lunes, 30 de septiembre de 2024

La cara fea

Ankara agrede suelo sirio en lo que puede interpretarse como un renovado intento de sabotear un arreglo diplomático e insistir en desbancar a Damasco...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 17/02/2016
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No se trata solo de combates. Es evidente que Turquía, quien además contempla sumar tropas de Arabia Saudita a su nueva aventura bélica, insiste en hacer el juego a aquellos intereses que, aún cuando hablen de treguas y conversaciones sobre Siria, no han dejado atrás el inicial propósito de poner fin al gobierno legítimo del presidente Bashar al-Assad y “sacarse el peligro” que supone la ayuda militar directa de Rusia a Damasco.

En efecto, Ankara ha puesto en marcha una ofensiva castrense en las cercanías de la ciudad siria de Alepo que dice está dirigida contra los combatientes de origen kurdo, los cuales, junto al Ejército Nacional, han golpeado duramente a los terroristas del Estado Islámico, EI, dislocados en dicha área.

El objetivo —aducen las fuentes otomanas— es evitar que los grupos armados kurdos extiendan su control hasta la propia frontera turca e incentiven la lucha de sus compatriotas del otro lado de la divisoria.

Y, en cierta medida, ese interés particular debe formar parte de las metas de Ankara. Sin embargo, para nadie escapa que la pretendida ofensiva militar ocurre precisamente cuando contingentes del EI han debido abandonar apresuradamente Alepo ante la pujanza de los ataques de sus oponentes, que cuentan con el respaldo aéreo de Rusia, lo que supone que el ejército otomano reaccionó, en primera instancia, para proteger y apoyar a los terroristas en desgracia, tesis que cobra mayor peso cuando Arabia Saudita ha aceptado sumarse a los invasores en un grave paso que se adiciona a su calidad de fuerte financista y proveedor de los grupos yihadistas.

No pueden olvidarse tampoco las repetidas denuncias de que el territorio turco ha sido y es espacio de tránsito y refugio de los extremistas del Estado Islámico, y que importantes figuras otomanas están involucradas en el mercadeo ilegal del petróleo robado por el EI en Siria.

En consecuencia, lo que podría estarse cocinando con la invocación del dudoso “expansionismo kurdo” y la inaplazable “respuesta militar” es en realidad evitar el descalabro total de los yihadistas y promover la internacionalización abierta del titulado “conflicto interno” en Siria, con el involucramiento esencial de Turquía que —y no puede soslayarse por un instante— es uno de los integrantes más ásperos de la belicista Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN.

La ventisca se produce, además, en instantes en que se habla de esfuerzos internacionales para un posible cese del fuego en Siria, y durante la precaria ejecución en Europa de intentos de conversaciones entre Damasco y facciones opositoras para un arreglo político, acciones que tienen lugar cuando el gobierno de Bashar al-Assad puede exhibir victorias contundentes en el terreno de combate apoyadas materialmente por Rusia, lo que sin dudas no es del gusto de quienes iniciaron esta noria de violencia que ha devastado a toda una nación y que, con toda seguridad, prefiere aún el descalabro total de las legítimas autoridades locales.

Y mientras, como quien realiza un trámite de ocasión, Washington solicita de Ankara que detenga sus ataques, se cuida de no olvidar reclamar a los kurdos que sean prudentes en su avance, y señala a Moscú que evite atacar con sus aviones a lo que define como “grupos armados moderados”, en un contexto donde quienes agreden a Damasco representan una probada amalgama con características esencialmente extremistas, y en la cual las creaciones hegemonistas para Asia Central y Medio Oriente, Al Qaeda y el EI, tienen un papel más que preponderante.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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