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domingo, 6 de octubre de 2024

Del cielo al suelo

El joven presidente francés, Emmanuel Macron, no parece ser ya la estrella política que muchos creyeron percibir...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 30/08/2017
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Macron, retrato
Por demás, no pocos ya acusan a Macron de intentar establecer un gobierno de corte unipersonal.

En efecto, así lo consideran no pocos analistas y muchísimos más ciudadanos galos, que en reciente encuesta determinaron que el estadista de menos de cuarenta años de edad resulta hoy el presidente en funciones con uno de los menores índices de aceptación luego de sus primeros meses de desempeño.

Vale recordar que como líder centrista, Macron logró imponerse en las recientes eleciones generales —y en segunda vuelta— a la candidata ultraconservadora Marine Le Pen, y que su arribo a la primera magistratura despertó no pocas esperanzas de cambio a tono con una imagen dinámica y fresca, en un escenario político hastiado de tradicionalismos y repetidos esquemas.

Sin embargo, es evidente que las medidas adoptadas por Macron desde su investidura indican una verdad que los más objetivos no dejaron de subrayar durante la disputa electoral: se trata de un hombre del sistema, y “su meta no es otra que aplicar el programa de la Unión Europea”.

Es decir, añaden las mismas fuentes, actuar en consonancia con una “Europa neoliberal que cuenta con un amplio rechazo en Francia, como lo demostró el voto negativo de los franceses durante el referéndum de la Constitución europea en 2005”.

De hecho, el nóvel estadista ya ha dado muestras claras de por dónde conducirá el futuro del país, al adoptar numerosos cortes de gastos públicos destinados a bajar el déficit fiscal hasta poco menos de tres por ciento, de acuerdo con los requerimientos de la UE, al tiempo que, contradictoriamente, ha ofrecido eliminar sensiblemente los impuestos sobre todo patrimonio superior a 1,3 millones de euros.

Un programa que, además, en sus primeras disposiciones impuso un recorte a los fondos de ayuda al alquiler de viviendas (que perciben no menos de seis millones y medio de ciudadanos, entre ellos 800 000 estudiantes) provocó la renuncia del jefe de las fuerzas armadas, Pierre de Villiers, al disminuir los gastos de defensa, y se prepara para asumir otras bajas contempladas en su proyecto de reforma laboral que, a juicio de fuentes sindicales, “solo servirá para fragilizar los derechos de los trabajadores y colocar a los empleados en una situación más vulnerable frente a los patrones”.

Por demás, no pocos ya acusan a Macron de intentar establecer un gobierno de corte unipersonal, y aseguran que el presidente, junto a Alexis Kohler, secretario general del Elíseo, e Ismael Emelien, su consejero especial, concentran todo el poder y mantienen una vigilancia estrecha sobre cada entidad ministerial.

Según algunos estudiosos, si bien los franceses se quejaban de una suerte de vacío de poder durante el precedente gobierno del socialista François Hollande, ahora no se sienten atraídos por este exceso de tutelaje que emana de la primera figura del Estado.

Mientras, en el escenario político galo parecería ocurrir un reacomodo interesante de fuerzas, a partir de los comicios más recientes que dieron la victoria a Macron.

Así, en el seno del legislativo, el movimiento Francia Insumisa, liderado por Jean-Luc Mélenchon, que disputó hasta última hora con los dos candidatos que fueron a segunda vuelta, ha devenido el líder de la oposición a las actuales autoriades debido al desgaste de los partidos tradicionales.

Para el analista político Philippe Breton, citado por más de una agencia informativa, se trata de que “el Partido Socialista prácticamente ya no existe, la derecha republicana no sabe cuál es su línea política, y al Frente Nacional ya no se le escucha, lo que ha permitido que Francia Insumisa asuma un gran protagonismo”.

“Una noticia nada agradable para las autoridades del Eliseo”, añade Breton, toda vez que si el hoy presidente hubiera confrontado a Mélenchon en lugar de a Marine Le Pen en la segunda ronda de las presidenciales, el resultado hubiera sido menos predecible”.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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