Estados Unidos: De cuento en cuento

Joe Biden acaba de indicar al Pentágono un reacomodo de efectivos castrenses norteamericanos dislocados en Oriente Medio.

Ni siquiera en términos demagógicos y de simulación se habló ahora de “retiro” desde la actual Casa Blanca, como gustaba hacerlo el hoy defenestrado Donald Trump en sus tórridos días de campaña electoral frente a Hillary Clinton, al “criticar” las “inútiles guerras” de los Estados Unidos como parte de su pretendida campaña antiterrorista global, y el despliegue de sus efectivos bélicos en Europa para “cuidar de sus oportunistas aliados de la OTAN”.

En consecuencia, vale recordar que Trump nunca llevó a la práctica el prometido “gran retorno al país” de los chicos de uniforme remitidos al exterior.

De hecho, no movió un solo militar de Iraq a pesar de la insistencia en ese sentido del gobierno local, ni lo hizo en Afganistán luego de la concreción de un “sonado” acuerdo de paz con los Talibanes virtualmente paralizado desde su firma.

Mientras, en Siria ordenó a sus tropas ilegalmente dislocadas en ese país la ocupación de campos petroleros de los que hoy todavía los Estados Unidos roba abiertamente crudo ajeno, al tiempo que aúpa el separatismo kurdo y rearma y apadrina a los grupos extremistas opuestos a Damasco.

Según medios de prensa, el “reacomodo” militar externo de Joe Biden no parece andar precisamente en busca de remedios en los controvertidos parajes geográficos a que hemos hecho referencia (al menos no le parecen prioritarios), y en una fase inicial solo pretende retirar el despliegue de sistemas antimisiles y de otros artilugios de guerra dislocados en algunos de sus aliados regionales, para destinarlos a puntos que se consideran hoy mucho más prioritarios en su empeño de dominación supremacista global.

Porque el asunto no es precisamente rebajar tensiones en áreas infectadas de conflictos impuestos por USA, ni establecer una mirada más equilibrada y objetiva con relación a los sensibles y radicales cambios que sobrevienen en el planeta en materia geopolítica, sino mover piezas en el tablero para intentar frenar, mediatizar o diluir justo esa tormenta que huele a ostracismo definitivo para la primera potencia capitalista.

De hecho, analistas hacen notar que, con toda probabilidad, los efectivos gringos y sus pertrechos alejados de los actuales puntos de permanencia en el exterior, seguramente serán remitidos a la zona Asia Pacífico para acentuar la tirantez y la hostilidad con China (que en menos de ocho años será la primera locomotora económica del orbe), o al Este de Europa junto a otros aliados de la OTAN con planes de dislocarse a lo largo de la divisoria occidental de Rusia, otro coloso que forma recio muro contra las prácticas hegemonistas gringas.

De manera que el “movimiento” en marcha no implicará en nada más seguridad mundial, más espacio a la tranquilidad, ni más esperanza de arreglos sensatos y justos.

En todo caso es una nueva zanja para renovados y más complejos desasosiegos y peligros, como si ya no los hubiese en demasía en este, nuestro único y agujerado hogar común.