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martes, 1 de octubre de 2024

Peligro en Zona Franca (+Fotos)

Inexplicable y desafiante, la exposición en San Carlos de la Cabaña nos plantea la esencia del arte contemporáneo: el riesgo constante que ofrece la obra

Abel Lescaille Rabell en Exclusivo 28/05/2015
1 comentarios
Zona Franca 03
Zona Franca ofrece interesantes propuestas de arte comteporáneo. (Fernando Medina Fernández / Cubahora)

Zona Franca es uno de los proyectos de la Duodécima Bienal de la Habana distinto al espacio que abarca Detrás del Muro. En San Carlos de la Cabaña suceden cosas diferentes, el arte tiene una función más contemplativa, distante de la interacción tan común de la mayoría de las propuestas que se han instalado en la franja del malecón habanero.

Esta condición no le resta atractivo, ya desde la entrada, quizá por las banderas alegóricas y las primeras instalaciones a la vista, se puede percibir buena parte de la emoción que suscita un evento cada vez más cercano a la gente.

Hay mucho de inexplicable en todo lo que se exhibe, soberano y desafiante, ante la sensibilidad de quien esté dispuesto a cruzar el límite que nos pone de antemano la esencia del arte contemporáneo: el peligro constante que ofrece la obra.

Aun cuando las sombras proyectadas en el pabellón de (Ernesto) Rancaño parezcan inofensivas, y los desgarradores mensajes de Jeff (José Emilio Fuentes Fonseca) se presenten en óleos y fotografías simples, estos nos exponen a la posibilidad de perder la razón, de cavilar sin sentido, de malinterpretar lo que se nos propone de una forma tan arbitraria como nos permita la conciencia; de odiar, de censurar nuestros gustos y nuestros límites.

En peligro estamos también, por ejemplo, de caer sobre nuestro propio reflejo en los espejos quebrados por cientos de pisadas, luego de que Mabel Poblet decidiera colocarlos en el suelo; de sentir miedo ante el proyecto que nos propone Carlos Guzmán en “Toda la tristeza es una demolición”, a pesar de que, en este caso, la atmósfera sombría, la extravagancia y el otoño en las hojas, sean solo un simulacro y un pretexto para hacernos tambalear el coraje de soñar y tirarnos arena sobre la mejor ternura.

Hay una realidad, la sede de la Cabaña no alcanza a conectar del mismo modo que lo hacen las instalaciones en Detrás del Muro, quizá por las pretensiones perseguidas por una curaduría más conspicua. En la franja del litoral lo interesante no suele ser el arte en sí, sino lo que la gente hace con el arte: la personas tumbadas sobre la arena de una playa artificial, deslizándose en el hielo apócrifo de la zona fría, encaramadas en las postas de vigilancia, sentadas en los bancos cubiertos por las luces de neones de diferente países.

Zona Franca viene a confirmar que nada hay tan engañoso en el arte como el problema de la comunicación y de la búsqueda de le mot juste(la palabra exacta) para cada concepto; aquí no funcionaría el viejo conflicto planteado por Malinowski que supone hallar una señal que se ajuste a nuestra percepción y sea un instrumento útil para el esclarecimiento en vez de un obstáculo para la comprensión.

Sospecho que a los artistas no les interesa demasiado comunicar, tan centrados como están en proponer y desatar sensaciones. Allí el arte es, en cualquier caso, una declaración de egoísmo. Lo es, aun cuando nos permita participar, aun cuando logramos apropiarnos de su esencia.

Si al malecón vamos a patinar y fotografiarnos con las instalaciones, a la Fortaleza vamos a aceptar el reto de los artistas, a reflexionar una vez más en torno a los signos en que se nos presenta la belleza, a conmovernos ante la eminencia de unas sensaciones que quizás nunca lleguen a repetirse.


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Abel Lescaille Rabell

Se han publicado 1 comentarios


elizabeth
 29/5/15 21:26

hola, tuve la oportunidad de estar en la inaguracion de la bienal,y disfrutar d la mayoria de las obras expuestas,fue genial.ojala y pudiera extenderse parte de la obra que se presenta alli a otras probincias.asi las personas que no son de la capital del pais tambien podriamos disfrutar de las obras que aqui se exponen

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