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martes, 1 de octubre de 2024

Doble juego

Washington habla de arreglo en Siria, pero protege a los saboteadores y extremistas...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 26/06/2016
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Mucho se habla y escribe de la “colaboración ruso-norteamericana” para establecer un arreglo negociado en Siria, y hasta las altas esferas de Naciones Unidas se han involucrado a fondo en esa tarea, adicionalmente estimuladas por lo que consideran un entedimiento favorable entre influyentes naciones con un alto grado de presencia en el conflicto.

Sin embargo, si bien desde Moscú las señales que llegan son las de empeñarse en un trabajo honesto que conduzca a la pacificación siria sin menoscabo de su integridad y del derecho de sus ciudadanos a decidir sobre su suerte, del otro lado se hace cada vez más evidente que hablar de diálogo no es más que buscar un subterfugio que conduzca al ya conocido abrupto final trazado para Damasco por Washington, sus aliados otanistas, las satrapías árabes, y el sionismo israelí, con la oportunista colaboración de los denominados terroristas islámicos.

Como es sabido, el Kremlin no ha sido indiferente al drama sirio, y en debida concordancia con las autoridades de esa nación, y en instantes ciertamente críticos de la agresión externa contra el país, recolocó la balanza militar en su  lugar al poner a la disposición de Damasco sus aviones de combate y su cohetería de medio alcance contra el denominado Estado Islámico, EI, y  los contigentes de Al Nusra, la variante siria de Al Qaeda.

Luego, y para favorecer el diálogo y la inclusión de otros en el trabajo diplomático por la paz,  redujo el número de sus aparatos de combate, aun cuando no ha dejado de ejecutar misiones bélicas contra esas dos entidades terroristas, que se supone son combatidas también por los Estados Unidos y sus aliados previo entendimiento entre los  pretendidamente interesados en poner coto al EI y a los restantes grupos extremistas.

Sin embargo, y pese a sus enormes recursos, la Casa Blanca acaba de admitir que en varios sectores, incluido el frente de combate cercano a la ciudad de Alepo, no ha podido desligar a Al Nusra de los pretendidos rebeldes moderados sirios (la llamada oposición armada nacional) cuya representación en el escabroso diálogo político interno –dicho sea de paso- solo ha servido hasta ahora para sembrar escollos y demandar de Damasco concesiones inaceptables.

Al respecto, y en declaraciones públicas, el canciller ruso, Serguei Labrov, indicó días atrás que la inexplicable ineficacia de los militares norteamericanos para aislar y exterminar a Al Nusra solo se entiende a partir del desinterés de los Estados Unidos de destruir el terrorismo en Siria, por lo que la situación ha derivado en un total círculo vicioso.

En consecuencia, pretendidos rebeldes sirios y terroristas comparten los mismos espacios y, con toda seguridad, también la logística y el apoyo de los enemigos externos del gobierno del presidente Bashar El Assad, en cumplimiento de un plan agresivo que ahora intenta precisamente proteger a los mercenarios de los ataques aéreos rusos al mezclarlos con los “opositores” amparados por el alto al fuego vigente desde hace semanas.

Se trata, en pocas palabras, de establecer una cortina de seguridad sobre una agrupación extrema cuya matriz es la que, según las versiones oficiales vigentes, liderada por Osama Bin Laden, destrozó las Torres Gemelas y un sector del Pentágono el 11 de septiembre de 2001.

Y, sencillamente, porque los grupos norteamericanos de poder no han dejado atrás el padrinazgo de los terroristas a escala global, y esperan que, en un futuro mediato, Al Nusra, ya sea “al natural” o bajo cualquier disfraz, siga actuando contra las autoridades legítimas de Siria hasta lograr su derrocamiento.

Desde luego, vale solo recordar que existen plazos, y si terroristas y rebeldes no pueden o no quieren separarse a partir de la burda tolerancia Made in USA, evidentemente Moscú podrá, entonces, sentirse con las manos libres como para emprenderla militarmente contra Al Nusra esté donde y con quien esté, sin que  nadie pueda aducir que sin razón alguna se ataca a los “moderados”.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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