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domingo, 10 de noviembre de 2024

USB: ¿nuevos modos de consumo audiovisual? (III y final)

Cubahora reproduce los fragmentos finales de la sección Controversia del último número de la revista cubana Temas, en torno al consumo audiovisual por canales “formales” y “no formales”...

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Cubahora reproduce algunos fragmentos de la sección Controversia del último número de la revista cubana Temas, en torno al consumo audiovisual que se genera en Cuba por diversos canales, formales o no formales.

El texto constituye la transcripción de un panel de debate desarrollado en las inmediaciones del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), en La Habana; que contó con la participación de Benigno Iglesias, vicepresidente del ICAIC y responsable de la programación cinematográfica; Cecilia Linares, investigadora del Instituto Cubano de Investigaciones Culturales Juan Marinello; Mario Masvidal, profesor de la Facultad de Medios Audiovisuales del Instituto Superior de Arte; Irina Pacheco, investigadora del Centro de Investigaciones Sociales del Instituto Cubano de Radio y Televisión (CIS-ICRT); y Rafael Hernández, politólogo y director de la revista.

Temas es una publicación trimestral dedicada a la teoría y el análisis de los problemas de la cultura, la ideología y la sociedad.

Rafael Hernández: Quisiera, ya que le voy a devolver la palabra al panel, añadir otras preguntas relacionadas con algunas de las cosas dichas.

¿Lo que se puede bajar o sustraer ilegalmente del mercado es lo que sale los sábados por la noche en la televisión? ¿No hay en los canales de cable, si se trata de la “piratería ejercida institucionalmente”, nada mejor que eso? ¿No hay canales de cable de películas de arte y de otras que no lo sean y que tengan calidad artística; o lo que está disponible es “lo que la gente quiere ver”? ¿El público disfruta lo que ponen una y otra vez; o se repite porque a la gente le gustó? (…)

Cuando estamos pensando en formas alternativas de desarrollar un ciudadano más culto y capaz de poder tener delante un montón de cosas y elegir la mejor de todas, ¿cómo desarrollar políticas públicas que lo favorezcan? ¿Cómo desarrollar políticas que no encapsulen en un solo patrón la heterogeneidad social? ¿Cómo poder disponer de películas de horror, eróticas, de guerra, de acción, de aventura, infantiles, que nos enriquezcan espiritualmente?

Benigno Iglesias: Aquí se mencionó un fenómeno interesante, el de los bancos de video y sus preferencias.

Yo recordaba el papel que desempeña la televisión precisamente en ese fenómeno que estamos analizando, porque su potencialidad en relación con la influencia sobre este fenómeno es incomparablemente superior a la de cualquier otro medio. En los cinco canales nacionales se exhiben anualmente, en los espacios regulares, más de tres mil películas. Nosotros estamos estrenando en los cines, ahora que estamos recuperando la programación, aproximadamente unas ciento ochenta o doscientas películas al año. Uno en su casa puede ver todos los días tranquilamente diez películas diarias. Ese es un fenómeno tremendo, que empieza a generar preguntas sobre cómo es posible diseñar una programación de cine en televisión a partir de patrones muy selectivos y cuidadosos sobre la base de esa cantidad tan enorme de películas.

Otro fenómeno complicadísimo es “la película del sábado” que, según las cifras del área de investigaciones del ICRT, es un programa que ven millones de personas, semana tras semana. Ese espacio, que tiene un alcance tan demoledor, va marcando determinadas tendencias en las preferencias del público que son evidentes.

La piratería en Cuba es un hecho generalizado. A nosotros, en el ICAIC, nos piratean las películas cubanas, se estrenan un día determinado y ese mismo día ya está en muchos bancos de video privados. Ahora cuando estrenemos una película masivamente, la pondremos en todas las videotecas estatales para que la gente la pueda alquilar y verla en su casa. (…)

Cecilia Linares: (…) El caso de Cuba es muy especial, porque desde el principio el ICAIC asume una política que tiene como uno de sus principios la necesidad de crear un cine nacional, de desarrollar el gusto del público. Pero no es únicamente el ICAIC el actor formador de ese público. Hay una política de formación que tiene que estar articulada con todos los actores, y tiene que tener una responsabilidad: darle la posibilidad y la competencia necesaria al espectador para que sea capaz de valorar otras formas audiovisuales, otras creaciones, incluso, en su propio medio. Un actor importante en esto es la escuela, que ha estado bastante ausente de los procesos de formación artística y cultural. ¿Qué modelo de aprendizaje tendría que tener la escuela como un actor fundamental para poder enseñar las competencias suficientes para poder seleccionar? En ella no se enseña nada sobre el lenguaje audiovisual. Si tiene un papel tan importante en la formación de los valores y las representaciones del mundo ¿por qué la escuela no introduce un programa audiovisual que enseñe qué es el lenguaje audiovisual como cualquier otra materia? (…)

Irina Pacheco: (…) Se hablaba de la televisión como uno de los dispositivos de moldeamiento de gustos y de preferencias. ¿Qué producción, en este caso, tiene la televisión? Gerardo Calderín en su libro La radio y la televisión cubanas en sintonías con sus públicos, anunció deficiencias que aún persisten en el escenario televisivo; por ejemplo, una alteración de la oferta, una constante violación de los horarios, de la programación de la parrilla, lo que aumenta el desequilibrio entre los programas de carácter informativo y de entretenimiento, e incrementa considerablemente la reposición de programas.

De ahí que nos urja revisitar las producciones televisivas que se están realizando (…). En la Cuba actual, la polémica identitaria sobre el consumo alternativo no debe centrarse en una campaña contra el fenómeno, que al parecer llegó para quedarse, sino en buscar las estrategias comunicativas que permitan la construcción de sentidos, de experiencias enriquecedoras y de saberes. En ese orden, la familia y la escuela desempeñan un papel primordial a la hora de educar las maneras de seleccionar lo que es provechoso para los individuos, o sea, las capacidades de discernir entre lo banal y lo productivo. Las dinámicas del consumo informal deben someterse a debates y contrapunteos a través de los espacios de discusión para la población, quizás desde el escenario de la comunidad y sus variantes de interacción entre los receptores-consumidores, sin olvidar la capacidad de estos para resemantizar su mundo simbólico y, por tanto, sus posibilidades para resistirse a las imposiciones de códigos o juicios de valor. (…)

Rafael Hernández: (…) Tendemos a hacer esta dicotomía que criticaba Masvidal, entre lo estatal oficial y lo privado, como si no hubiera nada en el medio. Podría decirse que el dilema de la comunicación social, de los medios, sea precisamente el pensar que la realidad, las opciones posibles están en esas dos y más ninguna. Me pregunto si en el sector público las publicaciones de una institución establecida tienen que ser el reflejo del punto de vista del gobierno o del punto de vista incluso de la propia institución. (…) Existen escuelas en países con recursos para tener estaciones de televisión propias, con canales de alcance local, que tienen estudios televisivos, y son públicas, no privadas. Si el Instituto Superior de Arte tuviera un canal de televisión, ¿sería oficial? No se podría definir como una estación de televisión oficial, y tampoco privada, puesto que es una institución pública.

En buena medida se trata de cuáles son los intersticios por los que circula una producción, que es la parte preocupante del consumo audiovisual informal, que no está sometido a la crítica y ante el cual habría que decir: “Todo esto lo puedes ver, pero realmente no sirve. ¿Por qué no? Porque es malo”. Tenemos que empezar por dirigirnos al problema e identificarlo. Este panel lo ha hecho muy bien, con la colaboración entusiasta de ustedes.


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