Ha sido una combinación espectacular (de esas que erizan la piel): maestría deportiva, voluntad, no achicarse ante las grandes dificultades económicas que vivimos hoy los cubanos; confiar, y confiar y confiar…
Y, claro, de tener detrás un entrenador mágico, a lo cual volveremos después.
Uniendo todo ello Milaymis de la Caridad Marín (división de los 76 kilogramos), una luchadora exitosa que parece haber nacido con las medallas debajo de un brazo, sumó una más este miércoles: bronce en los Campeonatos Mundiales, en Zagreb, Croacia.
Este éxito merece nos detengamos: es el mismo color de la presea obtenida hace un año en los Juegos Olímpicos de París 2024. Pero, siempre hay un pero, esta tiene el mérito adicional que llegó a la sede con una preparación diferente. Toda transcurrió en casa, en el Cerro Pelado. Quiere decir: sin bases de entrenamiento, sin competencias de fogueo.
Llegó primero el martes a los colchones como la tormenta que es, y en los primeros compases la detuvo la ecuatoriana Genesis Rosangela Reasco Valdez, quien, prestemos atención, no solo la arrastró hasta la fase de repechaje, sino que terminó siendo la campeona mundial, al vencer a la kirguisesa Aiperi Medet Kyzy… ¡la número uno del ranking!
El Rey Midas
Marín, como la gran deportista que es, se sacudió de ese revés del martes, y este miércoles le entró con todo a la citada fase de repechaje, de la cual emergió con una de las dos medallas de bronce, pues la otra terminó en el cuello de la estadounidense Kylie Renee Welker.
Hay entretelones muy interesantes: la discusión del bronce, pese a ser una lógica instancia con la calidad ya concentrada, la ganó por superioridad técnica, ante la india Priya Priya.
Pero hay más: solo no pudo, en semifinales, ante la campeona mundial.
La cubana fue la única de las cuatro medallistas de los Juegos Olímpicos de París 2024, en la división de los 76 kilogramos, que entró al ruedo un año después. No lo hicieron ahora la japonesa Yuka Kagami (entonces oro), ni la estadounidense Kennedy Blades (plata y ganadora de Marín en un peleón que también pudo corresponderle), ni la colombiana Tatiana Rentería (bronce, como ya escribimos, igual que nuestra compatriota).
Quiero detenerme otro un momento en el desempeño de las otras dos cubanas: Yainelis Sanz (57 kilogramos), en gran actuación llegó hasta el repechaje, aunque no haya podido continuar después el camino hacia el podio. Y Laura Herin (53 kilogramos) estará este jueves también en esa fase, lo cual nos lleva a punto mencionado al inicio: detrás hay un entrenador mágico.
Se llama Filiberto Delgado, y cuando Milaymis de la Caridad Marín ganó su medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de París comentó:
“Gracias a la estrategia y la forma que me guio el entrenador Filiberto Delgado durante el combate logré mi objetivo. Yo le digo el Rey Midas, todo lo que toca lo convierte en oro”.
Y, claro, dijo más:
“Es el resultado de años de sacrificio y trabajo duro. Estoy orgullosa de representar a Cuba y de llevar esta medalla a casa”.
Por supuesto
Milaymis de la Caridad Marín tiene muchísima razón cuando habla de años de sacrificio. Un botón de muestra ocurrió cuando ganó los Primeros Juegos Olímpicos de la Juventud, en Buenos Aires 2018. Y entonces se dio cuerda: oro en el Campeonato Mundial Juvenil de Tallin, Estonia 2019. Ello la convirtió en la primera cubana en conquistar un mundial de este duro deporte en cualquiera de sus categorías.
Y entonces, con esos dos resultados admirables, se volvió a dar cuerda: subió a lo más alto del podio en el III Campeonato Mundial Sub 23, en Budapest, Hungría 2019.
¿La volvemos a escuchar ahora como habló aquella vez en los Juegos Olímpicos de París 2024?
“Cuando sonó la campana no podía creer lo que había logrado”, dijo.
“Me senté en el colchón y abracé a mi entrenador como si le debiera la vida”, agregó.
Sí, a quien abrazó fue al Rey Midas. Y puede esperarse más de ese trabajo exigente entre Milaymis de la Caridad Marín y el Rey Midas…
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