Miriam Susana Socarás Ramos es a sus recién cumplidos 83 años, uno de los rostros de mujeres cubanas más representativos. La emperatriz de papeles secundarios dentro del cine cubano, dice no haberse disgustado nunca por no haber recibido un papel protagónico, porque cada personaje lo disfruto de sobremanera. Y quienes la hemos visto , sabemos que a Miriam la amamos en cada uno de ellos.
“Yo era mecanógrafa del Instituto Cubano del Petróleo y ganaba 180 pesos. Y de repente me ofrecieron 305 pesos y ser artista. Tomar clases de ballet, de danza, de acrobacia de pantomima. De todo. Era una época muy bonita”.
Miriam cuenta que esa primera inclusión dentro del arte fue con una obra de teatro musical de Tomás González. En los inicio su madre no estuvo tan de acuerdo con que fuera artista, y es que en aquella época ser actriz no era muy bien visto. Pero Miriam definitivamente siente que entró por la puerta grande haciendo lo que le apasionaba. Cantar . Bailar. Actuar. En fin , ser todo ese derroche de talento que es.
PERO, ¿CÓMO MIRIAM LLEVA SU CARRERA CON LA VIDA, CON SER MUJER?
Se tambalea , se tambale, dice Miriam. “ Tener un hijo , una casa, la tintorería y un marido. Es complicado. Aunque teníamos tiempo para todo. Pero el cabaret, por ejemplo, cambia la vida. Llegas a tu casa a las 3 de la mañana cada día”.
El matrimonio de Miriam Socarrás se tambaleó y terminó en divorcio. Una consecuencia directa quizás de satisfacer sus deseos de arte y de los desafíos que las mujeres enfrentan para ser lo que quieran ser.
“En el cine estuve siempre y me encanta. Y hay algo que no puedo dejar de mencionar. En el ICAIC siempre ha habido una ética que no se ha roto, un buen trato con el que siempre he estado muy cómoda”.
Miriam cuenta que también tuvo una pequeña inclusión dentro de la Radio, pero muy breve, pues debía renunciar a su jubilación para poder hacer Radio, lo cual era injusto. Luego, tuvo su momento en Radio Ciudad, sin pago alguno. Definitivamente la época de Miriam era algo más romántica que la actual.
“En mi época el dinero no era importante, lo importante era trabajar”. Socarrás tenía un salario fijo, pero todo lo extra que hacía no era remunerado. Según cuenta, la valía estaba en aprender y disfrutar del trabajo. Como bien dice ella , eran épocas románticas y se daba todo por los sueños.
¿USTED , SUFRIÓ ALGUNA LIMITACIÓN U OBSTÁCULO DENTRO DEL CINE COMO MUJER?
“Yo hice una película donde mi mamá me dijo: oye al fin un personaje normal. Porque mis personajes siempre eran de una prostituta, de una chusma y con una película de Julio García Espinoza hacía un personaje de una mujer que sufría de discriminación por estar enamorada de un hombre blanco. Y en parte esta bien porque en vida real la sufrí cuando me casé. Dentro del cine, no. Fue en mi vida personal”.
A Miriam la inspira todos los días , el público. “Es como una inyección. Un motorcito que te llena”. Eso y tener un buen entorno de trabajo, te da fuerzas”.
Conversar con Miriam Socarrás , es de principio a fin tener un diálogo con alguien que ama y ha sabido amar durante toda su vida. Su palabra favorita: el amor. Y saber que cada día tiene un personaje o una conducción de un programa que la hace mantenerse vigente y feliz.
Con uno que otro dolor en las rodillas que según describe parece desaparecer en cuanto el reloj marca la hora del inicio del trabajo. Porque Miriam no conoce la quietud. Sabe que las mujeres son el centro del mundo. Y le gusta estar rodeada de los más jóvenes, porque con ellos arregla y desarregla el mundo. A su antojo. A su ritmo.
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