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miércoles, 2 de octubre de 2024

Al son de la conveniencia

La manipulación mediática es otra arma preferente de Washington en el afán de abatir a Rusia...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 26/09/2016
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Como para que no quepan dudas (si alguien aún las tenía) Barack Obama se encargó este septiembre, y nada menos que ante el plenario de la ONU, de proyectar la visión oficial estadounidense de que Moscú constituye un peligroso oponente ávido de “glorias pasadas” y empeñado en recobrarlas mediante el uso de la violencia a escala universal.

Lo dijo casi al mismo tiempo que el trapiche mediático hegemonista, calzado por varios voceros oficiales estadounidenses, intentaba crucificar públicamente y sin alternativa al Kremlin por el ataque contra un convoy humanitario de la ONU en la ciudad siria de Aleppo, y apenas días después de que el Pentágono debió admitir sus bombardeos a tropas sirias enfrentadas a grupos terroristas en la región de Deir al-Zur, lo que incluso permitió un efímero avance a los extremistas que el propio Washington y sus aliados han armado, entrenado y protegido por largos años.

Sin embargo, bastaron los elementos aportados por Rusia sobre lo acontecido para que el embate en su contra pasara casi al olvido. Y es de tontos suponer que la tecnología militar rusa que actúa en Siria contra el Estado Islámico y otras agrupaciones fanáticas no hubiera detectado segundo a segundo lo ocurrido.

Hoy se sabe, y ahí seguramente radica el repentino segundo plano del desmadre publicitario hegemónico, que un dron ruso siguió todo el recorrido del convoy humanitario hasta su llegada a Aleppo y su internamiento en un área batida por el fuego de los extremistas de Al Nusra (la versión siria de Al Qaeda).

Que, además, los medios rusos de detección revelaron que sobre el lugar de los hechos, y mientras acontecían, voló sin mayor justificación lógica un avión no tripulado del tipo Predator perteneciente a la titulada “Coalición antiterrorista” liderada por los Estados Unidos.

El dron occidental, detallaron las mismas fuentes, operó por largo rato a una altura de tres mil 600 metros y procedía de la base aérea de Incirlik, ubicada en la ciudad turca de Adana.

Por si fuera poco, el sistema de análisis de información ruso se muestra convencido de que por los destrozos, los fragmentos de metralla, la direción del ataque y  el desplazamiento de las ondas expansivas, el bombardeo contra los vehículos de Naciones Unidas fue realizado con el uso de municiones terrestres “en forma de bombona de gas llena de clavos, tornillos y tuercas” y lanzadas desde “trípodes de fabricación convencional”, medios muy utilizados por los grupos terroristas que operan en Siria.

Y como, al parecer, los que se apresuraron a estigmatizar a Moscú no tienen todavía respuestas a tal cúmulo de datos o nunca logren cuajar una versión realmente sólida, es de esperar que tal vez el alboroto en torno al ataque al convoy de la ONU pase a mejor vida y sea sepultado por otros “temas de interés” fraguados por el aparato mediático imperial.

De hecho, cuando se escriben estas líneas, ya corrían diferentes versiones acerca de la “llegada de tropas rusas a la ciudad de Aleppo” para apoyar al ejército terrestre sirio en la tarea de eliminar a los golpeados focos terroristas, y del “despliegue de bombarderos rusos en la base militar iraní de Hamadán”, informes ambos ligados tal vez al siempre vigente intento de “demostrar” el presunto expansionismo de Moscú en Asia Central y Oriente Medio.

Aunque, vale decirlo por lo claro, si ambas notas son ciertas, corresponde solo a los tres involucrados, todos países soberanos, la prerrogativa de aceptar o brindar el apoyo que cada cual admita o decida contra una brutal y destructiva agresividad externa.

Adicionalmente, y en lo que compete a Rusia, tampoco nadie puede cuestionar que legalmente utilice todos los recursos que considere para defender la estabilidad y el equilibrio en zonas de alta sensibilidad geoestratégica. Al fin y al cabo, Oriente Medio, Asia Central y Europa del Este están muy cerca o sobre las divisorias rusas, y no precisamente a las puertas de las fronteras norteamericanas.

Por demás, ya no es tiempo de pretender convencer a Moscú de que no debe alarmarse por los propósitos de la desbocada ejecutoria externa de Washington, como lo intentaron alguna vez voceros oficiales norteamericanos a poco del despliegue del sistema antibalístico Made in USA en el viejo Continente, tal vez creídos (ellos siempre tan avispados y sobresalientes) de que el “tonto” Misha se amansaría ante la cercanía del collar de hierro con solo un sorbo de “miel retórica”.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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