El Principito un regalo del Festival de Cine Francés

Durante casi un mes se celebra en Cuba el 20 Festival de Cine Francés, un evento que nació gracias a la iniciativa de los cineastas y amigos Christopher Barratier y Nouredine Essadi, quienes siempre asisten a esta cita en La Habana.

Con el paso de los años, el Festival de Cine Francés ha transitado un largo camino hasta llegar a ocupar un lugar de preferencia en el público nacional. Además, se ha convertido en otra vía más para unir a dos pueblos a través de sus culturas.

La presente edición es la mayor que se ha celebrado en la Isla, con un programa de lujo, integrado por 30 largometrajes, entre obras de ficción y documentales. Para niños y adolescentes se exhiben cuatro largometrajes animados. Por primera vez se realizan proyecciones en todos los cines de la calle 23, además del Multicine Infanta y la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano.

En un encuentro con la prensa, la señora Frédérique Bredin, presidenta del Centro Nacional de la Cinematografía (CNC), comentó que en Francia se producen alrededor de 270 películas al año. De ellas 70 son coproducciones. El ciento por ciento de las salas está digitalizado y a ellas asisten 200 millones de espectadores al año. Se trata del mayor número de cinéfilos de Europa.

Frédérique Bredin anunció que su estancia en La Habana servirá para abrir nuevas puertas hacia la colaboración en materia cinematográfica entre ambas naciones. En ese sentido, la presencia en el Festival de Cine Francés de un animado como El Principito, considerado como el de mayor éxito de taquilla dentro de su género en el país en los últimos tiempos, obedece a la intención de establecer futuras colaboraciones con los Estudios de Animación del ICAIC.

El Principito (Le Petit Prince) —realizado por la filial francesa de Paramount Pictures y producido por Mikros Image, con sede en Montreal, Canadá—, es una versión animada de la novela homónima de Antoine de Saint-Exupéry.

Esta cinta de animación francesa, dirigida por Mark Osborne (Kung Fu Panda, More), obtuvo el César a la mejor película animada. En ella se combinan, de manera magistral y sin que se vean las costuras, la animación en 3D con el stop-motion por computadora y cuadro por cuadro, para diferenciar las dos historias paralelas que narra el filme.

La primera parte de la película se enmarca en la contemporaneidad y cuenta la historia de una niña pequeña que vive con una madre muy exigente, quien le demanda una constante preparación para insertarse en un mundo altamente competitivo. La pequeña descubre el libro de Saint-Exupéry a través de un anciano vecino, bondadoso y excéntrico, que se convierte en su mejor amigo.

Gracias a la amistad con este vecino que era aviador —suerte de alter ego del escritor que inmortalizó al pequeño príncipe en 1943—, la protagonista del filme emprende un viaje mágico al planeta de El Principito, el asteroide B612. Allí descubre la verdadera infancia y comprende el significado de la frase: “Sólo se ve bien con el corazón, porque lo esencial es invisible a los ojos”.

Es este un relato fílmico conmovedor que mueve las fibras más íntimas, lo mismo de grandes que de chicos. La obra critica males del ser humano como la vanidad, el egoísmo, la falta de solidaridad entre vecinos en los países capitalistas, el rechazo a las diferencias, la enajenación producto de un exceso de trabajo, ya sea físico o intelectual. Al final conduce a una gran reflexión: “el problema no es crecer, el problema es olvidar que fuimos niños”.

La música del filme fue compuesta por Hans Zimmer (Piratas del Caribe, El Rey León); el guion se debe a la maestría escritural de la británica Irena Brignull (Shakespeare in Love) y Bob Persichetti; la fotografía es de Kris Kapp, en tanto la música es interpretada por la cantante y compositora de pop francesa, Camille Dalmais.

Sin dudas, El Principito es uno de esos grandes regalos que trae el Festival de Cine Francés a Cuba. Muy positivo sería que los Estudios de Animación del ICAIC pudieran realizar una coproducción con el país galo a través del CNC.