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jueves, 3 de octubre de 2024

Un festival para recordar

Hubo para todos los gustos, desde los que bordeaban los cánones del cine comercial hasta obras de excelencia...

Pedro Antonio García Fernández en Exclusivo 14/12/2015
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El 37 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano ya es historia. Fue un certamen con buenos filmes y un largometraje de Ficción que resaltaba desde su primera proyección: El club, de Pablo Larraín, que venía precedido de una gran acogida de público y crítica en Europa. En la Mayor de las Antillas su recepción resultó similar.

Favorito de la crítica especializada de nuestro país, que el sábado último le otorgó su tradicional premio por abrumadora mayoría, al igual que la sección de cine, radio y TV de la Uneac, cuando aun el jurado no había hecho público su dictamen, nadie dudaba en la jornada de clausura que se alzaría con el coral de su categoría.

Larraín se convierte de este modo en el cineasta que más títulos de su autoría tiene en las premiaciones de este milenio. Sobre El club y su realizador ya hemos hablado en este portal y no vamos ahora a repetirnos.

En cuanto al apartado de Ópera Prima, había tres filmes con iguales méritos para conquistar el preciado galardón: Magallanes, Espejuelos oscuros y por supuesto, Desde allá. Cualquiera de ellas hubiera ganado esta categoría en otras ediciones. Al final, la última de la relación, Desde allá, tocó el cielo.

El filme trata sobre un hombre que ronda los 50 años y que en su niñez fue abusado por sus mayores. Ahora busca en  las calles de Caracas a muchachos hasta que se enamora de uno de ellos, con quien tiene una relación especial”.

Magallanes, a partir de su condición de denuncia social y su buena factura, soberbias actuaciones de Magaly Solier y Damián Alcázar incluidas, fue distinguido con un Premio especial del jurado. Del Solar se suma a se grupo de jóvenes realizadores peruano que parecen decididos a llevar el cine de ese país a planos estelares.

En la categoría de Mejor Dirección sí hubo sorpresas. Muchos esperaban que Pablo Larraín fuera el premiado, gracias a su hábil manejo con los actores y la calidad plástica del filme. O al menos Rodrigo Pla, con su El monstruo de mil cabezas, donde se aprecia una perfecta conjunción de actuación, fotografía y edición.

Incluso hubo quien pensó en Las elegidas, de David Pablos, quien muestra un gran talento en la conducción de actores y actrices no profesionales, que se mueven ante la cámara como si llevaran años de kilometraje en el medio. .

No obstante el jurado entregó el coral a Sandra Kogut, por Campo Grande, una cinta que a mí me decepcionó por su lentitud en el ritmo y carencia de una buena edición que le restara el metraje que entorpece la comunicación con el público.

Su gran mérito: el manejo de los dos niños protagonistas, que en la trama tienen ocho y seis años respectivamente y son abandonados por su madre en la puerta de una mansión de un residencial lujoso.

Otro dolor de cabeza para el jurado debieron constituir los corales de actuación. Roberto Farías, como Sandokan, y Marcelo Alonso, como el Padre García, ambos compañeros de reparto en El club, eran valorados con muy buenas opciones, al igual que Francella, como el patriarca criminal en el clan.

No eran los únicos. Armando Daniel se muestra muy orgánico al interpretar el a Daniel, el indisciplinado paciente del sudatorio en El acompañante. Y por supuesto, Eduardo Martínez Peña (Pelukaz) y Diego Calva brillan con una frescura inigualable en Te prometo anarquía y se merecieron el coral.

Igual pasó en la categoría de dirección de Fotografía. Para el jurado debió resultar difícil seleccionar al vencedor por encima de otros de similar calidad. Pero la excelencia de la labor de Guillermo Nieto en La luz incidente es indiscutible.

Más allá de servir como soporte a la dramaturgia, de cómo plasmó en imágenes el sugerente final, solución inesperada para muchos pero no por ello efectiva y poética, le valió la ovación cerrada de crítica y público.

Un Festival para recordar en años venideros, en resumen, donde hubo cine para todos los gustos. Siempre habrá quién exagere las manchas,  que como en toda obra humana, tiene que haber. Pero después de 37 ediciones, ya me acostumbré a obviar a estos aguafiestas.


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Pedro Antonio García Fernández

Periodista apasionado por la investigación histórica, abierto al debate de los comentaristas.


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