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domingo, 6 de octubre de 2024

Polo Montañés, el hombre que bajó estrellas al amor perdido

Su humildad lo hizo calar hondo en el corazón de los cubanos y su talento lo llevó a conquistar escenarios...

Belkys María Pérez Cruz en Exclusivo 26/11/2016
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Polo Montánez-Aniversario-Muerte
Polo, en las noches apacibles de Las Terrazas miraba a las estrellas como quien busca respuestas.a la trascendencia.

La noticia terminó con la esperanza de volverlo a ver con vida. Seis días de ruegos, rezos, plegarias, no fueron suficientes. El 26 de noviembre de 2002, su corazón, que tantas emociones cobijó de repente, dejo de latir y con él partieron letras, melodías, frases que en poco tiempo lo hicieron popular.

La montaña guardó silencio por varios días y aun hoy, cuando de él se habla, hay lágrimas acompañando sentimientos. El cantor partió, pero definitivamente se quedó entre nosotros.

Polo Montañés fue un grande, que siempre recordó cómo lo habían rechazado en sus inicios en una emisora de radio y, sin embargo, no se detuvo. Su humildad lo hizo calar hondo en el corazón de los cubanos y su talento lo llevó a conquistar escenarios.

Sus letras traspasaron fronteras e hicieron bailar a millones en Colombia, Francia, México, Italia. “La fama no te puede hacer perder tu esencia, no me preocupa, yo sé de dónde vengo”, me dijo una vez.

Y creo que siempre supo que se iría pronto. Hay canciones premonitorias, él las tiene. Cantar, reír, jaranear con casi todo, temerle a los aviones y a las entrevistas, era típico en él.

Cuentan que en las noches apacibles de Las Terrazas miraba a las estrellas como quien busca respuestas a la trascendencia. Solo la música y la gente le devolvían sus preguntas hechas canciones.

El guajiro era un hombre sencillo, de esos que se emocionan ante una multitud de personas y banderas, de esos que aunque se saben triunfadores, no te arrinconan, no alardean, solo disfrutan y reconocen la valía de otros. Compartir con sus amigos como si no existiera mañana, era una máxima en su vida.

Su nobleza lo hizo famoso y su pasión por Pinar del Río también. Aquí creció, hizo carbón, ordeñó vacas, manejó tractores, compuso sones, se enamoró y conquistó corazones.

Como periodista lo acompañé muchas veces y fui testigo de esa grandeza que brotaba por sus poros. Una vez me convidó a recoger cámara y micrófono para subir hasta su casa y esperar allí su primer encuentro con Compay Segundo. Ellos no se conocían y Polo estaba como un niño chiquito al que le regalan un juguete.

Era tan auténtico que se siente su partida. Las montañas del Brujito aún lo lloran cuando no consiguen descubrir su canto. Una flor pálida que renovó lo extraña y las estrellas ansían a aquel que un día, decidió bajarlas en nombre del amor perdido.


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Belkys María Pérez Cruz


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