¿Terrorismo en la maleta?

La noticia recorre el orbe y perturba a quienes pretenden visitar pronto el viejo continente, cuna de la clásica cultura desde tiempos medievales: El pasado martes 31 de mayo, Estados Unidos emitió una alerta de viaje hacia esa región. Algunos se inquietan, otros adoptan medidas para proteger a los suyos.

“Como parte de los continuos esfuerzos del Departamento de Estado para proporcionar información sobre hechos relevantes a los estadounidenses en sus viajes al extranjero, alertamos del riesgo de potenciales ataques terroristas en Europa contra grandes eventos, sitios turísticos, restaurantes, comercios y transportes”, refiere el documento publicado en el sitio oficial del Buró de Relaciones Consulares del país norteño.

El comunicado expira el 31 de agosto y advierte peligro en celebraciones a efectuarse en este verano, tales como como la Eurocopa de fútbol y el Tour de Francia. Además, advierte a los ciudadanos tomar precauciones si asistieran a las jornadas por el Día Mundial de la Juventud, a realizarse en Cracovia, entre el 26 y 31 de julio próximo.

Para nadie es secreto que recientemente ha aumentado el número de víctimas por actos de terrorismo en lugares públicos europeos, sin embargo, estas manifestaciones ocurren en todo el mundo y, no siempre asociadas a magnos sucesos.

Recordemos, por ejemplo, la explosión de un coche bomba en la puerta del hotel Ambassador, en Mogadiscio, capital de Somalia, causante de al menos 15 muertes, según declaraciones de la policía a la agencia Reuters. También resultan significativos, en el año en curso, los atentados en Ankara, Estambul, Costa de Marfil, o Bruselas, este último con un saldo de 34 fallecidos.

¿QUIÉNES SON BUENOS O MALOS?

Estados Unidos, “salvador del mundo”, en alianza con la Unión Europea y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), desde hace más de una década se ha dispuesto a combatir a la red Al Qaeda y al Estado Islámico, presuntos culpables en los casos anteriormente mencionados, pero ¿no será esta una guerra del inventor contra los resultados de su propia creación?

León Panetta, otrora jefe del Pentágono y de la CIA, aseguró a USA Today que la estampida contra el terrorismo pudiera durar cerca de 30 años. En tanto, Noam Chomsky, prestigioso escritor y filósofo norteamericano, declaró en una entrevista: “La aparición del Estado Islámico y la difusión general del yihadismo radical es una consecuencia bastante natural del martilleo de Washington sobre la frágil sociedad de Iraq”.

Asimismo, en 2014, la Red Voltaire divulgó una artículo denunciando la violación de las resoluciones 1267 y 1373 del Consejo de Seguridad de la ONU, pues el Congreso de Estados Unidos votó por conceder el financiamiento y armas para el Frente al-Nusra y el Emirato Islámico en Iraq y el Levante, dos organizaciones ligadas a al-Qaeda y clasificadas como terroristas por las propias Naciones Unidas. Volvemos entonces a la repetida trama de cuando el supuesto bueno se torna villano. ¡Aburre ya la película!

EN LAS ENTRAÑAS DEL MONSTRUO

Ahora la bandera de barras y estrellas propone pensarlo dos veces antes de viajar a Europa, tal vez el gobierno olvida que, en sus propias narices, crece a diario la violencia. En los últimos diez años hubo más muertos debido a tiroteos que por ataques calificados de terroristas en EE.UU., según fuentes especializadas, entre ellas el Mass Shooting Tracker (MST), responsable de contabilizar 375 occisos y 1086 heridos a balazos, hasta octubre de 2015. ¿Qué hacían mientras tanto los Servicios de Inteligencia y el Departamento de Estado? ¿Se entretenían jugando al superhéroe al bombardear ciudades del Medio Oriente?

Incluso, un nuevo estudio, realizado en 2016 por Erin Grinshteyn, de la Universidad de Nevada, y David Hemenway, de Harvard, expone que el riesgo de perecer a balazos en los estadounidenses es diez veces mayor al de sus homólogos de otras 22 potencias desarrolladas.

Más allá de la advertencia sobre los viajes a Francia o Polonia, tal vez debiera la administración norteamericana preocuparse por la seguridad cívica en su propio territorio, y revisar métodos a la hora de luchar contra el terror. Por el momento, queda en manos de la sociedad la decisión de disfrutar o no el júbilo de un golazo en estadios galos.