Otra vez al descubierto

Ciertamente el sitio digital WikiLeaks y su promotor Julian Assange se han convertido en un sonado dolor de cabeza para los pretendidos órganos de seguridad norteamericanos y su prolífero entramado de acciones soterradas.

Resultan tan “molestas” las periódicas revelaciones acerca de la cotidiana y grosera violación por la CIA y sus congéneres de los derechos y libertades individuales, asi como de sus múltiples manejos ingerencistas, que a su tiempo la ex candidada presidencial demócrata y ex Secretaria de Estado, Hillary Clinton, llegó a sugerir —dice que en broma— bombardear con el uso de drones militares la embajada ecuatoriana en Londres, donde Assange se refugia desde hace varios años para no ser procesado judicialmente por Washington y sus aliados.

Y un poco más acá, hace en realidad apenas unos días, entidades judiciales bajo el gobierno del presidente Donald Trump, han dado a conocer su intención de abrir una nueva y obstianada causa penal contra el fundador de WikiLeaks por sus incómodos develamientos.

Con todo, y a tono con su compromiso de sacar a la luz los sucios manejos de los grupos globales reaccionarios, WikiLeaks acaba de dar a conocer la existencia de una nueva herramienta informática creada por la CIA norteamericana para dar seguimiento y rastreo cladestinos a documentos creados con el popular programa Microsoft Office.

Según lo divulgado, la citada herramienta se domina Scribbles y está diseñada para permitir la introducción de etiquetas llamadas web beacon, incorporadas de forma invisible en páginas web o correos electrónicos, para realizar un seguimiento de quién los lee.

Se supo además que la última versión de la herramienta en cuestión corresponde al primero de marzo del año pasado, y debió permanecer clasificada durante medio siglo, es decir, hasta el año 2066.

Lo cierto es que este escándalo relacionado con la intromisión de la CIA en redes y equipos informáticos, así como con el uso de electrodomésticos equipados con cámaras y otros artilugios capaces de mostrar en vivo y en directo la vida y obra de cada usuario, estalló el pasado siete de marzo.

Entonces WikiLeaks divulgó unos nueve mil documentos contentivos de los pormenores de esta modalidad de “cosecha de información”, en lo que se conoció como Vault 7.

Una segunda entrega apareció poco después, el día 13, con el rótulo Dark Matter, en la que se hacía referencia a las técnicas desplegas por la Agencia para hackear dispositivos de Apple. 

El tercer episodio sacó a la luz el plan etiquetado como Marble Framework, referido a herramientas desarrolladas por la CIA para ocultar operaciones de hackeo, y en abril úiltimo fue publicado todo lo referente al programa Grasshopper para crear e inducir malware en Windows.

La quinta entrega listaba malware destinados a controlar diferentes dispositvos, y la sexta se refería a una herramienta para activar acciones de espionaje por intermedio de televisores Samsung.

Ahora, como ya vimos, la séptima de esta cadena de revelaciones muestra el malsano ingenio que apunta contra la privacidad de los usuarios de Microsoft Office.

Y luego, caramba, escúchelos bramar en todos los espacios disponibles contra pretendidos hacker rusos o chinos que “penetran el universo informático norteamericano para dañar la democracia, la seguridad y las prerrogativas personales” de los ciudadanos de la inocente, próspera y casta primera potencia capitalista.