Julio César La Cruz y Arlen López saben lo que significaría brillar en los Juegos Olímpicos de París 2024.
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Monarcas en Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020, aspiran a premios con que elevarían a cinco el exclusivo club de boxeadores dueños de tres coronas en escenarios de ese tipo.
A las altas exigencias de tal reto se sumará enfrentarlo como principales esperanzas dentro de una nómina completada por muchachos menos curtidos: los subcampeones mundiales Saidel Horta (57 kg) y Erislandy Álvarez (63,5 kg), y el tercero a ese nivel Alejandro Claro (51 kg).
Julio (92 kg), cinco veces rey del orbe, llegó a la capital japonesa tras brillar durante muchos años en la división inferior, y subió al centro del podio en los 91 kilogramos con triunfo final sobre el ruso Muslim Gadzhimagomedov, a quien no bastó su mayor permanencia en ese peso.
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Es verdad que no vivió un buen campeonato mundial en 2023, pero supo reencontrarse con su estelaridad y le respaldan maestría y motivación suficientes para imaginarle airoso de un desafío que pudiera depararle otro duelo con el italiano medallista de plata universal Aziz Abbes Mouhiidine, uno de sus escasos victimarios.
Arlen (80 kg) había acuñado una exitosa hoja de servicios en los 75, realzada antes por la conquista del cetro del orbe en 2015. Sin embargo, también decidió enfrentar los riesgos propios de cualquier cambio, y ascendió a los 81 rumbo a la fiesta en suelo nipón.
Buena despedida a costa del espigado británico Benjamín Whitaker selló allí su coronación, convirtiéndose en el primer semicompleto en conseguirla tras encumbrarse como mediano.
Tampoco visitó el estrado en la más reciente justa universal. Ni satisfizo las expectativas con el bronce aportado en los juegos centrocaribeños de esa temporada, episodio que disparó algunos cuestionamientos sobre su futuro.
Conocedores de su clase, los técnicos le ratificaron confianza y la respuesta fue contundente. Como Julio, escaló a lo más alto del podio en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile, donde disipó las dudas a base de contundencia.
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Comprometido al máximo con el sueño del tricampeonato bajo los cinco aros, nadie le negaría su condición de favorito, aunque ello le obligara a tomar desquite ante el chino número dos del planeta, Tanglatihan Tuohetaerbieke, otro aspirante de renombre.
Ambas estrellas de la Isla están dotadas de herramientas para resolver situaciones que pesarían toneladas para otros.
A La Cruz le sobran habilidades para esquivar y desplazarse como pocos. Arlen, pegador nato, puede pasar la guardia de la zurda a la derecha, desconcertando al oponente sin perder efectividad.
El propósito que les animará en París ya fue cumplido por sus compatriotas Teófilo Stevenson (+ 81 kg) en Múnich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980; y Félix Savón (91 kg) en Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sídney 2000.
Antes solo lo hizo el húngaro Laszlo Papp, en Londres 1948 (73 kg), Helsinki 1952 (71 kg) y Melbourne 1956 (71 kg), lo que pone a las claras lo complejo del objetivo.
Que la hazaña se concrete por partida doble, con la bandera de la estrella solitaria en lo más alto, es la misión que compartirán Julio y Arlen. Y pueden hacerlo.
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