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domingo, 6 de octubre de 2024

O tú, o yo

Madrid y Barcelona siguen el camino de la confrontación...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 28/10/2017
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Banderas  España y Cataluña
Los enconos y el enfrentamiento siguen siendo la nota entre Madrid y Barcelona.

La proclamación por el parlamento catalán de la independencia regional y la formación de un ente republicano, surgió este viernes paralela a las sesiones de las autoridades oficiales encabezadas por el derechista presidente Mariano Rajoy, en las cuales se determinó la ilegalidad del actual gobierno de Cataluña, la disolución del legislativo local, y la convocatoria a elecciones en esa zona para el próximo 21 de diciembre.

En otras palabras, que los enconos y el enfrentamiento siguen siendo la nota entre Madrid y Barcelona luego de la realización del referendo en el cual noventa por ciento de los votantes aprobaron la separación con relación a España, en medio de la violencia impuesta por las “fuerzas del orden” remitidas por la Moncloa para evitar la consulta popular.

Los episodios se han precipitado desde entonces, a pesar de que, en primera instancia, el gobierno catalán decidió posponer la proclamación de la independencia en el interés de propiciar un diálogo rechazado de plano por Rajoy, quien por estos días le ha tomado el gusto a esconder los trapos sucios de su administración tras el disfraz de “defensor a ultranza de la unidad territorial nacional y celoso guardián de las leyes.”

Lo cierto es que la reiterada amenaza de aplicar contra Cataluña el artículo 155 de la Constitución, que degrada la actual autonomía regional y pena al gobierno local, parece haber incentivado a los parlamentarios catalanes más radicales en materia de separatismo, de manera que se decidiesen a adoptar oficialmente la independencia  unilateral de su territorio.

En consecuencia, la tirantez y los choques están a la puerta en este peliagudo asunto.

Lo cierto es que para Cataluña materializar sus aspiraciones independentistas no se asoma como un camino fácil, y hasta ahora ninguna de las fuerzas políticas españolas concuerda con ese proyecto, aun cuando lo asumen desde diferentes visiones.

Para el movimiento Podemos, de izquierda, por ejemplo, está claro que el separatismo violenta la Carta Magna, y lo peor es que, como apunta su máximo dirigente, Pablo Iglesias, el reaccionario Partido Popular, PP, y su líder Mariano Rajoy, están aprovechando la coyuntura  para “tapar su actuación corrupta con la bandera española”, cuando la insatisfacción en Cataluña mucho tiene que ver con la actuación errática y delictiva de esa fuerza política derechista hoy en el gobierno.

Iglesias aboga entonces por un diálogo constructivo entre Barcelona y Madrid partiendo de reconocer la existencia de un importante sentimiento independentista entre los catalanes, y de la necesidad de dar prioridad a una batalla de argumentos que les haga entrar en razón y mantenga la unidad del país.

Por otro lado, como apuntan analistas y expertos, la independencia de Cataluña tendría severas consecuencias para ambos contendientes.

 En el caso catalán se produciría el nacimiento de una república que quedaría fuera de la Unión Europea, y por tanto exenta de los programas y políticas de esa entidad, fundamentalmente en los espacios económico, comercial y financiero.

Ello, entre otras cosas, promovería, como ya viene sucediendo, la mudanza a otras regiones españolas de las principales empresas y bancos radicados en Cataluña, con el lógico deterioro de las fuentes de ingreso y de trabajo para la región y sus ciudadanos.

Del otro lado, España perdería parte de su potencial industrial y técnico, sobre todo en el sector de la química, así como decisivas infraestructuras portuarias y aeroportuarias, junto a fundamentales atractivos para su sólido desempeño turístico.   

Además, vería afectadas sus fuentes energéticas, buena parte de ellas radicadas en suelo catalán, donde se ubican, entre otras instalaciones generadoras, dos de las seis plantas electronucleares ibéricas.

De manera que, sopesados los pros y los contras, y según algunos observadores, lo mejor para los contendientes sería darse un pausa, respirar profundo, calmar los nervios y enfriar la mente, de manera de encontrar una vía negociada y reposada para dirimir sus diferencias…solo que habría que determinar quién se atreve a ponerle el cascabel a semejante gato…


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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