De victorias y retos

Apenas a tres meses del anuncio de que los extremistas del Estado Islámico, EI, fueron abatidos en los puntos urbanos que ocupaban en Siria, el Ejército Nacional acaba de informar este febrero que ese grupo terrorista resultó eliminado totalmente en las estratégicas regiones de Hama, en el centro, y Alepo, en el norte de la geografía local.

Junto a la destrucción del EI en ambas provincias, también fueron borrados del mapa numerosos contingentes de Al Nusra, la versión siria de Al Qaeda, y que ahora se denomina Frente Fath Al-Sham, entrelazado con los efectivos de los titulados “opositores armados” que se proyectan como  presuntos no practicantes de actos de vandalismo y violencia desmedida.

Estas exitosas operaciones militares de las tropas de Damasco en Hamas, Alepo e Iblid, esta última en el noroeste y considerada el principal bastión de los denominados “rebeldes sirios”, han implicado la liberación de más de 850 kilómetros cuadrados de suelo nacional y el posible regreso de numerosos civiles desplazados a sus lugares de origen.

Desde luego, no queda poco por lograr aún en el terreno bélico para cimentar la total soberanía de Siria frente a los agresores externos y los grupos terroristas.

Debe recordarse que en la zona que ocupan los kurdos sirios opera ilegalmente la titulada Coalición Internacional que lidera Estados Unidos, cuyo añejo plan de “balcanización” de Siria suma ahora el intento de alentar, armar y entrenar a elementos reaccionarios de esa etnia como un nuevo instrumento a favor de sus apetencias hegemonistas.

Una decisión que causó una repetida irrupción no solicitada de tropas turcas en territorio sirio, cuando el gobierno de Ankara se negó a admitir el plan de Washington de establecer en la zona una pretendida “fuerza fronteriza kurda” de no menos de treinta mil efectivos.

Vale subrayar que para Turquía la existencia de milicias kurdas constituye una seria amenaza a su estabilidad interna como consecuencia de su largo conflicto con los kurdos que viven en su territorio.

De manera que para Siria y sus aliados de Rusia, Irán y el Hizbolá libanés, la tarea militar no ha concluido del todo, de ahí que Moscú trabaje aceleradamente en al fortalecimiento de sus bases castrenses en esa nación mesoriental, mientras Teherán y los combatiente libaneses permanecen activos en sus puestos de combate.

No obstante, el resultado de todos estos años de destructiva guerra ya ha marcado un hito trascendente en nuestro tiempo histórico, y se trata del hecho de que en Siria, según no pocos analistas, quedó sepultado el mundo unipolar Made in USA vigente desde la disolución de la Unión Soviética en la última década del pasado siglo.

Y los encargados de suscribir su final, añaden las mismas fuentes, fueron esencialmente Rusia y China, que alertados, entre otros dislates, por la aventura injerencista en Libia, aplicaron seis vetos en el Consejo de Seguridad a las peticiones gringas de sanciones y ataques contra Damasco, mientras que Moscú interceptaba sin mucho barullo, el 3 de septiembre de 2013, dos misiles estadounidenses lanzados contra Siria desde sus bases militares radicadas en España.

Era el comienzo del fin del enunciado hecho por Hillary Clinton en diciembre de 2012 desde su puesto de Secretaria del Departamento de Estado de la administración Obama, en el cual indicaba que “la mejor manera de ayudar a Israel es apoyando al pueblo sirio para que derroque al dictador Bashar el Assad. Con su vida y la de su familia en peligro, la amenaza o el uso de la fuerza harán cambiar de opinión al sátrapa de Damasco.”

Fue así como, según declaró públicamente el ex jefe de la inteligencia militar norteamericana, Michael Flynn al canal televisivo Al Jazira, “la Casa Blanca se arriesgó a armar a los rebeldes a sabiendas de que en su seno podían surgir grupos como el Estado Islámico. Dicho de otra manera, lejos de ser un monstruo salido de los misterios del Oriente, el EI sería la criatura de los Estados Unidos en un guión comprable al nacimiento de Al Qaeda en Afganistán durante los años ochenta.”