Putin y las tres tazas

Las bravuconadas oficiales norteamericanas convertidas en política externa ya no tienen el impacto de decenios atrás.

Y es que, quiéralo o no Washington, la realidad global indica que el mundo marcha hacia una evidente multipolaridad, no importan las bravatas de aquellos que no se resignan a tratar como iguales al resto de los países y gobiernos del orbe.

De manera que el hecho de que políticos con firmes posiciones anti hegemonistas se mantengan en la palestra pública y gocen de amplia popularidad, no se aviene con las intenciones imperiales de preponderancia absoluta.

Por eso el anuncio este diciembre del hoy presidente ruso, Vladímir Putin, de que se presentará a las elecciones de marzo del próximo año para intentar lograr un cuarto mandato como jefe de Estado, no es una nada agradable noticia para los retrógrados de Occidente.

Si Putin resulta reelecto nuevamente, se mantendría en el poder hasta el 2024, lo que implica un pesado panorama para los cultores del hegemonismo.

El anuncio de las aspiraciones del actual líder ruso puso  fin a meses de rumores sobre el futuro de un dirigente que ejerce el poder ininterrumpidamente como presidente o primer ministro desde hace más de década y media.

Putin anunció su candidatura durante un encuentro con obreros de una fábrica en la ciudad de Nijni Novgorod, transmitido en directo por televisión del gigante euroasiático.

"Rusia seguirá adelante y en este movimiento hacia el futuro nadie la parará nunca", proclamó el jefe del Kremlin.

"Estoy siempre con ustedes", respondió a la pregunta de un ciudadano sobre si seguiría al frente del país.

Numerosos analistas destacan que son muy amplios los sectores rusos que alaban a Putin, quien llegó a la presidencia en el año 2000 en un país de autoridad inestable y economía debilitada como consecuencia de la disolución de la Unión Soviética y los desmanes de las oportunistas autoridades de turno, adheridas a las corrientes pro capitalistas dictadas desde Washington y el resto de Occidente, que entonces vivieron una verdadera orgía de júbilo con la presunción de que liquidarían para siempre a un poderoso Estado que estimaban y estiman un enemigo acérrimo.

Lo cierto es que bajo el mandato de Putin y sus colaboradores Rusia ha dado innegables saltos positivos en todas las áreas y ha retomado con fuerza los valores trascendentales de su historia, de manera de colocarse entre las potencias punteras de nuestros días, con una política externa apegada a la equidad, la justicia y la defensa de la autodeterminación, y contraria a los pujos intervencionistas de  quienes gustan de la agresión y la desestabilización globales.

Presidente de la Federación Rusa hasta el 2008, Putin fue después primer ministro durante la presidencia de Dmitri Medvédev, antes de volver a ser elegido jefe de Estado en 2012.

El influyente partido Rusia Unida ya anunció que apoyará la candidatura de Putin, mientras que Viacheslav Volodin, presidente de la Duma -la cámara baja del parlamento ruso- se declaró satisfecho por el anuncio del presidente, toda vez que en estos años, y bajo su dirección, Rusia ha repuntado como una potencia de primer orden.

En cuanto a las consideraciones de los enemigos de Rusia no es difícil imaginarlas, y van desde intentar todo tipo de presiones y actos hostiles contra Moscú, hasta presentar a Putin como una suerte de nuevo Zar apegado a un estilo tiránico y egocentrista…como si no fuesen Occidente y los Estados Unidos “ilustres cunas” de no pocos “ilustres déspotas y engreídos” capaces de proclamar su verdad como única, inamovible, absoluta y aplastante, incluso mediante el uso brutal de la guerra.