pueblo. Este congreso se declaró contra la intromisión del gobierno de los Estados Unidos en los asuntos internos de Cuba y contra la Enmienda Platt.

En 1924 crea la Liga Anticlerical e ingresa en la Agrupación Comunista de La Habana desde donde despliega un trabajo muy activo entre el proletariado.

Un año después, en 1925, organiza la sección cubana de la Liga Antimperialista de Las Américas y en agosto del propio año, funda con Carlos Baliño, el primer partido marxista-leninista cubano.

Acusado injustamente de poner una bomba el teatro Payret; realiza una sonada huelga de hambre de 19 días hasta ser liberado bajo fianza.

Exiliado en México, allí crea la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos (ANERC). En 1927 asiste al Congreso contra la Opresión Colonial en Bruselas, Bélgica, y posteriormente visita la Unión Soviética como delegado al IV Congreso de la Internacional Sindical.

Su intensa labor revolucionaria le llevó también a ser miembro del Comité Central del Partido Comunista Mexicano y colaborador de su periódico El Machete.

Al caer asesinado se preparaba para venir en una embarcación hacia Cuba para combatir al tirano Machado, a quien, con justeza, había calificado como «Mussolini Tropical», por las ideas fascistas del dictador.

Sus conceptos sobre el papel transformador de la juventud mantienen plena vigencia y sirven de inspiración a las nuevas generaciones de cubanos, bajo su advocación de que ¡Todo tiempo futuro tiene que ser mejor!

Su antimperialismo marca aún el derrotero de la juventud cubana; al igual que su lucha contra el racismo, de la cual fue un ejemplo un artículo suyo publicado en 1925, cuando un hombre de la raza negra fuera linchado en un parque de la Isla: «Un hecho bochornoso, horroroso, (…) Los blancos cazaron a tiros a los negros en un Parque de una ciudad provinciana (…) Este suceso ha venido a demostrar una vez más, lo que tantas veces hemos sostenido (…): la Revolución de la Independencia ha sido una farsa».

Saludó con efusividad el triunfo de la Revolución Socialista de Octubre y admiró la obra de Lenin, de quien afirmó al fallecer el líder del proletariado mundial en enero de 1924: «(…) supo con el poder de su genio dar un impulso poderoso a la transformación de una civilización».

«Joven, bello e insolente, como un héroe homérico», así Pablo de la Torriente Brau describió a Julio Antonio Mella. Sin dudas, el símbolo más elevado de esa generación joven que emergía en la década del 20 del pasado siglo y que diera continuidad a las luchas libertarias iniciada por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868.

Mientras Raúl Roa lo calificó como «el primer atleta olímpico del movimiento comunista de Cuba»

Fidel, al enjuiciar el crimen que privó a Cuba de uno de sus grandes pensadores, afirmó en 1975: «El imperialismo yanqui, la oligarquía y la tiranía machadista no pararon hasta instrumentar la conjura que culminó en el cobarde asesinato».

Al cumplirse el centenario de la fundación de la FEU y la creación de la revista Alma Mater, el legado de Mella volvió a cobrar el brillo que nunca ha perdido entre los jóvenes universitarios su pensamiento y su acción de héroe homérico, a quien también se le debe la celebración de los juegos deportivos universitarios, pues en 1922 creó los famosos Manicatos en la Universidad habanera.

En fin, tal y como también dijera Fidel de este líder asesinado en la flor de la vida: «Mella tuvo una vida breve, dinámica y profunda».

Fue el Prometeo de la juventud de su época, a quienes les trajo el fuego de la Revolución y cuya lumbre aún nos acompaña.

Su legado sigue vivo e inspira. Estudiarlo es deber. Llevarlo a la práctica, una obligación.


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Narciso Amador Fernández Ramírez

Periodista que prefiere escribir de historia como si estuviera reportando el acontecer de hoy


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