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sábado, 23 de noviembre de 2024

Julio Antonio Mella y Nuestra América (+Fotos) (+Video)

“La unidad de América que sueñan todos los espíritus adelantados del momento, es la unidad de la América nuestra, de la América basada en la justicia social”, dijo el preclaro líder juvenil cubano y latinoamericano

Luis Pavón Massó en Exclusivo 09/01/2012
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Julio Antonio Mella
Julio Antonio Mella

Julio Antonio Mella, el primero entre los grandes líderes de la juventud cubana y latinoamericana de principios del siglo XX, fue un internacionalista consecuente y libró, por la gran patria americana, la defensa constante y ardiente de sus pueblos. 

Ya en su diario juvenil del primer viaje a Méjico, publicado por los investigadores Adys Cupull y Froylán González, escribe que desea “ver unidas a las Repúblicas hispanoamericanas para verlas fuertes, para verlas respetadas, dominadoras y servidoras de la libertad, diosa.”

Tenía entonces17 años y ya —el futuro líder marxista— se revelaba seguidor del concepto martiano de Nuestra América.

Prodigio de juventud, tiene apenas veinte años cuando capitanea las fuerzas estudiantiles, convoca al Primer Congreso Nacional de Estudiantes y asume el centro de una tarea con raíces continentales: la reforma universitaria, que poco a poco iría llamando revolución, más que reforma.

En Cuba, específicamente, pretendía desplazar modos coloniales y poner en su lugar principios modernos, democráticos. 

A la distancia de casi cien años del movimiento de Córdoba, la Reforma puede parecer al lector no avisado un movimiento de carácter principalmente académico. En realidad, fue un movimiento político destinado a renovar, con el protagonismo de los estudiantes, los criterios de la enquistada enseñanza de entonces. 

Mella, al tanto del origen y naturaleza del movimiento que comandaba, comprendería que para realizarlo cabalmente había que hacer la revolución social. 

“Este movimiento —explicaba— se inició en Córdoba, Argentina, en 1918 y parece obedecer a un sentimiento, instintivo, simultáneo de nuestra raza porque no tiene precedentes ni se funda en adaptaciones de iniciativas exteriores. De allí se extendió a Chile, a Uruguay, a Perú y a otras repúblicas de América. Lo original, lo prodigioso es que casi no ha obrado entre nosotros ninguna razón de contagio.”

En efecto, surgió en cada lugar según las propias necesidades. No obstante, el movimiento de Córdoba y el pensamiento americano de la época en general, tenían repercusiones en Cuba, y en Mella, que recibió, en 1923, al teórico argentino José Ingenieros.

El joven líder cubano mostró afinidad con el marxista peruano José Carlos Mariátegui y levantó su protesta contra las persecuciones que este sufrió en su patria.

La acción internacionalista de Mella y su pasión americana fueron grandes razones de su vida. Así lo prueban su participación en las luchas obreras en México, su apoyo a Augusto César Sandino. En 1927 había compartido con lo más radical del pensamiento anticolonial, en el Congreso Mundial contra la Opresión Colonial y el Imperialismo, celebrado en Bruselas, Bélgica.

Durante la década del veinte del pasado siglo atiende la colaboración con el periódico Venezuela Libre, luego América Latina Libre, que encabeza su compatriota Rubén Martínez Villena y en el que denuncia a las tiranías del continente.

Habla de su jerarquía americana la reacción continental ante su huelga de hambre en 1925, tras ser expulsado de la Universidad y detenido por la dictadura machadista. Su médico y fraterno amigo, Gustavo Aldereguía, recuerda, acerca del Comité pro Mella, que “estaba integrado en su mayoría por cubanos y había venezolanos y peruanos... fue el primer gran escándalo denunciando al vándalo que nos gobernaba. El cabildo de Buenos Aires, el Senado de la municipalidad de México tomaron acuerdos pidiendo la excarcelación de Mella...Los grandes diarios de las capitales sudamericanas publicaban diariamente mis boletines médicos sobre la salud de Mella...”

Martiano poderoso, Mella había escrito en Venezuela Libre, en 1925, según recoge la historiadora Angelina Blaquier Rojas: “La unidad de América que sueñan todos los espíritus adelantados del momento, es la unidad de la América nuestra, de la América basada en la justicia social, de la América libre, no de la América explotada, de la América antiimperialista... Esta unidad de la América solo puede ser realizada por las fuerzas revolucionarias, enemigas del capitalismo internacional, obreros, campesinos, indígenas, estudiantes e intelectuales de vanguardia. Ningún revolucionario del momento actual puede dejar de ser internacionalista”.

Asesinado en Méjico el 10 de enero de 1929, a los 26 años, su pensamiento se suma a la base bolivariana y martiana de la unidad de Nuestra América. 


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Luis Pavón Massó


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