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martes, 1 de octubre de 2024

Entre la música macabra y los monstruos propiciatorios de la pandemia

La humanidad enfrenta el episodio más trágico y a la vez creativo de los últimos cien años, muchos aseguran que el mundo del día después no será el mismo...

Mauricio Escuela Orozco en Exclusivo 26/05/2021
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Novela Cien Años después-Alberto Vázquez Figueroa
Novela Cien Años después, escrita por el español Alberto Vázquez Figueroa, autor de Best Sellers. (Tomada de elespanol.com).

¿Cuántas novelas habrán tratado el tema del coronavirus?, en el largo periodo de encierro en nuestras casas, numerosos autores fabularon sobre el destino de la humanidad, las causas del desastre, sus consecuencias, el mundo que se nos viene encima. Y es que el literato funciona como un prestidigitador, como un duende en los márgenes de lo posible, a la caza de aquellos detalles e historias que develen la sombra de los acontecimientos. Así como la gran literatura abordó los fenómenos históricos asociados a la peste, hoy los autores contemporáneos han hecho de esta desgracia el centro de sus fantasías, de sus interpretaciones.

Fue Diario del año de la Peste, de Daniel Defoe, publicado en 1722, uno de los libros más célebres sobre epidemias, pero desde mucho antes el Decamerón de Giovanni Boccaccio había colocado un inmenso caudal literario en el camino de la humanidad. Ambos libros, hoy entre los clásicos más encumbrados, no solo narran, sino que especulan con las metáforas de un presente marcado por la incertidumbre, la muerte, las secuelas económicas, políticas y sociales. Las pandemias tienen un efecto de parteaguas, de división de eras y en el caso del coronavirus todos coinciden en que el planeta ya no será el mismo, aunque de plano se halle la cura y la prevención del virus.

Así acontece en la novela Cien Años después, escrita por el español Alberto Vázquez Figueroa, autor de Best Sellers, quien relaciona esta pandemia con la gripe que asoló el mundo en 1920 y cuyas características tanto semejan al presente coronavirus. La magia que se mezcla con el miedo, la enfermedad que avanza casi como un ser con inteligencia, con voluntad premeditada, los personajes que se derrumban y pierden su humanidad frente a un fenómeno que no conocen. La novela, que salió a través de plataformas digitales como Amazon, se ha convertido en uno de los referentes literarios y lecturas obligadas, debido a la conexión histórica que establece entre dos grandes tragedias, distantes pero cercanas en cuanto al factor empático, doloroso y humano del asunto central. Para los lectores muchas veces una obra dice más que un informe, un cuestionamiento científico o cualquier otro legajo que explique desde lo empírico. Los fenómenos de la conciencia operan más en el plano emocional, estético, de las impresiones y hacia allí se mueve la literatura.

En el centro de uno de los tantos episodios distópicos que abundan en la literatura universal, se halla La guerra de los mundos, de H. G. Wells, novela rocambolesca que narra la llegada a la Tierra de una invasión del espacio exterior. La metáfora queda invertida, pues no somos nosotros quienes morimos a manos de una pandemia, sino los intrusos que, luego de vencer a los mayores ejércitos, caen ante la afección de un minúsculo, invisible virus, que los revienta dentro de sus naves espaciales y dispositivos de guerra. Para los escritores siempre hubo algo de sobrenatural, de inexplicable en el argumento de las pandemias, como una especie de cólera de los dioses. Y esa línea se puede rastrear incluso desde Homero hasta nuestros días. La tragedia como interrogante, como némesis de la razón. La novela de Wells evidencia la pequeñez humana y la presencia de leyes mayores, tendencias naturales, en un planeta que es capaz de defenderse, siendo él mismo una conciencia superior, actuante, una especie de mente supra que protege el orden de cosas que lo habita.

Hay estudios serios que hablan sobre el impacto que tuvo en la mente humana la ocurrencia, en diferentes eras, de las epidemias de peste. Sin ir más lejos, el simple hecho de que las ideologías religiosas reinantes en la Edad Media no calmaran la enfermedad hizo que muchos hombres se iniciaran en el campo de la ciencia, del experimento y de la búsqueda. Ello dio paso al renacimiento y una nueva etapa en el entendimiento de los fenómenos, el arte y la historia misma. La pandemia como acicate para el estudio, la lectura más seria, el ensayo y la vida académica. Sin dudas el hombre vive inmerso en esos vaivenes que lo llevan casi por azar a convertirse en un ser histórico, variable, que nunca toma los mismos derroteros, sino que busca con su inteligencia las mejores salidas a una crisis que lo supera y lo trata como una criatura más de este planeta.

La pandemia nos muestra la debilidad, el lado vulnerable, el misterio de la muerte súbita y del miedo que avanza. Todo pasa al plano subjetivo como una metáfora que nos enseña a convivir, a agenciarnos una existencia precaria.

Siempre va a existir ese punto en el cual dejamos de creer en los hechos y necesitamos fábulas, historias que sean más atractivas que la realidad y en ese punto saltan los autores como liebres detrás de la metáfora. Para quienes usan la literatura como medio de expresión, esta pandemia es el marco propicio, el telón de fondo en el escenario, el pretexto del texto. En realidad los conflictos existenciales siempre estuvieron ahí, agazapados detrás de la vida pedestre y aburrida. Solo cuando todo peligra, cuando caminar se torna un ejercicio imposible y hay un ser casi superior que nos persigue y nos mata, las alarmas suenan y aparecen los monstruos propiciatorios de los traspasos, de las eras intermedias y de la música macabra de las mejores novelas.


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Mauricio Escuela Orozco

Periodista de profesión, escritor por instinto, defensor de la cultura por vocación


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