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miércoles, 9 de octubre de 2024

No se trata de una ensalada

Macedonia se le llama, en el arte culinario, a la combinación variada de muchas frutas u otros alimentos...

Elsa Claro Madruga en Exclusivo 24/06/2018
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Grecia/Macedonia
Si la firma del acuerdo entre Tsipras (izquierda) y Zaev (derecha), fuera ratificado por los parlamentos de los dos países vecinos, la Antigua República Yugoslava de Macedonia pasaría a llamarse República de Macedonia del Norte (Foto: EFE).

Una moción de censura, sorteada por los pelos, fue uno de los obstáculos a vencer por el premier griego Alexis Tsipras, un personaje tomado años atrás con enormes esperanzas por su pueblo y sujeto hoy a las más agrias dudas. El devenir, como siempre, dirá si estuvo equivocado en sus tratos para sacar al país heleno de la crisis, o si debe comparecer ante un Olimpo moderno por alevosía.

Aunque es un asunto que este mismo año se prefigura entre aquellos a esclarecer, no es el tema económico el culpable de otra disputa en el ámbito parlamentario griego. Se trata esta vez de Macedonia, pequeño territorio emplazado en la abrupta geografía balcánica y cuya república apenas acuna a 2 millones de habitantes. Bien mirado, pudieron contar con un destino menos desapacible.

En lo adelante, el 17 de junio quizás se convierta en la fecha de un intento por dilucidar una de las últimas querellas vividas por quienes en su largo devenir recibieron en el siglo VI una masiva migración de eslavos que, según los historiadores, cambiaron la composición demográfica local, conformada hasta aquel momento por tracios, ilirios y griegos. Fueron parte del Imperio bizantino en la Edad Media y con el fin de la dominación romana pasa a control de Bulgaria, de la cual recibe una importante dote cultural.

Disputado por diversas fuerzas, tiene en su médula humana y territorial muchos componentes. Fue, también, una de las regiones invadidas por los turcos otomanos en el siglo XIV, dominación mantenida hasta fines del XIX. En 1918 pasa a mandato del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos y, tras la Segunda Guerra Mundial, es una de las 6 repúblicas yugoslavas.

Es a partir de entonces cuando se adentran en avances significativos para su desarrollo y pasan de ser área agrícola atrasada y pobre a obtener indiscutibles grados de industrialización y progreso general, bajo la fórmula del conocido como Socialismo Autogestionado que implantó el luchador antifascista Yosif Broz Tito.

Pese a esos beneficios, al desarraigarse de la despedazada Federación, durante la guerra con la cual Occidente se hace cargo de arruinar los restos de Yugoslavia a finales de los 90, estos eslavo-macedonios colaboran con la OTAN en ese propósito. A su vez, reciben el abrupto ingreso de miles de albanokosovares que intentaron fragmentarla con discutibles propósitos de autonomía a través de una corta pero feroz guerra.

Otro problema de su estreno en 1991 como Estado independiente se vincula con el nombre (República de Macedonia), pues Grecia se negó a que fuera registrada con esa denominación, por ser la misma de una de sus regiones originarias, cuna y forja de eminentes filósofos y guerreros (Aristóteles, Alejandro Magno) en la antigüedad. Se piensa que con el apelativo absorberían importantes trozos del mundo y los valores helénicos.

Probablemente los primeros ministros Alexis Tsipras y Zoran Zaev pensaron en varios momentos —se refirieron a ello en sus discursos— en las desavenencias sufridas entre Atenas y Skope, cuando se encontraron en Psarades, en la frontera del lado griego, para firmar un acuerdo destinado a concluir el incómodo contencioso.

Si de inicio la ONU denominó al Estado naciente en los años 90 como Antigua República Yugoslava de Macedonia, ahora se propone pase a llamarse República de Macedonia del Norte, si los respectivos parlamentos concluyen aprobándolo.

Pero la firma de este preacuerdo no estuvo rodeada de festejos pese al intento de ambientar el suceso con buenos auspicios. Ciudadanos y políticos de los dos lados están en contra de algo que a unos les trae cierto olor a concesiones, o se parece, aunque solo de forma nominativa, a otra de esas tramas irresolutas y escabrosas, como la que involucra a los greco y turco chipriotas.

A la firma asistió Federica Mogherini, jefa de la diplomacia europea, por cuanto Grecia es miembro de la UE, y los ¿neo-macedonios? aspiran a ingresar al Pacto Comunitario. También a la OTAN, posibilidades a quedar abiertas en cuanto Atenas no vete el acceso hacia ambas entidades.

Un tropiezo previsible se insinúa en el referéndum que deben hacer estos eslavo-macedonios. Ya Gjorge Ivanov, presidente del país implicado, se negó a firmar el citado pacto y la posibilidad de que la mayoría vote “no” en ese escrutinio popular es alta, repitiendo, en sus variantes y con motivaciones propias, lo acontecido en la zona norte de Chipre, pues en varias oportunidades no cuajó allí el intento de acomodar en una fórmula confederada a las dos comunidades.

Son casos distintos, habida cuenta de que la República Turca del Norte de Chipre fue ocupada por la fuerza en 1974 y nunca recibió reconocimiento de otros países, excepto de la propia Ankara. Pero la similitud con el nombre decidido (Macedonia del Norte) y el dado al trozo chipriota-turco, remite con o sin proponérselo a lo acontecido en la estratégica isla del Mediterráneo, donde las consultas públicas proponiendo avenencia no lograron prosperar hasta ahora.

Para los seres humanos nunca han sido muchos los imposibles, pero se vive una época de singularidades extremas. Nada es fácil de caminar y casi todo se convierte en fortuito. También, parece, es el destino de esta otra peripecia.


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Elsa Claro Madruga

Analista de temas internacionales


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