Con el ex mandatario Donald J. Trump y el actual inquilino de la Casa Blanca Joseph R. Biden, a todas luces, como los grandes rivales de la venidera elección presidencial en Estados Unidos (EE.UU.), comienzan a mostrarse de a poco los temas políticos que pudieran definir el camino hacia Washington.
De ahí que, si nos guiamos por las encuestas preelectorales, las discusiones en el Congreso y los propios discursos de los aspirantes, se pudiera asegurar sin temor alguno a la equivocación que el “asunto” de la migración se antoja uno de los temas cruciales de cara a los comicios del 5 de noviembre.
En realidad, no se trata de algo nuevo, pero sí llama la atención el impulso que ha venido cobrando, incluso a desde antes del comienzo de este año, a partir del auge de una narrativa empleada, tanto por el Partido Republicano como por el Demócrata, basada en la intimidación y el miedo.
Por eso, resulta totalmente entendible que la inmensa mayoría del electorado pondere esta cuestión por encima de otras como las relacionadas con la economía o la seguridad ciudadana. Y en ese sentido, los números son muy claros.
Un sondeo realizado por la Universidad de Monmouth de New Jersey arrojó que ocho de cada 10 estadounidenses—afiliados o no partidos políticos— ven la cuestión migratoria como un problema primordial. El 91 % entre los integrantes republicanos, el 41% de los demócratas y el 58 % de los que niegan filiación partidista consideran la inmigración indocumentada un “problema muy grave”.
De igual forma, el 28 % de lo más de mil encuestados vía telefónica por Gallup, estimó que el problema más grave del país es la inmigración, por delante de la economía, la inflación y otros factores sociales. Cifras similares a las que, en 20 años, esta empresa de asesoría y análisis registró en diciembre de 2019, cuando hubo un pico de cruces de indocumentados por la frontera sur.
Y es que solo en la gestión de Biden más de 6,3 millones de migrantes han sido detenidos tratando de entrar de forma ilegal a EE.UU. Una cifra mayor a la registrada en las administraciones de Trump, Barack Obama y George W. Bush.
De acuerdo a datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), en diciembre de 2023 se rompieron todos los récords, al contabilizarse 249 mil 785 detenciones por cruces irregulares; un aumento del 31% con respecto a noviembre y del 13% con respecto a diciembre de 2022, cuando se registró la anterior marca.
https://help.cbp.gov/s/?language=es
Una realidad de la que se ha valido el Partido Republicano y los detractores del gobierno demócrata en sentido general para atizar a un ejecutivo al que consideran incapaz y poco resolutivo.
Las más recientes confrontaciones comenzaron en 2021, cuando el gobernador del estado de Texas, Greg Abbott, lanzó la operación Lone Star, que consistió en activar a la Guardia Nacional para colocar boyas con pinchos metálicos en el río Bravo y alambre de púas en la orilla bajo la excusa de que el gobierno federal había abandonado su deber de proteger la frontera.
Pero para nada se trata de un hecho aislado, pues el mismo estado de Texas se enroló en una disputa legal con el gobierno federal para establecer una ley que les permita a los jueces locales emitir órdenes de deportación.
Mientras, otros estados republicanos como Florida, Oklahoma, Dakota del Sur y Montana han respaldado las acciones de Abbott. A finales de enero 25 gobernadores publicaron una declaración donde decían apoyarlo amparados en una cláusula de la Constitución que refiere que, ante una invasión, un estado tiene derecho a defenderse.
Además, desde 2022 el gobernador ha enviado en autobús desde Texas a ciudades como Nueva York, Chicago, Denver y los Ángeles a más de 100 mil migrantes. Una “iniciativa” replicada, también, por el gobernador de Florida, Marcos Rubio, lo que ha hecho extendido el problema de la inmigración sobrepase a los estados cercanos a las fronteras.
Se trata, claro está, de un punto de suma complejidad para cualquiera de los candidatos a la Casa Blanca, pero que se exacerba por la presencia de Trump y el despliegue de una retórica basada en propuestas radicales y conservadoras.
Tal y como hizo en 2016, el expresidente vuelve a usar la migración como un arma política más allá de la crisis evidente, y aspira a que la estrategia de entonces le vuelva a funcionar. El magnate inmobiliario ya ha dicho que, de regresar al ejecutivo, llevará a cabo la mayor deportación de la historia de los EE.UU, y ha colmado a quienes intentan entrar a la nación norteamericana de todo tipo de calificativos despectivos.
Sin embargo, habría que ver cuánto cala esta posición en el actual contexto y con una historia reciente que demuestra que posturas de ese tipo no le han funcionado del todo a los republicanos en los últimos procesos electorales (2018,2020 y 2022).
En tanto, a Biden se le reclama mayor protagonismo y capacidad de reacción ante el empuje de Grand Old Party. Su administración se antoja el típico ejemplo de cómo la realidad superó a las promesas electorales, pues nada o muy poco se cumplió del supuesto interés de revertir la política migratoria de Trump una vez asumiera el poder.
Ejemplo de ello lo fue el desmantelamiento del Título 42, que comenzó como medida sanitaria durante la pandemia de Covid-19 que permitía expulsar a los indocumentados sin permitirles solicitar asilo, y dejó de hacerse efectiva el 11 de mayo de 2023, dos años después de ocupar el Despacho Oval.
Si bien en los últimos meses el mandatario ha comenzado a emplear términos más agresivos para describir la situación en la frontera, quizá, con la intención de ganar a los votantes independientes y republicanos más moderados, le queda mucho por hacer.
Hoy su principal argumento consiste en el apoyo a una ambiciosa medida bipartidista que, a falta de una reforma migratoria integral, hubiera mejorado el panorama, pero que quedó frustrada en la Cámara de Representantes por la bancada republicana con la venia de Trump.
De todas formas, los principales causantes de la migración como la pobreza, el auge de la violencia, los efectos del cambio climático, el impacto duradero de la pandemia y las propias políticas estadounidenses se han mantenido como factores sin resolver a lo largo de los años. Y, visto lo visto, el panorama para los próximos se pinta mucho peor. Ni Trump ni Biden parecen tener la solución, por lo que nos esperan campañas electorales dispuestas a sacarle el jugo al delirio y al temor popular.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.