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sábado, 5 de octubre de 2024

Para compartir o discernir…

Abordar detalles de la realidad cubana será el hilo conductor de la más reciente propuesta de la compañía Vital Teatro...

Odette González Villaescusa en Exclusivo 03/08/2016
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Humor, ironía, emigración (y reencuentro), tragedias cotidianas, momentos dramáticos de la Cuba contemporánea, son los ingredientes de la propuesta que la compañía Vital Teatro nos trae con su nueva puesta en escena este 5 de agosto a las 8:30 de la noche, en la Sala Tito Junco del Centro Cultural Bertolt Brecht.

Con un elenco integrado por Néstor Jiménez, Enrique Bueno, Alejandro Palomino, Adriana Quesada, Alina Molina, Nora Elena Rodríguez, Yía Caamaño, Susana Lidia Ruiz, Marlon López y Joao Padilla, el estreno veraniego de Vital vuelve a mostrar la acertada y ya recurrente unión del binomio Palomino-Amado del Pino. De este dramaturgo el grupo ha llevado a las tablas Triángulo, En Falso, Cuatro menos…

Con producción de Bobby Estany y Zuced Ramos, la puesta provoca, pone a pensar sobre problemáticas universales, como pueden ser la emigración o la complejidad de las relaciones familiares, desde el peculiar prisma de la insularidad cubana.

Pladur, que así se denomina la obra, reúne tres piezas breves “en un espectáculo que voluntariamente se expresa desde la exposición del caos como una situación armónica y coherente, donde predomina el orden caótico de la situación dramática como pauta, norma o postulado expresivo”, explica Palomino unos días antes del estreno.

En la primera, mientras una agencia periodística se viene abajo, tres reporteros discuten de manera apasionada sobre ética periodística o dinero fácil ante la primicia de una noticia que ha de llevarlos a la cima de la profesión.

Cajas de madera, la segunda, se traslada a los sucesos del 5 de agosto de 1994 en La Habana. En este contexto dos hermanas se acaloran en el balcón de su casa. Una de ellas remueve los cimientos de una familia disfuncional, en tanto la otra pretende salvar la imagen de sus padres.

En la tercera, Revolico a dúo, alguien llega de España con la intención de comprar un apartamento en El Vedado. El dueño de la propiedad en venta es un inquietante fotógrafo, que para efectuarse el negocio exige que el comprador se tome una foto con la pañoleta roja colgada al cuello.

Alejandro Palomino, fundador y director del grupo hace 22 años, refiere que en Pladur no es preciso sostener un “hilo conductor” o una leyenda aristotélica a lo largo de la acción ni sirve insistir en develar-encontrar “vasos comunicantes” de carácter conceptual entre los distintos ejercicios. Más bien, los intereses éticos-formales de este proyecto descansan en la coexistencia (ese carácter lúdico y enriquecedor del teatro como fenómeno socio-cultural) de estilos, impresiones y sensaciones variopintas según el conflicto que en ese momento tiene lugar durante la representación.

Conversando con Palomino se comprende que son quizás algunos de los elementos expresivos como la banda sonora o ciertos dispositivos escenográficos y hasta el desempeño actoral, los que de alguna manera concatenan estructural y conceptualmente principio y fin.

“El súper objetivo del trabajo sigue siendo el de compartir y polemizar y disentir sobre ciertos pedazos de nuestra realidad o fragmentos de una ‘realidad’ fragmentada por el tiempo y los hombres que la hemos habitado. Pladur, Cajas de madera y Revolico a dúo son tramos, contextos y circunstancias dadas de un abanico histórico mucho más complejo, de un poderoso entramado y de una muy alta dificultad brechtiana, según la Teoría del Distanciamiento”, considera.

Queda al público disfrutar-desentramar esta pieza que estará en cartelera hasta finales de septiembre.


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Odette González Villaescusa


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