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martes, 1 de octubre de 2024

¡Heil OTAN!

La belicista Organización del Tratado de Atlántico Norte, sigue a pie juntillas las políticas hegemonistas Made in USA...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 21/05/2016
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Como quienes se sienten protegidos por la “palabra empeñada” del santo barón extraterritorial que les lidera, los integrantes europeos de la OTAN se siguen prestando al peligroso juego de cercar militarmente a Rusia, a quien la propaganda reaccionaria estigmatiza como un taimado agresor con relación a sus inmediatos vecinos.

Insólita y bochornosa actitud de esta nueva generación de políticos del Viejo Continente, que sin dudas ha perdido hace mucho tiempo los pocos lustres que le quedaban de sus añejos imperios, para apiñarse ahora en la cola del carro que timonea Washington a tono con sus propios y muy individuales intereses.

Generación que no solo ha olvidado las convocatorias autonómicas de algunos de sus predecesores con relación a la creciente tutela norteamericana, sino que además ha sepultado en el olvido más riesgoso la mar de legajos oficiales en los cuales, históricamente, los estregas estadounidenses planteaban sin menor rubor el “quemar” a sus socios euroccidentales en un conflicto con Moscú, de manera de recoger luego ellos –sanos e incólumes- los restos de lo que sobreviviese a la inducida destrucción mutua.

Pero bien, la irracionalidad, la carencia de escrúpulos y el deseo de ser cipayos parecen irrefrenables desde la orilla oeste del Atlántico hasta el Mar Báltico, Centro Europa, o los Balcanes y, en consecuencia, los otanistas locales insisten en apretar las tuercas a cuenta de la  posible ganancia de otros.

Así, una renovada “Marcha hacia el Este” (la soñada y truncada victoria hiteriana sobre la Unión Soviética) parece reeditarse por estos días, en que la OTAN sigue extendiéndose sobre las divisorias rusas, ahora con la inclusión en sus filas de Montenegro (una de las porciones de la desmembrada Yugoslavia), y la posibilidad de que también lo hagan en breve la ex república soviética de Georgia, y Macedonia.

La orden está dada, y el Secretario norteamericano de Estados, John Kerry, tuvo a bien hacerla pública precisamente con la inclusión montenegrina en la Alianza belicista. La OTAN, dijo, seguirá su despliegue hacia al oriente, sobre las fronteras de su actual oponente.

   Afanes expansionistas que, incluso, pretenden borrar la imagen de neutralidad de Suecia y colocar también  a  Estocolmo dentro de la recua adicta a prestar servicios gratuitos a Washington.

    Locura al fin, porque cuando hablan de forjar “la seguridad continental” para convencer a ingenuos o renegados, están soslayando intencionalmente que la estabilidad nunca será posible en una gran casa donde se le lanzan piedras y se intenta acosar a uno de los inquilinos más poderosos y con mayores recursos.

   Porque, sin dudas, Rusia no es solo la poderosa nación poseedora de uno de los arsenales atómicos más trascendentes del planeta, sino que también constituye para el occidente regional una fuente básica de suministros energéticos y otros elementos  indispensables para sus economías, además de ser un importante receptor de sus exportaciones.

    Como si fuera poco, está claro –y lo ha dicho más de una vez- que Moscú no permanecerá impasible frente a los peligros que le están sembrando ante a la puerta, y que sus capacidades de contundentes respuestas defensivas son suficientes como para poner a pensar a un posible agresor.

    Lo cierto es que, a la luz de la experiencia histórica, hay que ser iluso o sumamente irresponsable como para pensar que con hostilidad, amenazas y tretas sucias, se podría hacer ceder a una nación como Rusia, que pese a las severas vicisitudes políticas, económicas y éticas que  marcaron los primeros años de la llamada era pos-soviética, ha sabido recomponerse en todos los sentidos, reapropiarse de sus valores patrios, y no soslayar dogmáticamente espacios de su devenir como nación donde- pese a errores, insuficiencias, voluntarismos o endiosamientos- el pueblo no dejó nunca de dar muestras de su heroismo, nobleza y entrega como hacedor clave del país. 

 

    

 


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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