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miércoles, 2 de octubre de 2024

La reina de la noche

El filme Fátima o el Parque de la Fraternidad es una clase magistral de buenas actuaciones...

Diany Castaños González en Exclusivo 17/08/2015
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El cine cubano ha tratado todos los temas: burgueses arrogantes (Los sobrevivientes, 1978), la alfabetización (El brigadista; 1977), lo inexplicable (Las profecías de Amanda; 1999)… A finales del 2014, Jorge Perugorría realizó una película que toca un tópico bastante representado en el cine cubano: la temática gay.

Tratar la identidad de género en el cine cubano comenzó en 1993 con ese paradigma de todos los tiempos que es Fresa y Chocolate. Luego de esta cinta, se sucedieron El viajero inmóvil (2008), Casa vieja (2010), y Fábula (2011); cuyas dramaturgias rozaron el asunto de pasada, y películas que sí asumieron los cuestionamientos propios de este tópico como son Chamaco (2011), Verde-verde (2012), La partida (2013) o más recientemente Vestido de novia (2014).

Fátima o el Parque de la Fraternidad, basado en un cuento no muy logrado, por cierto, del escritor e investigador Miguel Barnet, cuenta la historia de un muchacho homosexual del interior del país que viene a La Habana huyendo de los maltratos de su padre y de la monotonía de su pueblo. Su primera parada es en el Parque de la Fraternidad, sitio que resulta ser de encuentro constante de homosexuales, proxenetas, travestis y turistas. Cuando el joven Manolito se convierte en Fátima, la reina de la noche, encontrará la cúspide de su propia identidad.

Aunque las adaptaciones literarias, más si son a partir de un monólogo, no suelen ser satisfactorias (pensemos en el cine que se ha hecho basado en las novelas de Gabriel García Márquez y de Alejo Carpentier), el guión de Fidel Orta deFátima o el Parque de la Fraternidad sale sorprendente e impetuosamente airoso, sobre todo por la calidad de las actuaciones de la película.

Fátima o el Parque de la Fraternidades un drama que transcurre a lo largo de seis horas, en las que el personaje recuerda la parte más consistente de una vida en la cual, según él mismo se define, es homosexual, travesti y prostituta.

Carlos Enrique Almirante, quien interpreta el personaje de Fátima, dignifica al máximo su carrera actoral y asume el personaje con una austeridad y un desempeño histriónico tan notable y exquisito que convierte a Fátima, desde ya, más allá de prejuicios y esquemas, en una entrañable del cine cubano. Almirante pasa en esta cinta de promesa a ser una figura consagrada: su Fátima supera las ideas preconcebidas y los lugares comunes; su interpretación enorgullece al cine cubano actual.

No es de extrañar entonces que, pese al bendecido elenco de la película: Tomás Cao (en Andrés), Broselianda Hernández (en la madre), Néstor Jiménez (en el padre), Mirta Ibarra (en Olena) Mario Guerra (en Vega) y Jazz Vila y Cucú Diamantes (en las travestis jineteras); todos se convierten en una suerte de personajes accesorios para Carlos Enrique Almirante, que brilla, lozano(a), en el centro de todos ellos.

La dirección de Jorge Perugorría en Fátima o el Parque de la Fraternidad apuesta por la naturalidad… y por los mensajes subliminales, como ese póster de Rosita Fornés en la pared del cuarto de Fátima; o como cuando Fátima le anuncia a su amiga La Gorda (Mirta Ibarra) que decidió dedicarse a la prostitución y, mientras lo dice, tras el buró donde ella trabaja se lee un cartel de esos tan comunes en la propaganda revolucionaria: “Creemos en el futuro”.

La película, plagada de buenas actuaciones, le huye a los estereotipos. El personaje de Tomás Cao, como el de Mirta Ibarra o como el del propio Almirante, asume su papel desde una naturalidad espeluznante, por lo creíble.

El personaje de Patricio Wood, una representación del prejuicioso hombre cubano que disfruta el cuerpo de Fátima pero le aterra que alguien se pueda enterar de su “desliz”, es una de las tantas críticas implícitas a la sociedad homofóbica que puede ser Cuba.

Esta es una película que va más allá de la identidad de género, más allá de la identificación o no del espectador con Fátima, con Perugorría como director o con el cuento de Miguel Barnet. Es una cinta que rompe esquemas, que tiene una fuerza y vitalidad como muy pocas en el cine cubano de las dos últimas décadas y que, sobre todas las cosas, implica una clase magistral de buenas actuaciones. Enhorabuena para el cine cubano.


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Diany Castaños González

A aquella muchacha le gustaba acostarse soñando imposibles, hasta que despertó una mañana segura que, durante la noche, había dormido apoyando su cabeza sobre el ombligo de Adán.


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