El Poeta, ¿quién si no que José Martí?, lo imagina aislándose para la muerte en la ranchería San Lorenzo, entre varios arroyos, en plena Sierra Maestra: "Ya está en un hondón y no sabe quién lo acecha (...) Continúa en su paseo señorial, revisando lo conversado, el amor y la Dama del ajedrez".
El 27 de febrero de 1874, antes del almuerzo frugal, Carlos Manuel de Céspedes hizo una anotación en su Diario. Vestía de chaqué negro con pantalón de casimir oscuro y chaleco a cuadros. Tras jugar su último combate de alfiles y enroques, fue a un bohío amigo por una taza de café.
Una niña avisó la presencia del enemigo. Trató de escapar por el camino del barranco, con los españoles detrás. Corría con dificultad y dos veces se detuvo para disparar contra sus perseguidores, quienes le dieron alcance. Céspedes volvió a disparar pero uno de aquellos hizo fuego primero.
El chaleco se le fue humedeciendo debajo de la tetilla izquierda y el Presidente viejo, como le llamaban los campesinos, rodó cuatro metros barranco abajo. Ya lo había advertido tiempo atrás: “Nunca vivo me tomarán prisionero”.
IDEARIO
Céspedes fue algo más que el Hombre de la decisión, única faceta suya que nos describen algunos historiadores. Es también el Hombre de pensamiento, quien le aportó desde su mismo nacimiento un carácter de Revolución social al movimiento independentista.
Con el Héroe de La Demajagua estamos en presencia de un independentismo de nuevo tipo, que persigue la separación política de España mediante la vía armada, con la abolición de la esclavitud como su otra bandera de lucha.
En el Manifiesto del 10 de Octubre, dado a conocer ese mismo día en el ingenio Demajagua, junto a la declaración de independencia se anunciaba el carácter antiesclavista de la insurrección y se abogaba por el sufragio universal, lo que igualaba en la futura república a antiguos amos y esclavos.
Magnífica prefiguración de la posterior frase martiana que delineaba como una de las banderas fundamentales de la guerra necesaria la conquista de toda la justicia social para todos. El Padre de la Patria perseguía algo más de la simple abolición. El gobierno mambí del Bayamo libre, constituido en octubre de 1868, incluyó entre sus funcionarios a cubanos negros y mulatos.
En el Ejército Libertador aplicó una política democrática de ascensos basada en los méritos personales. Muchos afrodescendientes y combatientes de origen humilde llegaron alcanzar altos grados. Hijos de aristócratas vieron como cosa natural el mando de un Maceo, un Moncada, un Crombet.
Siempre confió en el esfuerzo propio de los cubanos para obtener la independencia.
Expresaba hasta la reiteración: "Al lanzarse Cuba a la arena de la lucha, (...) pensó únicamente en Dios, en los hombres libres y en sus propias fuerzas. Jamás pensó que el extranjero le enviase soldados ni buques de guerra para conquistar su nacionalidad".
Máxima que repetiría después Maceo más de una vez y que haría decir a Martí que la Guerra del 95 se hacía "pensando en Carlos Manuel".
INTRANSIGENCIA
"Estamos dispuestos a luchar y pelearemos aunque sea con las manos", solía expresar antes del alzamiento. Y en los momentos aciagos de Yara, cuando se quedó con un puñado de hombres, afirmó que doce de estos eran suficientes para seguir la lucha y alcanzar la independencia.
Su combate contra el colonialismo fue hasta las últimas consecuencias. Cuando no pudo defender su querido Bayamo de las tropas españolas, prefirió verlo convertido en cenizas antes que entregarlo al enemigo.
"Nuestro lema invariable es y será siempre Independencia o Muerte", había pregonado en La Demajagua y reiterado en su célebre carta al político norteamericano Charles Sumner. Actitud que mantendría hasta sus últimos instantes en San Lorenzo.
El eco de su voz y su ideario resonaría en la viril actitud de Maceo en Baraguá, en la de Martí cuando expresó: "Solo con la vida cesará entre nosotros la batalla por la libertad", en el Patria o Muerte con el que mantenemos hoy vivo su ejemplo de revolucionario y nos proclamamos sus discípulos.
Daynamo
10/1/15 8:32
que sigan saí
Jorge
27/2/14 13:11
En Cuba tenemos muchos problemas que resolver, pero sin lugar a dudas tenemos una gran historia hecha por hombres aparentemente comunes, pero en el tiempo se demuestra su grandeza. También algo que nos ha salvado de los "lobos feroces" es precisamente que discutimos de todo pero tenemos un gran sentido del concepto nación, de ser CUBANO.
Livia
27/2/14 8:59
Comparto con todos fragmentos de las palabras finales de Eusebio Leal el 10 de octubre de 2013. Me hace sentire muy orgullosa de mi Patria, d emi país tan pequeñito pero que ha sabido dar hijos de una grandeza extraordianria. Decía Leal: "A todos en este día, cuando inclinamos nuestra frente, porque hay días para reír y días para meditar, hagámoslo con respeto y admiración, ante los que nos dieron la posibilidad de tener una Patria, una Nación, un cielo, un suelo, una bandera hermosa, que él quiso en su momento fundacional, cambiar momentáneamente en su diseño, para después escuchar obedientemente el acuerdo de la Asamblea de Guáimaro y asumir aquella, que lavada con la sangre de incontables sacrificios, de compromisos circunstanciales y comprensibles, llegó a ser hoy y desde entonces la bandera de todos los cubanos. ¡Gloria a Céspedes y a sus compañeros! ¡Gloria a los que supieron luchar! ¡Gloria a la familia cubana, a la mujer, al anciano, al niño mártir, a los emigrados, a los que regresaron, a los que fundaron y perseveraron, a los que sufrieron y soñaron, a los que conservan, como fuerza más poderosa, la fe en la victoria y la esperanza!
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