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sábado, 5 de octubre de 2024

Los regalos de Cintio Vitier

A solo un lustro del centenario del natalicio del poeta, ensayista y crítico cubano, resulta imposible dejar de referirse a su legado a la literatura cubana y universal...

Solanch Cardona Rodríguez en Exclusivo 25/09/2016
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Hoy cumpliría 95 años un hombre que nunca pudo saciarse la sed de ser mejor. Sin embargo, cuando Cintio Vitier confesó esta necesidad personal insatisfecha, tenía ya ocho décadas de vida: a esa edad ni él mismo podía negar que era uno de los mejores exponentes de las letras cubanas, precisamente por haber saciado con su obra una parte de la sed literaria de la Mayor de las Antillas.

Lo cubano en la poesía es una de las más significativas evidencias del aporte de Cintio Vitier a nuestra literatura. Mas ese “testimonio de la raíz poética de nuestra historia”, como el mismo lo denominara, no fue la única muestra; asimismo destacaron sus antologías poéticas, donde, a decir de Gianfelici, realizó un “esfuerzo colosal” para “echar luz sobre más de cinco décadas de poesía”.

Y es que toda la obra de este cubano de espíritu y voluntad merece la más profunda admiración. Tanto la poesía que lo llamaba, como el ensayo, que era su necesidad. No podía ser de otra manera para un representante de la Generación de Orígenes.

Pero si un elemento hizo trascender el pensamiento de Cintio, además de su cubanía, fue la expresión del compromiso de su intelecto y de su arte con la realidad social de la Perla del Caribe. De ahí su adhesión absoluta a la Patria. En eso, como en muchos otros presupuestos, coincidía con José Martí.

Fue tal vez esta identificación emocional con el Maestro, lo que lo llevó a estudiar a profundidad su obra y le permitió adentrarse en interioridades de difícil discernimiento. Gracias al fruto de su trabajo podemos contar hoy con las ediciones críticas de las Obras Completas del Apóstol. Martí, a quien Vitier definió como “el mayor aporte de la cultura cubana a la universal” está en la esencia de su obra, y el estudio y la dedicación a la obra martiana fue afán de toda la vida.

Fina García Marruz, su esposa, con quien compartió sentimientos, vivencias y trabajo, como poetisa cubana al fin, no pudo escapar a su verbo. De la poesía de su amada elogió “la intimidad de los recuerdos, el sabor de lo cubano, los misterios católicos”.

Tampoco no faltaron en su prosa y en sus verso las manifestaciones de su fe religiosa, siempre en perfecta armonía e integración con su devoción y lealtad a la Patria; ejemplo de la unión de la utilidad y la virtud; eso era lo denominado por Cintio como la vocación integradora martiana. A él no le pareciera que hubiese“mejor programa espiritual para la humanidad en el próximo milenio”.

Los galardones de Cintio Vitier, tan abundantes como sus textos, aunque no son los elementos determinantes, ofrecen la medida de cuán hondo calaron su argumentos en la producción literaria de Cuba y de toda la región. No en vano hoy puede ser leído en varios idiomas, pues como todo buen escritor, desde lo local y lo específico, logró hacerse universal. A través de él, lo mismo un europeo que un asiático puede comprender razonamientos inherentes, no solo a un área geográfica determinada, sino a la naturaleza humana en general.

Pero más allá de ese escritor, ganador el Premio Nacional de Literatura y del Premio Juan Rulfo, entre muchos otros, se encontraba el hombre sensible, modesto y humano a quien le faltaba todo, según afirmó, por regalarle a la sabiduría histórica y a la cultura nacional. Para Cintio Vitier, la conciencia de todo lo que le faltaba era lo único que podía regalar; para los cubanos, su existencia y la expresión de su pensamiento en sus obras fueron sus mejores regalos.


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Solanch Cardona Rodríguez

Estudiante de Periodismo


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