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martes, 8 de octubre de 2024

Los Alvarado van a balotaje en Costa Rica el 1º de abril

Por primera vez en la historia electoral quedan eliminados partidos tradicionales...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 07/02/2018
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Costa Rica elecciones afp
La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Costa Rica deja algunas sorpresas, quizás la más significativa es que por primera vez en la historia comicial ninguno de los dos partidos tradicionales, el Partido Liberación Nacional (PLN) y el Partido Unión Social Cristiana, irán a balotaje.

La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Costa Rica deja algunas sorpresas, quizás la más significativa es que por primera vez en la historia comicial ninguno de los dos partidos tradicionales, el Partido Liberación Nacional (PLN) y el Partido Unión Social Cristiana, irán a balotaje.

Esas dos agrupaciones han gobernado la nación tica desde la década de los 40 del pasado siglo y siempre, hasta ahora, llevaban candidato a la segunda vuelta en las presidenciales.

La antes llamada Suiza de América, cuando no había apostado allí el narcotráfico y la corrupción, nunca sufrió dictaduras militares en las décadas de los 70 y los 80 del pasado siglo, y no hubo golpe militar en más de 60 años. Tampoco tienen Fuerzas Armadas.

Sin embargo, en los últimos 25 años comenzaron a surgir nuevos partidos, pues no todo era tono rosa en la etapa llamada idílica en el país, entre ellos los que representan los dos aspirantes a la presidencia: el diputado evangelista Fabricio Alvarado, 43 años, del conservador Partido Restauración Nacional (PRN) y el oficialista Carlos Alvarado, 37 años, por el Partido Acción Ciudadana (PAC).

Aunque eran 13 los aspirantes, los electores decidieron el pasado día 4 por dos que tienen visiones diferentes en las soluciones a las problemáticas de la nación, y ya, en la recta final de la campaña, por un tema de interés humano en el que también difieren: la aceptación del matrimonio igualitario, repudiado por el Alvarado evangélico, y defendido por el Alvarado novelista y ex presidente ejecutivo de Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS).

Con criterios encontrados en la mayoría de las discusiones, el líder espiritual de las zonas rurales más necesitadas y el autor de cuatro novelas ofrecían sus programas de gobierno a una nación en la que, a pesar de ocupar el lugar 12 entre 155 evaluados en el Informe Mundial de la Felicidad de 2017, existe la pobreza y la desigualdad en la distribución de la renta.

El ultraderechista Alvarado, cantante de himnos religiosos devenidos baladas pop, periodista, constituyó una red de pequeñas iglesias evangélicas en zonas campesinas desde donde trata de dar solución, dice, a los problemas sociales, atrayendo a las personas de menores ingresos hacia su religión.

Debido al crecimiento del evangelismo en detrimento de la Iglesia Católica, este político, según las encuestas previas a las elecciones, tenía posibilidades de pasar a una segunda vuelta, con otros tres aspirantes en igual situación. Lo logró con el 24,7 % de los escrutinios a su favor. El más alto, pero insuficiente para ganar la presidencia, que exige un 40 % como mínimo.

El otro colocado, de igual apellido, con mayor experiencia política en las filas del PAC, parecía con pocas chances de pasar al balotaje, dadas las criticas del pueblo al presidente Luis Guillermo Solís por un grave caso de corrupción en su gobierno, su política neoliberal, y la inseguridad ciudadana. En el conteo alcanzó un 21.74 del porcentaje, muy próximo al religioso.

La base de su campaña era el rescate de los índices que permitieron a la nación centroamericana ser considerada la mas segura de América Latina, con una esperanza de vida de 79,4 años y un ingreso per cápita de 11 683 dólares, no hay analfabetismo y es una de las 20 naciones con más biodiversidad del mundo. Una cuarta parte de sus 51 100 km² es reserva natural protegida.

El otro Alvarado, único diputado del PRN en el Congreso Nacional, abogaba por eliminar la pobreza en que vive la quinta parte de la población —un 5,7 % en pobreza extrema y hasta un 7,9 % en la zona rural—, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos del país.

Empero, el pasado 9 de enero hubo un parteaguas en Costa Rica cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sugirió a 12 países latinoamericanos que permitieran el matrimonio igualitario. Según las posturas de los competidores, así se comportó el electorado en las urnas.

Si hasta entonces el aspirante oficialista no subía en las encuestas más allá de un 10 %, su defensa de la democratización de la sexualidad y su propuesta de “un país para todos”, caló en especial en la juventud, que, como por magia, juntó filas a su lado.

“Por la coyuntura y momento histórico, el país requerirá de un gobierno de unidad nacional, que lo haga para todos y todas las costarricenses, que lleve el diálogo, que respete las diferencias”, expresó Carlos Alvarado en su discurso de defensa de la resolución de la CIDH.

El líder evangélico, por su parte, también subió como la espuma cuando de manera airada, casi histérico, dijo que si ganaba las elecciones sacaría a Costa Rica de la CIDH por tratar que quebrar la familia y las leyes de las uniones de mujer y hombre, la única posibilidad sexual para él y su Iglesia.

Los discursos cambiaron en cuestión de horas. Los problemas de la nación quedaron a un lado y la lucha entre aspirantes se centró en el derecho de los homosexuales costarricenses a formar familia, una práctica extendida en numerosos países en el mundo.

Al predicador se han unido la gran mayoría de los partidos conservadores ticos, lo que hará más difícil la liza a su contrincante, quien confía, no obstante, en que gane la razón y no el fanatismo religioso.

Cualquiera que sea el triunfador tendrá como problema menor el matrimonio igualitario, pues en la antigua Suiza de América, hay ahora situaciones muy especiales que la equiparan con cualquier otro país latinoamericano.

Cierto es que esa nación posee indicadores envidiables, como carecer de analfabetismo, pero también lo es que, a contrapelo de lo que ocurre en el subcontinente, la desigualdad creció en la última década.

En opinión de Jorge Vargas Cullell, director de la Organización no Gubernamental (ONG) Programa Estado de la Nación, Costa Rica tuvo logros muy importantes en la segunda mitad del siglo XX, como el crecimiento de su economía y productividad, creó y amplió el estado de bienestar y consolidó una democracia política, conquistas que han ido desgastándose, apuntó, en el XXI.

“Uno de los principales problemas”, apuntó, “es que el sector externo se ha diversificado y modernizado, pero no ha logrado arrastrar al resto de la economía, al sector tradicional”.

Aunque la economía tica crece, genera pocos empleos. La tasa de desempleados es de 9,5 %, pero alcanza al 21,9 % de los más pobres.

En la actualidad el ingreso del 10% de las familias de más recursos es 32 veces mayor que el ingreso promedio del 10 % de las más pobres, indicó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Acostumbrados a vivir sin ejército ni policía desde 1948, la inseguridad deviene un problema social a enfrentar por el futuro gobierno.

Desde hace cinco años, los registros indican una tendencia al alza de los homicidios. El 2017 fue considerado el año mas violento de la historia con 12,1 muertes violentas (603) por cada 100 000 habitantes. Motivos: ajustes de cuentas entre delincuentes (48 %) y otro 25 % por enfrentamientos del narcotráfico.

La situación empeorará este año, según previsiones, pues en los primeros 22 días de enero ocurrieron 36 asesinatos.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista

Se han publicado 1 comentarios


Manuel Torres
 16/2/18 14:44

Cuando se trabaja en función de mejorar el sistema en el que vivimos, guiados por el gobierno Divino, el mundo llamara fanatismo a querer vivir adecuadamente ante los ojos de Dios y la sociedad. Exito fabricio

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