domingo, 29 de septiembre de 2024

Morada para la historia documental de Matanzas

La casa natal del poeta José Jacinto Milanés es hoy hogar del Archivo Histórico provincial de Matanzas...

Yirmara Torres Hernández en Exclusivo 11/08/2014
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Patio interior de la casa de Milanés
Patio interior de la casa Milanés. (Urbano Martínez Carmenate / Cubahora)

No son pocos los visitantes cubanos y foráneos que, conociendo la fama que precede al poeta, se interesan por el inmueble donde vivió José Jacinto Milanés

Sin embargo al indagar solo encuentran un poco de historia, contada a retazos por los trabajadores del Archivo Histórico y si acaso, la posibilidad de echar un vistazo a la habitación donde murió ya enfermo de locura, ocupada hoy por una oficina.

Magalis Gonzáles Hernández, directora del Archivo Histórico provincial, comentó a Cubahora, que lamentablemente tuvieron que ocuparla ante la carencia de espacio en la entidad. “Hasta hace unos años mantuvimos la habitación intacta, con la estatua y la identificación; pero el archivo siguió creciendo, necesitamos más espacio y decidimos ocuparla”.

Ante la interrogante de qué objetos de José Jacinto conservan en la entidad, respondió que lo único que atesora el archivo es la documentación y no otro patrimonio. Urbano Martínez Carmenate aclara sin embargo que en sus indagaciones allí solo encontró papelería perteneciente al padre del poeta y otros familiares. 

“De Milanés se conserva solo el manuscrito de El poeta en la corte, que forma parte de los fondos del Museo Provincial Palacio de Junco”, refiere Martínez Carmenate. “La colección la componen otros objetos como la capa, las botas, la pluma, un anillo y unos grabados que trajeron del viaje a Francia”.

Ambos entrevistados coinciden en que a finales de los años noventa del pasado siglo se logró ambientar la habitación donde murió Milanés y se trasladaron para allí las pertenencias del poeta, pero pasado un tiempo volvieron al museo. A punto de cumplirse los 200 años del nacimiento de Milanés, el Archivo Histórico solo exhibe una pobre muestra con imágenes en las vitrinas de la entrada.

En cuanto al estado constructivo, la directiva dijo que la casona, Monumento Local, recibió una reparación parcial en 2012 con la ayuda de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas de Matanzas y más tarde fue objeto de una reparación capital.

“La casa se encuentra en buen estado y mantiene básicamente su estructura original. Se han tratado de respetar los colores que tuvo originalmente, con tonos claros en las paredes y las ventanas del frente oscuras; los techos, aunque se han arreglado, se conservan iguales”.

La principal dificultad que afrontan es la carencia por más de 5 años de agua corriente, lo que entorpece la realización de actividades con la comunidad; un problema que no han logrado solucionar a pesar de las gestiones de la dirección del centro y de esfuerzos de personas naturales preocupadas por el estado de la casa.

A pesar de este contratiempo, la casa de Milanés ha vuelto a ser sede de los Miércoles de Poesía, un espacio cultural de confluencia poética, dedicado al bardo romántico, que se había perdido; cada día acuden allí investigadores, que sentados en el espacio que ocupara la sala de la vivienda, hoy área de consulta, se adentran en el estudio de la historia matancera.  

Cuentan los más supersticiosos que en la casa de Milanés a veces se escuchan ruidos y hasta pasos, pero enseguida aclaran que todo puede ser fruto de la sugestión o sencillamente la consecuencia de habitar una casona tan antigua.

El sueño de un museo en la casa de Milanés

Cualquiera con una lógica mínima podría pensar que una casa con una leyenda tan trágica y hermosa, donde vivió uno de los poetas más importantes de una “ciudad de poetas”, conocida desde el siglo XIX como la Atenas de Cuba, merece ocupar un museo.

Sin embargo es algo que nunca se ha contemplado en Matanzas. El propio Urbano Martínez Carmenate confiesa que nunca ha soñado con ello. “Cuando tú comienzas a trabajar en un museo tienes la concepción de que todo se puede convertir en museo, pero después te das cuenta de que no es posible; que hay que rescatar los edificios patrimoniales, pero darles otros usos sociales”.

“La casa de Milanés tiene la suerte de ser sede de una institución, el Archivo Histórico y que allí se realicen los Miércoles de Poesía, dedicados a Milanés. Sería pedir demasiado, porque si les dices al gobierno que busque otro lugar para poner el archivo sería tremendo problema”.

El principal biógrafo de José Jacinto Milanés dice que se conforma con que allí esté el Archivo Histórico, pero para él, “lo que s se puede aspirar a que se le de más importancia histórico cultural a la casa”. 

Ante la misma interrogante Magalis González Hernández refiere que en el país todos los archivos provinciales están en casas; y no considera que sea necesario moverlo hacia otro sitio y hacer un museo. “Pero sí darle esa definición, que se conozca también como la casa de Milanés y que exista un espacio permanente donde se recree algo de su vida”.

La directora del Archivo provincial cree que la ubicación tan céntrica de la vivienda resulta ideal, y ésta puede ser incluida en las rutas que se hacen por los museos y sitios históricos de la ciudad.

Mientras, los matanceros siguen alimentando la leyenda de Milanés, el poeta que se volvió loco de amor y cuyo espíritu romántico aún parece rondar la casa donde vivió y murió; una vivienda, un nombre y una figura que están ligados para siempre a la cultura de Matanzas y de Cuba.

El beso

De noche en fresco jardín
sentado estaba a par de ella.
Yo joven: joven y bella
mi serafín.

Hablábamos del negror
del cielo augusto y sin brillo,
del regalado airecillo,
y del amor.

Hablábamos del lugar
en que primero nos vimos;
y sin querer nos pusimos
a suspirar.

A suspirar y a sentir
gozo en volver a juntarnos:
a suspirar y a mirarnos,
y a sonreir.

Porque amor casto entre dos
es colmo de las venturas,
y unirse dos almas puras
es ver a Dios.

Una mano la pedí,
porque en sus lánguidos ojos
y en medio a sus labios rojos
brillaba el .

Ella, al oírme, tembló,
y en mí largo tiempo fijo
su dulce mirar, me dijo
tímida: no.

Pero era un no cuyo son
pone el corazón risueño:
un no celeste, halagüeño,
sin negación...

Por eso yo la cogí
la mano, y con loco exceso
a imprimir sobre ella un beso
me resolví.

Beso que en mi alma crié
en sueños de gloria y calma,
y que por joya del alma
siempre guardé.

Puro como el arrebol
que orna una tarde de mayo,
y ardiente como es el rayo
del mismo sol.

Pero al besarla sentí
mi labio sin movimiento,
porque un negro pensamiento
me asaltó allí.

¿Quién sabe si el vivo ardor
de mi boca osada, ansiosa,
no iba a secar ya la rosa
de su pudor?

¿Quién sabe si tras mi fiel
beso, otro labio vendría
que ambicioso borraría
las huellas de él?

¿Quién sabe si iba el desliz
de mi labio torpe, insano,
a volver su mano, mano
de meretriz?

Mano asquerosa, infernal,
para el alma del poeta:
que sufre el beso y aprieta
el vil metal.

Así pensé... y fuime en paz,
dejándola intacta y pura;
y lágrima de dulzura
bañó mi faz.


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Yirmara Torres Hernández

Se han publicado 1 comentarios


Abel Trujillo desde FB
 12/8/14 9:28

 En Cuba hay muchos edificios históricos , ojalá los conserven porque son patrimonio de la humanidad , al igual que la Habana Vieja .

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