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lunes, 12 de mayo de 2025

Cuba en la encrucijada de la historia: su legado en la lucha contra el fascismo

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, en Cuba, el movimiento popular respondió con una férrea oposición a los acontecimientos que se desarrollaban en Europa...

Grabiel Vargas Guevara en Exclusivo 07/05/2025
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Cuba en la Segunda Guerra Mundial
El CS-13 en los días en que tuviera lugar su legendaria hazaña

Se iniciaba el mes de septiembre del año 1939, cuando la traición de Gran Bretaña y Francia hacia Polonia provocó que este último estado fuese derrotado con prontitud por las fuerzas militares de la Alemania nazi. Ese triste episodio protagonizado por británicos y franceses que incumplieron con el acuerdo de asistencia recíproca con los polacos, permitió el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial.

La nueva Gran Guerra era el resultado de las contradicciones de tipo Inter- imperialistas que tenían su génesis en el Sistema de Tratados Versalles -Washington. A lo que se le debe incorporar la política de apaciguamiento y de no intervención mantenida por las principales potencias occidentales (Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos) ante el avance de las fuerzas fascistas por Europa, África y Asia.

La ideología fascista lograría trasladarse a este lado del Atlántico, teniendo presencia en muchos de los países de nuestro continente donde existieron grupos de extrema derecha de carácter fascistoides (Que tiende al fascismo o al autoritarismo). El investigador Dariel Alba Bermúdez, en el periódico cienfueguero 5 de Septiembre, publicó un artículo titulado: Las huellas del nazismo en Cuba, donde sucintamente logra recoger las actividades de los grupos fascistas en la Isla durante la década de 1930.

El investigador Juan Chongo Leiva en su obra titulada: El fracaso de Hitler en Cuba, logra demostrar que, si bien la presencia directa del fascismo alemán en Cuba no fue determinante en términos de ocupación o control político, sus ideas encontraron eco en sectores específicos de la sociedad cubana, particularmente en grupos que promovían modelos autoritarios y excluyentes. Este autor además señala que el estudio de estas posturas en Cuba permite una comprensión más profunda de los efectos de esa ideología más allá de sus fronteras europeas.

Las actividades de estos grupos parafascistas existentes en Cuba, se vieron eclipsadas por la amplia movilización de las fuerzas populares y democráticas en solidaridad con la República española (1937-1939). Aunque los republicanos españoles fueron derrotados por el tristemente célebre Francisco Franco, es meritorio reconocer el aporte cubano a en la defensa de la República española. Ejemplo de ello es la participación de miles de voluntarios cubanos en la Guerra Civil Española, siendo uno de ellos el destacado revolucionario Pablo de la Torriente Brau. La creación del Comité de Auxilio al niño español. Además, de la realización de actos y mítines en solidaridad con los republicanos españoles.  

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, en Cuba, el movimiento popular respondió con una férrea oposición a los acontecimientos que se desarrollaban en Europa. La guerra, fue vista como una cruzada imperialista, que despertó la indignación de la clase proletaria y otras organizaciones democráticas, que se negaban rotundamente a que la Isla estuviera involucrada en ese conflicto ajeno.

Bajo el lema “Cuba fuera de la Guerra Imperialista”, nació un poderoso frente de resistencia liderado por la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), el Partido Unión Revolucionaria Comunista (PURC), estas organizaciones dirigieron el reclamo por la paz y advertían contra los peligros de arrastrar a la Isla a una batalla que no era suya. De esta manera se logró vertebrar un frente antibelicista que incorporó a otros sectores de la sociedad cubana.  

Pero todo cambió cuando el fatídico día 22 de junio de 1941, la maquinaria nazi se abalanzó sobre la Unión Soviética. De pronto, la guerra no era solo una disputa entre potencias, sino una lucha titánica entre la libertad y la opresión fascista. En Cuba, el discurso se transformó de la noche a la mañana, y lo que antes era rechazo a la participación bélica, se convirtió en fervor por derrotar el avance del totalitarismo.

El país no tardó en tomar partido. En diciembre de 1941, Cuba declaró la guerra a las potencias del Eje, alzando su voz junto a las naciones aliadas. La pequeña isla caribeña entraba así en el escenario de la mayor contienda de la historia, sellando su compromiso con la lucha global contra el fascismo. La defensa de la Unión Soviética se convirtió en un punto de convergencia para la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y el Partido Unión Revolucionaria Comunista (PURC), que canalizaron los esfuerzos del movimiento obrero y de amplios sectores progresistas hacia una política de solidaridad activa.

Esta postura no solo representó un compromiso ideológico, sino que se tradujo en acciones concretas que movilizaron a distintos sectores sociales. La recolección de ayuda material para los combatientes soviéticos y para el bloque antifascista en general se convirtió en una prioridad nacional. Desde obreros y campesinos hasta intelectuales y organizaciones civiles, todos contribuyeron con alimentos, ropa, artículos de higiene e incluso minerales estratégicos, entendiendo que cada esfuerzo reforzaba la resistencia contra la amenaza fascista.

El impacto de esta movilización se extendió más allá del ámbito político y sindical. La cultura del trabajo adquirió un nuevo significado en tiempos de guerra: producir no era solo una actividad económica, sino un acto de compromiso con la lucha global. La decisión de evitar huelgas y asegurar la continuidad de la producción de bienes esenciales se asumió como una responsabilidad colectiva, con un claro propósito político y social.

El investigador Jaime Noguera publicó en Russia Beyond, el artículo Tres cubanos en la Segunda Guerra Mundial, en apretada síntesis narra la participación de Enrique Villar y los hermanos Jorge y Aldo Vivó Laurent en el glorioso Ejército Rojo. Estos tres valerosos hijos de Cuba, se encontraban radicados en la URSS cuando se produce la agresión de Alemania nazi contra el pueblo soviético. No dudaron en empuñar las armas en defensa de su patria adoptiva.

De ellos solo sobrevivió la guerra Jorge Vivó Laurent, de quien se tiene registro que estuvo en la ciudad de Leningrado cuando esta urbe fue bloqueada por las hordas fascistas. Según el investigador Jaime Noguera, Jorge Vivó fue el único latinoamericano que sobrevivió al asedio de esta ciudad.

La historiadora Eugenia Farín ha revelado la participación del joven Yakir Castiel, nacido en 1918 en los Estados Unidos, radicado en Santiago de Cuba desde el propio año hasta finales de la década de 1930 que regresa a su país de nacimiento. Participó en el desembarco aliado el 6 de junio de 1944 por Normandía y posteriormente caería en combate en la batalla de las Ardenas. Sus restos mortales fueron repatriados en el año 1951 a su querida tierra adoptiva Santiago de Cuba, y depositados en el cementerio del poblado de El Cristo en medio de una ceremonia militar.    

En Cuba, se permitió que el gobierno de los Estados Unidos construyera aeródromos para la protección de las rutas marítimas del Caribe, bajo la condición de que una vez finalizada la guerra pasaran al ejército cubano. Otro acuerdo significativo fue la firma de un pacto de defensa colectiva con México. Aunando esfuerzos en la lucha contra los submarinos alemanes que operaban en el Golfo de México y en el estrecho de la Florida.

La Marina cubana tuvo un rol significativo en la lucha antifascista contra la Alemania nazi en el área del Caribe, desempeñando una amplia gama de operaciones navales, que iban desde escolta a convoyes, patrullas y rescate de marinos víctimas del accionar de los submarinos. Uno de los momentos más gloriosos de nuestras fuerzas navales ocurrió el 15 de mayo de 1943, cuando fue hundido el submarino U-176 por la lancha torpedera CS-13 comandada por el alférez Mario Ramírez Delgado.

El marino Norberto Abilio Collado Abreu era quien manejaba el radar de esta embarcación, su habilidad con el equipo de localización fue crucial para el éxito de la caza del lobo de mar (Así los alemanes llamaban a sus submarinos) posteriormente sería el timonel del yate Granma junto a Ramón Mejías del Castillo (Pichirilo). El hundimiento del submarino alemán en las costas de Cuba no tuvo publicidad, solo fue dado a conocer a la ciudadanía cubana y del mundo en general luego de concluida la guerra. Aun son ignorados los motivos que llevaron al gobierno de Fulgencio Batista a silenciar este lauro militar de la marina de guerra cubana.

El inolvidable Juan Padrón en su película animada: Más Vampiros en la Habana, jocosamente ilustró estos acontecimientos entrelazados con elementos de ficción. En el año 1995 se estrenó en Cuba la serie Agente Secreto, basada en el libro de Juan Chongo Leyva: La muerte viaja con pasaporte nazi, que narra la historia real del agente del servicio secreto alemán Augusto Lunin. Que desde Cuba suministraba información para que los submarinos nazis torpedearan navíos mercantes. Este oscuro personaje fue capturado por agentes de los servicios de seguridad cubanos de entonces y condenado a muerte por un tribunal militar.


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Grabiel Vargas Guevara

Profesor en la Universidad de Oriente


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