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martes, 1 de octubre de 2024

Terremotos en Perú

Un sismo sacudió Lima, mientras el peligro de un golpe de estado agita a la sociedad de la nación andina...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 24/06/2021
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Presidente electo-Pedro Castillo-Perú
El plan de la derecha es evitar que el presidente electo Pedro Castillo sea proclamado y asuma el próximo 28 de julio, día del bicentenario de la independencia peruana.

Los peruanos están sobre ascuas. La demora en la proclamación del presidente electo Pedro Castillo, las señales de un posible golpe de estado alentado por la rancia derecha limeña y un sismo y sus réplicas en las últimas horas indican a la población los riesgos que están viviendo.

Son varios los factores que inciden en la actual situación de una nación reconocida por sus presidentes corruptos. La derecha oligárquica, identificada en Lima, la capital, asume la intentona de desconocer oficialmente la victoria del profesor Pedró Castillo contra Keiko Fujimori, quien con su baja catadura moral alienta el retorno a la época que gobernó su padre, el dictador Alberto Fujimori.

Mientras la población capitalina trata de recuperarse del sismo de 6,0 grados, según el Instituto Geofísico del Perú (IGP), que este martes causó un fallecido y daños materiales, la ubicación del país en el Cinturón de Fuego del Pacífico es un peligro latente, al igual que el ocasionado por los enemigos del progresismo personificado por el nuevo mandatario, ganador por mas de 44 00 votos de diferencia.

El director del IGP, Hernando Tavera, instó a la ciudadanía a tomar previsiones de manera permanente, pues la acumulación de energía sísmica en el subsuelo de la costa central peruana determina que, en algún momento, Lima sufrirá, advirtió, un gran terremoto.

En este contexto de temor colectivo, analistas políticos alertan sobre la preparación de un golpe de estado que impida se cumpla la voluntad popular expresada en las urnas el pasado 6 de junio, día del balotaje presidencial.

Señales hay de que grupos de extrema derecha tantean a ciertas fuerzas dominantes para organizar lo que sería la muerte política (y quizás física) de Castillo, de 51 años, y de la esperanza de un cambio expresado en especial en las zonas rurales.

La responsabilidad de un ataque a la llamada democracia representativa es exclusivamente de las organizaciones derechistas que procuran, desde hace tres semanas, dilatar la proclamación del ganador para ganar tiempo y concretar sus planes golpistas.

El partido fujimarista Fuerza Perú ha interpuesto 820 impugnaciones de actas, sin pruebas ni resultados a ella favorables, ante el Jurado Nacional de Elecciones, una segunda instancia, luego que la Oficina Nacional de Procesos Electorales, máximo ente rector de ese proceso, contabilizara el ciento por ciento de los votos emitidos, los cuales favorecieron al profesor y dirigente sindical, del  partido Perú Libre, con millones de seguidores en las zonas campesinas.

Esta actitud de mala perdedora de Fujimori, quien tiene pendiente una cuenta con la justicia por corrupción, propicia el caldo de cultivo para mantener al país en vilo, tanto a los seguidores del ganador como a los de la perdedora.

Ese es el momento que aprovecharon cientos de militares en retiro para exigir al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) el pasado día 15 que no reconozca al mandatario electo y sugieren lo que en la práctica sería un golpe de Estado, primero, y luego un nuevo proceso de elecciones.

Entre los exmiembros de la marina, el ejército y la aviación  firmantes, aparece el general ® Otto Guibovich, actual congresista de Acción Popular,  partido del derechista Manuel Merino, un peón que eliminó desde el parlamento al presidente Martín Vizcarra. Merino sólo estuvo cinco días en el desgobierno en noviembre del 2020, sacado por las masas estudiantiles. 

Los golpistas cuentan con que las cinco personas integrantes del JNE serían incapaces de procesar las actas impugnadas por Fuerza Perú.

Asumieron que el 28 de julio, día de la presunta asunción de Castillo, no habría ceremonia,  mientras –según el plan- asumiría la presidencia del Congreso Nacional el vicealmirante Jorge Montoya, considerado por el periodista Roger Taboada como ¨ultraderechista, fascista y matón¨, quien declararía el estado de sitio, la anulación de los comicios y el llamado a un nuevo proceso electoral.

Para Taboada, hay gente vinculada a la llamada ¨Señora K¨, como el fujimorista Andrés Belaúnde, que ya piden la desestimación de los comicios,  igual que Montoya. Todos, entre ellos el anciano y ultraderechista escritor Mario Vargas Llosa, pretenden deslegitimar el triunfo real, legítimo y democrático de Castillo, con maestría en Psicología Educativa y reconocido dirigente sindical del magisterio.

Lo que ocurre es una copia casi al calco de lo sucedido con el presidente Evo Morales en Bolivia, a quien le dieron un golpe de estado cívico-militar en horas luego de ser reelecto (y así se verificó después) solo que usando ahora un mayor tiempo de cálculo y sembrando el miedo en la población hacia todo lo que huela al sistema político venezolano, para ellos comunista.

La carta enviada al alto  mando militar recibió el rechazo del mandatario saliente y transitorio Francisco Sagasti, quien afirmó que ¨es inaceptable que personas retiradas de las Fuerzas Armadas pretenda incitar a los altos mandos para que quebranten el Estado de Derecho¨.

Olvidó, al parecer, que Fujimori se mantuvo en el poder gracias a la alianza no declarada entre el ministerio de Defensa nacional de un país pobre y sus mecenas en Washington, que los proveyeron tradicionalmente de armas y poder a cambio de información y colaboración en asumir una doctrina.

En el Perú, quienes desean el cambio –varios millones de seres humanos– son llamados terrucos y asociados automáticamente a la organización considerada terrorista Sendero Luminoso.

Es habitual en esa nación de 32 millones 131 mil 400 habitantes, una tradicional  satanización del “comunismo”, o sea, de la parte de los analfabetos políticos, entendido este sistema como todo lo que diferente a la línea neoliberal.

Este es el argumento mas usado contra Castillo, quien presentó como parte de su programa de gobierno la redacción de una nueva Constitución Nacional que derogue las décadas de esclavitud del neoliberalismo.

Los medios de comunicación masiva, y muy en especial el periódico El Comercio, trabajan para crear un candado mental que frene todo cambio, incluso el moderado y para ello utilizan a Keiko quien, aunque corrupta y con dos años de cárcel cumplidos por varios delitos, representa la libertad del mercado y la permanencia de privilegios en las clases dominantes.

Los residentes en Lima siempre se han distinguido por ser ultra conservadores y suelen alarmarse ante la mínima posibilidad de un cambio en sus rutinas económicas, amparados por Estados Unidos y su siempre presente Agencia Central de Inteligencia (CIA), con presencia visible en su embajada capitalina.

La neurosis política que ganó aun mas fuerza con el inesperado triunfo de un maestro de primaria nacido en Cajaramarca en una familia humilde, indica que Lima razona como sus elites y asume sus terrores clasistas. La comunicación imperante, luego repetida en las pancartas con que la derecha cogió las calles todo lo dicen: Abajo el comunismo, No queremos que nos quiten nuestras casas, Los niños pueden ser vendidos y otros lemas de la llamada guerra fría.

La propaganda hegemónica repite de manera constante enunciados claves para crear un miedo irracional, que activa reacciones primarias, pero también excluye y condena a grandes segmentos sociales a ciudadanía de segunda clase. O sea, a los ¨terrucos¨ y ¨comunistas¨, este último un sistema que no se ha instalado en país alguno en el planeta.

Varios politólogos coinciden en que los limeños solo  repiten lo que escuchan en la televisión. La propaganda, dijo el artículo  Hildebrandt en sus trece (Perú) parece insuflarles esa sensación altanera de autosuficiencia y sabiduría. .

Perú es, en estos momentos, una nación totalmente polarizada por los seguidores de Castillo y los de Fujimori, que cada vez pierde adeptos por su actitud soberbia y resentida.

En los últimos días, con iguales horarios, en las calles limeñas hay concentraciones de los dos polos que, hasta ahora, y a pesar de que los fujimoristas amenazan con tomar el Palacio presidencial, respetan sus entornos.

Sin embargo, una encuesta realizada por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) indican 69% de los peruanos desaprueba que la Fujimori todavía no haya admitido su derrota. En las zonas rurales la cifra subió hasta el 76%, según la publicación en el diario La República.

Según el periódico, es en las regiones campesinas donde la ex candidata presentó el mayor números de reclamos, al considerar, dice, que los funcionarios de mesa favorecieron a Castillo.

En Lima, donde es favorita, el 61% reprueba su resistencia a aceptar que perdió, ahora por tercera vez, la presidencia peruana.

El 53% de los ciudadanos estima que su partido Fuerza Popular, carece de fundamento para exigir la anulación de los resultados. De manera contundente, el 66% de los consultados cree en la legitimidad de las cifras.

Mientras, los peruanos en general están temerosos ante la situación que vive la nación andina, próxima a celebrar el bicentenario de su independencia, precisamente el 28 de julio, posiblemente en las calles.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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