Neptuno fue el nombre que los romanos antiguos le dieron al dios de los mares y los terremotos. Era representado como un hombre barbudo, aguantando un tridente y sentado en un caracol tirado por caballos de mar. En Cuba nació el 25 de octubre de 1972 uno de los hijos predilectos de este dios, Rodolfo Falcón, aunque su representación siempre fue y es, la de un hombre delgado, con trusa y capaz de nadar aproximadamente 30 000 kilómetros en 20 años.
Falcón entró en la historia de nuestro deporte por el honor de tocar la gloria olímpica y mundial desde una piscina. Cuando dio la última brazada en el 2001 estalló el aplauso justo, emocionado y consciente de su pueblo. Sin embargo, el mejor tritón de la Isla en todos los tiempos conserva aún intacta muchas anécdotas de su carrera y las comparte ahora como si fuera la primera vez que enfrentara una entrevista.
En medio de la tranquilidad de su hogar en El Vedado, y tras el regreso del último campeonato mundial de deportes acuáticos en el que los tritones cubanos no alcanzaron ninguna final, Falcón se dispuso a hablar de todo, por complicada y comprometedora que fuera la pregunta. Y otra vez salió a relucir su extirpe de hombre-Neptuno, o mejor, de Neptuno hecho persona.
¿Nadador por carambola?
"Sí, y escucha por qué. En mi familia no había tradición deportiva, pero yo quería de todas maneras ser deportista, como le sucede a muchos niños. Cuando estaba en tercer grado fueron a la escuela e hicieron captaciones para polo acuático. Hice las pruebas y me dijeron que fuera en septiembre a matricular. Llegué con días de retraso y como no quedaba capacidad para polo, el director me llevó para la clase de natación. Recuerdo que la profesora dijo que estaba un poco pasadito de edad, tenía nueve años, pero hice algunos exámenes en la piscina y decidió dejarme a prueba un tiempito, que se convirtió en 20 años”.
Pero 20 años de éxitos…
“Los momentos que viví en la natación son indescriptibles, son parte de mi vida más íntima. Me sentía realizado, pleno y no voy a negar que en ocasiones los extraño. Sin embargo, para llegar al éxito tuvieron que pasar muchas cosas. Nadar 14 kilómetros diarios, aproximadamente 2 000 al año y según algunos cálculos de periodistas no menos de 30 mil en toda mi carrera. También sufrí muchas privaciones, dieta estricta, pocas fiestas, lejanía de la familia, y sobre todo el desgaste psicológico que provoca este deporte, quizás uno de los más solitarios en los entrenamientos”.
¿A qué aspirabas entonces?
“He dicho siempre que salí nadador porque existió un Pedro Hernández, pechista que abrió la senda de triunfos internacionales para Cuba en la década de los ochenta del siglo pasado. Él me haló emocionalmente porque cuando entré al equipo nacional (1987) era el cuarto espaldista y dos años después fui campeón. El que va delante de ti es lo que motiva tu esfuerzo y el resultado final. Y hay que ser ambicioso para lograr medallas a cualquier nivel. Aspiraba a superar lo hecho por Pedrito, y lo logré. Llegué a estar entre los 10 primeros del mundo de mi especialidad por varios años”.
Con el punto culminante en los Juegos Olímpicos de Atlanta, 1996.
“Desde el punto de vista de resultado, la plata olímpica en Atlanta fue el tope, pero en cuanto a tiempo no. Mi mejor marca fue en los Juegos Panamericanos de 1999, en Winnipeg. Claro, aquella medalla en los 100 metros espalda —y el bronce de Neisser Bent en esa misma prueba— significó la mejor actuación histórica de la natación cubana y en lo personal, la mayor alegría, no sólo por haber tocado la gloria olímpica, sino por todo lo que representó para el futuro. Después de Atlanta, un entrenador norteamericano vino a Cuba tres meses para ver cómo nos preparábamos porque no entendía que Cuba tuviera dos medallistas olímpicos”.
¿Y qué pasó la noche antes de la final olímpica?
“¿Cómo te enteraste de eso?”
Periodismo y revelaciones
“La noche del 22 de julio no podía conciliar el sueño. La experiencia me dijo que debía acostarme temprano, pero no logré dormir. Pudiera decirse que casi no dormí, que amanecí despierto, dando vueltas en la cama. Ese día nadie supo nada sobre mi pequeño insomnio. Logré la concentración necesaria antes de empezar, y lo otro es historia. El 23 de julio, con una felicidad desbordada y después de compartir con toda la delegación, caí rendido. Apenas puse la cabeza en la almohada me quedé dormido”.
¿Por qué el retiro con 29 años?
"Me retiré con muchas ganas de seguir, aunque físicamente no era el mismo, incluso llegué a presentar pequeños problemas cardiacos. Si a eso sumas que no conseguí lo que esperaba en el campeonato mundial del 2001, en Japón, entonces la decisión pudo haber sido sorpresiva para algunos, pero muy acertada para mi porque perdí los deseos de nadar y anímicamente no estaba bien. Para un deportista de alto rendimiento, sobre todo para los que alcanzamos algún resultado, salir de la presión mental y física de los entrenamientos es un cambio muy brusco. Eso sólo se recupera poco a poco y así fue”.
Después vino la conclusión de los estudios de Derecho y las nuevas tareas al frente de la natación cubana ¿Cómo sorteaste esa etapa?
“Fue tan difícil como cualquier medalla. Cuando me retiré hice la prueba estatal para graduarme de Derecho y luego comencé a trabajar en la comisión nacional de natación, en la atención a las glorias deportivas. Años después me propusieron asumir la función de comisionado, tarea que todavía desempeño. Quizás la rareza mayor sea que soy el único abogado vinculado directamente a la natación en Cuba y no creo que en el mundo existan muchos. Eso sí pase lo que pase nunca voy a abandonar las piscinas”.
¿Cómo valoras el presente y futuro de Cuba en esta disciplina?
”El presente es duro, pero sin dudas, el hecho de contar con una figura como Hánser García, medallista panamericano y finalista olímpico en Londres, es algo que motiva a seguirle poniendo corazón a tu trabajo.
Es cierto que hoy existen mucha menos gente nadando que cuando empecé en el Parque José Martí del Vedado. Y para aspirar a campeones hay que tener a miles de niños y jóvenes entrenando. En la actualidad pocas piscinas funcionan en el país. Antes teníamos condiciones materiales, pero faltaba conocimiento técnico. Y ahora que tenemos esos conocimientos nos golpean las condiciones materiales.
Si hemos llegado a tener atletas de nivel mundial queda probado que funciona nuestro sistema de entrenamiento. Pero este es la suma de muchos factores, incluido el fundamental y más difícil de conseguir: nadar todo el año, con frío o calor. Y en eso consiste la preocupación mayor para el futuro, pues sería penoso dejar caer nuestra natación después de tanto esfuerzo y sacrificio. Soy de los que trabajarán sin descanso por un nuevo auge, por ese renacimiento de la masividad que piden todos”.
¿Y la vida en casa, como padre y esposo?
“Me gusta la vida en familia. Y desde pequeño fui así. Estoy casado con otra nadadora y actualmente entrenadora del equipo nacional, Luisa María Mojarrieta. Tenemos dos hijos, pero no he cambiado en nada. Mi mamá, mi hermano, mi esposa y mis hijos, Luly y Rodolfo Javier han sido impulsos necesarios en cada momento. Por supuesto, mis mayores premios son ellos, Rodolfito y Luly, a quienes educamos en nuestros mismos valores. Paseamos mucho, visitamos amistades y seguimos compartiendo en familia. En la casa ayudo en lo que puedo, aunque confieso que no sé cocinar”.
¿La suerte, la popularidad y los gustos?
“Hace poco en otra entrevista dije que me consideraba con suerte en la vida, pero en lo que respecta a la posibilidad y oportunidades dadas para hacer realidad mis sueños. Sobre la popularidad soy realista. La acepto, pero sin tanto bombos y platillos, porque puede hacerte daño. No me considero popular, aunque las personas me paran en la calle para saludarme. Eso lo veo como cuando dos amigos se saludan después de años sin verse. Leo mucho —en la época de atleta me costaba más trabajo— y no tengo predilección por un tipo de música. Voy sistemáticamente al gimnasio y nado al menos una vez por semana”.
¿Satisfecho, feliz?
“Me siento satisfecho con lo que he logrado y agradezco a toda la gente que me ha ayudado. Siempre pienso que hubiera podido hacer más dentro de las piscinas, pero querer virar la vida hacia atrás es una locura. Sí, soy un hombre, un padre, un deportista y un cubano muy feliz... "
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