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miércoles, 2 de octubre de 2024

Terrorismo: el costo del acatamiento total

El desborde terrorista de los últimos tiempos a escala internacional ha estado derivado del maridaje entre el hegemonismo y el extremismo islámico…

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 30/08/2016
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Quienes demandan, proclaman y asumen sin chistar la incondicionalidad, no hacen otra cosa que coartar la inteligencia, la independencia y la creatividad humanas.

En pocas palabras, a nombre de una pretendida valía de  determinados criterios cercenan el pensamiento y la racionalidad, características fundamentales que distinguen a nuestra especie de los restantes seres vivos.

El propósito es sumar ejércitos de autómatas que incorporen acríticamente códigos políticos, filosóficos o de otra índole contenttivos de los más variados intereses, discursos y fines, y a los que sea factible manejar y utilizar sin mayores contratiempos.

Y es en ese terreno que, entre otros fenómenos, clasifica el desborde terrorista de los últimos tiempos a escala internacional, derivado precisamente de los manejos oportunistas que han llevado al hegemonismo a un descabellado maridaje con el extremismo islámico.

De manera que hoy se han transformado en noticias cotidianas y corrientes las masacres a cuenta de actos de barbarie de entidades como el titulado Estado Islámico, EI, una de las díscolas derivaciones nacidas de los incontables actos de injerencia de Washington y sus múltiples alidados en Asia Central y Oriente Medio.

Agrupación que luego de avances en Iráq y Siria (muy aplaudidos y elogiados inicialmente por sus promotores imperiales), enfrenta hoy una fase de rabioso retroceso a cuenta de la resistencia de las naciones agredidas y del efectivo apoyo militar que de manera soberana les prestan Moscú, Teherán y otras fuerzas progresistas de la zona, verdaderos enemigos jurados del fanatismo asesino.

No obstante, hace apenas unas horas, el titulado Estado Islámico se atribuyó la muerte de decenas de personas en sendos atentados e Iraq y Yemen, ejecutados por practicantes de la incondicionalidad con respecto a una interpetación sumamente retorcida de los preceptos del Islam y que bajo tales cánones se prestaron a hacer de bombas humanas entre la muchedumbre indefensa.

Papel desalmado que, por cierto, también desempeñan  numerosos niños adoctrinados por el EI, transformados por obra del malsano fanatismo en pequeños matarifes carentes de toda voluntad y hasta del más temprano y elemental instinto de conservación. En tres palabras, un neto crimen de lesa humanidad.

Con todo, y aún cuando los grandes promotores de esta escalada de salvajismo se han visto obligados a renegar de sus ahijados en público a cuenta de sus desbordantes expedientes criminales, para sus intereses resulta conveniente que el EI mantenga las tensiones, la brutalidad y la inestabilidad en las zonas donde aspira a asumir preponderancia.

Al fin y al cabo, bien alentando al terrorismo como aliado, o bien proclamándose “luchador vehemente” contra semejante manifestación de babarie, los hegemonistas siempre tendrían áreas estratégicas donde penetrar incluso de manera directa, bastaría solo con cambiar el rótulo y los ropajes justificativos aplicados a cada acción injerencista.

Mientras, para las fuerzas globales realmente opuestas a tanta vesania no quedan entonces más alternativas que seguir actuando decididamente por destruir el poder militar y operativo de los terroristas, a la vez que descalificar los mitos que intentan hacer de la mente los sentimientos, y el propio ser humano, factores apegados a rígidos y estrechos códigos opuestos a la diversidad, la tolerancia, la creatividad y el ejercicio honesto y constructivo  del criterio.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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