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miércoles, 9 de octubre de 2024

Cuando no hay punto final

Aunque hacía falta, no hablaron de la reforma del euro. El dilema migratorio absorbió todas las energías de los dirigentes europeos...

Elsa Claro Madruga en Exclusivo 30/06/2018
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El 85 % de los refugiados en todo el planeta fueron acogidos por regiones en desarrollo

Puede parecer insólito pero el 85 % de los refugiados en todo el planeta fueron acogidos por regiones en desarrollo. Pakistán, Uganda y Líbano, o el asediado Irán, son los principales sitios de recepción para personas que huyen de graves conflictos en sus países de origen. No será sorprendente pero sí una curiosidad que ninguno de esos receptores humanitarios haya hecho una alharaca tan difundida, como las vistas en los últimos años y en recientes semanas por parte de varias naciones europeas.

Comparativamente, en el año en curso no se ha confrontado la situación más grave del problema. Durante el 2017 hubo un descenso del 44 % en las solicitudes de ayuda (728 470). En el 2016 sobrepasaron el millón. Concluyendo el primer semestre del 2018, fueron unas 43 000 personas las que intentaron llegar a Europa a través del Mediterráneo, océano donde hay tenebrosos cálculos de víctimas que jamás serán contabilizadas.

Turquía y Alemania son las otras dos naciones que mayor cifra de desplazados aceptaron. Ankara por vecindad con Siria y debido al acuerdo con la Unión Europea que le trasladará mil millones de euros para que atienda a los sirios socorridos. Berlín, en tanto, tuvo e impulsó una de las políticas de admisión de mayor envergadura, con el rechazo tajante de los países este-europeos y ahora por parte de Italia y Austria.

A la canciller Ángela Merkel le crecieron oponentes también dentro de Alemania. Su altruismo, según unos, conveniencia demográfica o tradiciones, en el parecer de otros, fue muy bien aprovechada por la ultraderecha que incentivó sentimientos xenófobos con la calculada tesis de que los extranjeros traen criminalidad y roban puestos de trabajo. Ese discurso les propició adeptos y lograron ingresar al poder legislativo con diputados por primera vez desde 1948. Por otro lado, el ministro de Interior, Horst Seehofer, le pide la cabeza a Ángela Merkel y pretende expulsar a quien llegue a las fronteras germanas.

Esa diferencia no está por completo dirimida aunque se haya arribado a un acuerdo en la Cumbre de Líderes de la Unión Europea recién cerrada en Bruselas. Para el flamante presidente del gobierno español, Pedro Sánchez: “No es el mejor de los acuerdos pero es un acuerdo importante que camina en la dirección de continuar dando una perspectiva europea a un desafío europeo como es el de la migración”.

El convenio de marras establece la creación “voluntaria” de centros “controlados” donde se decantarán aquellos requeridos de protección, diferenciándoles de los inmigrantes económicos. Estos últimos serán devueltos a sus países de origen. No se explica la diferencia entre esas instalaciones y los establecimientos que ya existen o fueron clausurados luego de ser criticados por organismos humanitarios.

Como lo pactado plantea que también es voluntario el traslado de los eventuales refugiados desde esos centros hacia equis Estado de los 27 de la UE, hay muchas dudas sobre el modo de implementar tan decisivo aspecto.

El pasado fin de semana, en reunión informal de 16 miembros de la Unión Europea (UE), se hizo referencia a “plataformas de desembarco”. Al respecto hay imprecisiones mayores en lo ahora consensuado. El texto afirma: “El Consejo Europeo pide al Consejo (de la UE) y a la Comisión explorar rápidamente el concepto de las plataformas de desembarco regional, en estrecha cooperación con países terceros relevantes, así como con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y la Organización Internacional para las Migraciones”. Solo esto añade muchas interrogantes.

En consideraciones más profanas, los jefes de Estado y Gobierno pidieron esfuerzos adicionales para fortificar el acuerdo suscrito con Turquía, dado que una vez puesto en marcha fue decisivo para disminuir los flujos humanos que en el 2015 tanto alarmaron al Viejo Continente.

De igual forma se comprometen a entregar 500 millones de euros al fondo fiduciario de la UE para África. Si hasta el momento ese financiamiento se dirigía sobre todo a la gestión de impedir las salidas, parecen haber cobrado noción de lo insuficiente de esa medida y se habla sobre aumentar el alcance y la calidad de la cooperación con el llamado Continente Negro. Eso implica, entre varias iniciativas, aumentar las inversiones para favorecer en cierta medida el desarrollo.

Sin desdorar —como diría mi abuela— las buenas intenciones, resulta notable la falta de mención a otras causas de los fuertes desplazamientos, cuya mayoría se encuentra en naciones con guerras impuestas o gestadas desde fuera. Afganistán, Irak y Siria encabezan la lista de los obligados a huir. Le siguen nigerianos y malienses, donde tampoco faltan graves situaciones ni influjo externo.

Quienes olvidan que los palestinos son la mayor comunidad de refugiados del mundo (6 millones) sitúan a Siria (alrededor de 5,5 millones) como la principal procedencia de expatriados involuntarios. Le sigue Afganistán (2,5 millones) y después se encuentra Sudán del Sur (1,4 millones). Dato interesante: países pequeños como el Líbano tienen más de un millón de refugiados, y otro que tampoco goza de anchuras, Jordania, es callado receptor de personas sujetas a graves riesgos.

Esas cantidades y los sitios de donde vienen indican con claridad que fueron, ante todo, víctimas de invasiones externas o conflictos favorecidos por razones geoestratégicas u otros intereses, tal cual sucede hace mucho también en Latinoamérica, aunque Donald Trump haga tanto estruendo que parece asunto reciente. Luego, las medidas suscritas hacen posible ciertos reacomodos, pero no son una solución ni traerán la deseable armonía dentro de la UE. El tema se queda con los puntos suspensivos de siempre, lamentablemente.

 


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Elsa Claro Madruga

Analista de temas internacionales


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