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jueves, 3 de octubre de 2024

Tin Marín…

Los posibles resultados de las elecciones norteamericanas siguen siendo materia de conjeturas...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 30/10/2016
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¿Ocupará la Oficina Oval la primera mujer presidenta en la historia de los Estados Unidos, o será el espacio de trabajo de un magnate inmobiliario devenido la primera figura ejecutiva de la gran potencia capitalista?

Menudo acertijo. Y por ello, con perdón de algunos estudiosos, este comentarista se une a aquellos que consideran que ni el cielo ni su coro de ángeles son capaces aún de  dar una respuesta definitiva y cierta a este entuerto.

¿Será acaso que ninguno de los dos contrincantes, la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump, son considerados por buena parte de sus conciudadanos como las figuras que pueden enfrentar, con coherencia, los serios dilemas que  atraviesa hoy los Estados Unidos?

¿Tendrá algo que ver el hecho de que en sus recientes encuentros televisivos ambos aspirantes resultaron extensos en sus bretes y en sus acusaciones y ataques  mutuos, dejando de lado los temas más acuciantes que preocupan y alarman a la gran mayoría del país?

¿Sumará la indiferencia pública que de forma histórica cargan los comicios presidenciales, en los cuales desde 1948 hasta 2012, por ejemplo,  el promedio de asistencia a las urnas supera apenas la mitad de aquellos norteamericanos con derecho al sufragio?

Material de estudio, sin duda alguna.

No obstante, lo cierto es que hasta el minuto en que se escriben estas líneas, la ex primera dama Hillary Clinton parece haber remontado la inicial ligera ventaja que tenía sobre su rival republicano.

De hecho, los análisis de cinco entidades norteamericanas de cómputo, aparecidos en medios de prensa, aseguran que la demócrata tiene hoy casi noventa por ciento de probabilidades de convertirse en la próxima presidenta del país, mientras su contendiente suma el restante diez por ciento de oportunidades.

Otros formatos, esta vez sobre la base de las constantes encuestas, aseguran que la Clinton ganaría con el 44.6 por ciento de los sufragios, mientras Donald Trump contaría con un 40,3 por ciento.

De hecho, despachos noticiosos dan cuenta de que al parecer la candidata demócrata, segura de sus avances, les “ha sacado el pie” a mítines y otros actos masivos de campaña, para concentrarse en actividades mediáticas más puntuales, como apariciones en público junto a artistas famosos, o asistencia a programas televisivos de elevada  aceptación popular.

En tanto, un Trump en baja parece empeñado en mantener a su lado a aquellos de sus seguidores más fieles, a la vez que intenta reforzar su imagen de “luchador implacable” contra la “corrupción que afecta al sistema electoral norteamericano” y que podría “robarle su triunfo en las urnas.”

Con todo, algunos de los más avezados estudiosos de la política interna estadounidense no se atreven a dar pronósticos concluyentes, aduciendo que en los comicios presidenciales locales nada está dicho “hasta el final”, y que un diez por ciento de probabilidades todavía no descalifica a ningún candidato.

Así, las encuestadoras, tan ágiles y presurosas ellas, indicaron que, al parecer, Donald Trump sacó una ligera ventaja sobre Hillary Clinton en su reciente gira por el Estado de la Florida, un importante coto eleccionario.

El magnate hizo hincapié, en esta ocasión, en agenciarse el apoyo de los sectores estaduales más reaccionarios, incluida la vieja guardia extremista de la comunidad cubana, a la que prometió que volvería al enfrentamiento con La Habana si llegase a ocupar la Casa Blanca.

 En consecuencia, bendito sea aquel que en medio de este embrollo pueda brindar un juicio acertado y concluyente sobre lo que finalmente ocurrirá el cercano 8 de noviembre en el escenario político interno de los Estados Unidos.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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