//

jueves, 3 de octubre de 2024

Las mujeres somos dueñas de los espejuelos oscuros

El filme Espejuelos oscuros de Jessica Rodríguez propone una manera original de contar la historia de Cuba partiendo de una actriz, un actor y muchos personajes...

Ana María Domínguez Cruz en Exclusivo 09/12/2015
0 comentarios

Esperanza recolecta espejuelos oscuros. No, mejor dicho… Esperanza vive en su casa, apartada de la gente, con su gato Zafiro y recolecta historias, mecanografiándolas en una vieja máquina de escribir y prepara comidas exóticas.

Esperanza se muestra temerosa, sumisa… Mario irrumpe en su casa, huyendo de la policía, y es burdo, hiriente, violento, y a ratos, paciente. Sucumbe ante el asombro al ver a esta mujer ciega mecanografiar con una rapidez inigualable las palabras que dicta, y contar de memoria las historias que escribe en papeles amarillentos. Intercambian los tiempos. Primero las historias, luego lo que él quiera...

Marlene, Adela, Dulce… Mujeres que toman las riendas de las historias.

Terencio, Sargento Acosta y Manuel…Hombres que no saben quién tiene las riendas en las manos.

Personajes que se abren paso en la pantalla en diferentes momentos históricos, exquisitamente reflejados en escenografía, vestuario y recursos sonoros. Personajes todos interpretados por Laura de la Uz y Luis Alberto García, en un filme de una hora y media de duración que propone adentrarse en la historia de Cuba de una manera diferente y fantasear un poco.

Escrito el guión hace tiempo y premiado en distintos festivales, los fondos finalmente pudieron acumularse y la joven realizadora Jessica Rodríguez concretó el sueño de su primer largometraje de ficción, según comentó a Cubahora días antes de la primera proyección en el Festival de Cine, en el que compite en la categoría de Ópera Prima.

“El público ya ha visto mi obra, principalmente en cortos y mediometrajes documentales como Tacones cercanos, El mundo de Raúl, Crack y otros, y esta es mi primera incursión en la ficción, realizada de manera independiente y con la colaboración de algunas empresas españolas. Me sentí muy cómoda con Laura y Luis Alberto, y también con Yadiel Fernández y Mario Guerra. Todos me ayudaron mucho.

—¿Qué esconden los Espejuelos oscuros?

Espejuelos oscuros es la historia de Esperanza, una mujer ciega que atesora historias desde un sitio perdido entre dos pueblos en el ambiente rural cubano. Irrumpe en su casa un día Mario, prófugo de la policía, y ella se encarga de narrarle historias como una Sherezada moderna para mantenerse a salvo. Así, se entrelazan relatos de momentos históricos importantes de nuestro país en diferentes épocas. Los protagonistas son ellos mismos, porque me interesa que el espectador los asocie, pues van representando las mismas cosas.

—¿Qué quieres dejar en el espectador cuando se levante de la butaca al final de la película?

— Lo primero es lograr que se quede hasta el final... No quiero obligar a la gente a que piense igual que yo, pretendo que cada cual saque su lectura, porque desde el momento exacto en que terminé la película ya dejó de ser mi obra para ser la de todos los que puedan disfrutarla.

“Como tema quiero que se revele lo que hay detrás del deber. Propongo personajes que no asumieron el papel que les tocó jugar en el momento social en que vivieron. Estas cuatro mujeres que asume Laura de la Uz son las protagonistas, mujeres imperfectas que no han sido las típicas madres, esposas abnegadas, lo que se espera de ellas. Lucharon por sus propios intereses, a veces egoístas. Es una manera diferente de vivir la historia de Cuba no escrita en libros”.

— Cuéntanos de la investigación previa al rodaje…

— Realmente escribí la historia sin documentarme mucho, pero una vez que vi que el proyecto se tornaría serio fui con Laura a casa de una señora ciega para que nos asesorara. Estudiamos sus movimientos, los métodos que usaba para desenvolverse a diario, y Laura concibió a Esperanza a partir de muchos de esos recursos.

“La película ha sido un milagro, con bajo presupuesto, a ratos pensaba que no podríamos terminarla. Finalmente la hicimos en un tiempo de cuatro semanas, bastante poco para una hora y media de película. Y ahí está. Yo estoy feliz porque es mi primer largometraje, mi primer atrevimiento con la ficción, y creo que a la gente le puede gustar mi propuesta. Luego tú me dices…”.

Al público que asistió al cine La Rampa este lunes en la tarde le encantó. Los aplausos resonaron en la sala, incluso mucho antes, cuando durante la presentación del staff, Luis Alberto García tomó el micrófono y confesó su inconformidad con el hecho de que quedaran asientos vacíos y un mar de personas queriendo entrar. “Que no empiece la película hasta que no entren más personas”.

Y justo en ese instante, Jessica Rodríguez podría haber filmado la película de su película. De las escenas más intensas podría haber seleccionado esa de Luis Alberto en la puerta del cine pidiendo que dejaran entrar a más gente ávida de buen cine. Quizás podría añadir la de las risas espontáneas cada vez que Mario Guerra aparecía en pantalla, y las de los rostros perplejos al final cuando nos dimos cuenta de que las mujeres podemos ser dueñas de los destinos y luego recolectarlos, junto con los espejuelos oscuros que bien pueden usarse para esconder lo que somos, como dijo Adela, o para no ver las cosas feas que tiene la vida, como dijo el Sargento Acosta.


Compartir

Ana María Domínguez Cruz

"Una periodista cubana en mi tercera década de vida, dispuesta a deslizar mis dedos por el teclado".


Deja tu comentario

Condición de protección de datos