El blanco iraní

Una decena de fallecidos y cuarenta y dos heridos fue el saldo de la primera acción del terrorista Estado Islámico contra Irán, país que mantiene una vertical posición opuesta al extremismo confesional y que participa activamente en la defensa del territorio sirio contra la agresión externa.

Las acciones violentas fueron ejecutadas en Teherán contra la sede del parlamento nacional y el mausoleo erigido en honor al  ayatolá Ruhola Jomeini, figura cimera de la revolución islámica en la nación persa.

Se dijo que un grupo de terroristas disfrazados de mujer y armados con fusiles automáticos y explosivos irrumpieron en la sede del legislativo iraní, donde junto a los parlamentarios se encontraban muchos de sus familiares.

Los atacantes tomaron rehenes y al menos uno de ellos hizo detonar cargas atadas a su cuerpo. Los restantes resultaron finalmente abatidos por las fuerzas locales de seguridad.

Mientras, en el mausoleo, los dos agresores presentes en el lugar también fueron abatidos luego de dar muerte a un custodio del citado monumento.

De inmediato el gobierno de Teherán ordenó investigar el caso y redoblar la vigilancia nacional, mientras se dio a conocer la captura de otro pretendido comando terrorista que no llegó a actuar.

La cancillería iraní, por su parte, indicó que ese golpe redoblará los esfuerzos del país en la lucha global contra el terrorismo.

El ataque en Teherán se produce apenas unos días después de otro acto terrorista realizado en Gran Bretaña por tres extremistas que atropellaron y acuchillaron a civiles que transitaban por el emblemático puente de Londres.

Ocurre, además, a horas de conocerse la ruptura de relaciones diplomáticas con Catar por varias naciones árabes encabezadas por Arabia Saudita, al parecer enfurecidas con Doja por sus manifestaciones favorables a un entendimiento con Irán.

Como se sabe, Riad y otros gobernantes regionales de origen sunita se oponen a un papel trascendente de la nación persa en la convulsa problemática mesoriental y centro asiática, en sintonía con la ya prolongada agresividad de Washington hacia Irán.

Por demás, esa misma “coalición” ha facilitado los planes norteamericanos de utilizar el terrorismo islámico como un arma de primera línea en el interés hegemónico de controlar un área de enorme trascendencia geopolítica, no solo por sus grandes riquezas energéticas, sino también por ubicarse casi a las puertas de Rusia y China, los dos colosos que los círculos guerreristas norteamericanos consideran “enemigos claves” para sus aspiraciones absolutistas a  escala planetaria.

No obstante este primer golpe directo del Estado Islámico contra la nación iraní, y a tono con lo ya mostrado por Teherán frente a la hostilidad externa, en lo adelante los terroristas solo podrán esperar un mayor involucramiento de las autoridades persas en lograr la erradicación de semejantes agentes de la violencia desmedida y de las retorcidas prácticas imperiales que les han dado rienda suelta hasta convertirlos en una plaga universal.