sábado, 21 de septiembre de 2024

A la caza de apoyo

La reforma migratoria norteamericana sigue su controvertido curso, estrechamente ligado al oportunismo político...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 08/07/2013
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Frontera EEUU Méxio, migración
Miles de personas siguen intentando llegar a los EE.UU. de forma ilegal cada año.

Si se pasa revista a la actual discusión legislativa en torno a la titulada reforma migratoria estadounidense, parecería más una controversia en busca de simpatizantes, que el debate de un asunto de extrema importancia nacional en un país que, por demás, no ha dejado de atizar la llegada masiva de emigrantes.

Porque ciertamente, ya sea con sus reiteradas e intensas políticas de explotación a ajenos, el robo sistemático de inteligencias foráneas, o la intensa propaganda que intenta proyectarle como “paraíso global de las oportunidades y el consumo”, entre otras razones, los Estados Unidos ha sido y es un punto clave de recalo para millones de personas de todas partes del orbe.

En consecuencia, no es extraño ni actual el cotidiano número de extranjeros que sin documentación legal alguna busca labrarse un porvenir en la primera potencia capitalista del orbe. Una masa humana que, por demás, suma un importante potencial político que se considera utilizable por cualquiera que se haga eco de algunas de sus reivindicaciones.

Hay que recordar en este sentido,  que la promesa de un cambio en las legislaciones norteamericanas relativas a los indocumentados fue un ofrecimiento del repitente presidente Barack Obama en su primer período, de manera de agenciar a los demócratas buena parte de los once millones de posibles votantes que generaría la  entrega de la ciudadanía a esa cifra de foráneos radicados actualmente sin autorización legal en el país.

Y la recta final sobre el asunto parecería decidirse con la planeada discusión de la reforma en la Cámara de Representantes, luego que el Senado le diera su visto bueno a fines de este junio con sesenta y ocho votos a favor, entre ellos catorce de legisladores republicanos.

Desde luego, ni pensar en una ley expedita para los indocumentados. De hecho, se verían envueltos en un proceso que pude alargarse más de una década para aportar soluciones favorables a sus personas, en tanto se destinan nuevas partidas multimillonarias para reforzar la vigilancia fronteriza, elevar el número de patrullas armadas, alargar el muro en la divisoria con México y aplicar nuevas tecnología de localización y captura contra quienes pretenden llegar al país por vías no dispuestas.

Para Obama, la aprobación de esta ley resultaría un elemento importante, ya no solo porque haría de los Demócratas los “protectores” de los emigrados ilegales, sino porque además su adopción se produciría en medio de los escándalos que enfrenta la administración por  actos de espionaje contra su propios ciudadanos, y por el acendrado tratamiento abusivo a los retenidos en la ilegal base naval de Guantánamo por presuntos vínculos con el terrorismo, entre otros desagradables episodios.

Mientras, los republicanos parecerían abocados a una encerrona. Si bien han logrado sumar medidas represivas netas a cambio de la aceptación de un denso y prolongado proceso de entrega de ciudadanías, todavía el voto a favor no está claro en el seno de la Cámara de Representantes, al punto que en reciente comentario, el rotativo The Washington Post les advirtió que de oponerse a la letra ya debatida en el Senado, podrían alejarse indefinidamente de un retorno a la Casa Blanca al enfurecer a los votantes de origen hispano, muy expectantes del curso final de los debates.

En consecuencia, todas estas consideraciones refuerzan el criterio de que la reforma migratoria en análisis por el Congreso de la Unión, no pasa de ser una de las viejas ofertas de fondo demagógico que suelen agitar los grupos políticos en pugna entre aquellos que, al son de las engañifas, suelen depositar sus votos por los que más prometan.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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