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jueves, 3 de octubre de 2024

Cultura cubana, símbolos que develan el alma de una nación

A los tesoros que identifican y definen la cultura cubana se suma la figura en cera de Celina González, entrañable imagen de la cubanía...

Octavio Fermín Borges Pérez en Exclusivo 20/10/2015
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Por supuesto que son símbolos, pero de esos que identifican la entraña misma de un pueblo, como ese de escoger el 20 de octubre como Día de la Cultura Cubana, en referencia a la jornada de 1868, cuando se marca el definitivo nacimiento de esta nación, al entonarse, por vez primera públicamente, el Himno Nacional de Cuba, con texto de Perucho Figueredo —titulado entonces La Bayamesa— y arreglos musicales de Manuel Muñoz Cedeño, después que las tropas comandadas por Carlos Manuel de Céspedes tomaron la Ciudad de Bayamo.

Algunos no se ponen de acuerdo en definir el concepto de cultura, pero el más aceptado es aquel que engloba toda la creatividad humana en cualquiera de sus ámbitos.

Si nos atenemos a los términos de la historia, a los largos tiempos que requiere el desarrollo de cualquier proceso histórico-social, la nación cubana resulta un hecho reciente; pero no debe asumirse tal circunstancia a la ligera y los cubanos deben sentirse orgullosos de que en tan pequeño lapso hayan podido construir una identidad tan sólida e integral.

Porque, si con ojos acuciosos recorremos la trayectoria cubana y la comparamos con otros pueblos, veremos que en este privilegiado archipiélago vivimos similares avatares, conflictos, frustraciones, logros y creamos utopías que hicieron posible que hoy en todo el mundo cada cubano pueda decir con orgullo y dignamente que es un hijo de esta tierra.

Groso modo y solo observando los hitos que sobresalen en el período de 1868 a acá, y aun antes, hay que hacer referencia al dominicano Hatuey, primer hombre que ofrendó su vida por la soberanía de este pueblo. Después se le sucedieron toda una pléyade de mujeres y hombres —algunos venidos de otros sitios— que contribuyeron a crear la cubanía.

Dígase José Martí, Carlos Manuel de Céspedes, Mariana Grajales y su camada de cachorros libertarios, encabezados por Antonio Maceo; el dominicano Máximo Gómez y una lista que se haría interminable; todos ellos decidieron el destino de nuestras primeras luchas independentistas contra el imperial yugo español.

Habría que recordar antes al padre Félix Varela, el hombre que nos enseñó a pensar y a quienes junto a él conformaron ese legado intelectual que está en la misma base de la nacionalidad.

Tendríamos que hundirnos en la obra inabarcable de José Martí, uno de los asideros espirituales de los que cualquier nación de la Tierra estaría orgullosa; y saltando a trancos por la historia, detenernos en Fidel Castro Ruz y sus compañeros, quienes materializaron el ideal de una república independiente y soberana y le ofrecieron un singular proyecto de vida colectiva, una utopía a la cual la mayoría de los cubanos se niegan a renunciar.

En el ámbito de la creación artística y literaria, también los cubanos acunan verdaderos y envidiables tesoros: como los conceptos teóricos que aportó don Fernando Ortiz, uno de los grandes descubridores de las entrañas más auténticas de la cubanía.

Por ello, no es nada raro que a un cubano de cepa le vibre el alma cuando, por ejemplo, escucha las notas de La bella cubana de José White, La comparsa o Siboney, ambas de Ernesto Lecuona;  al ver las filmaciones del Cisne Negro bailado por Alicia Alonso, o detenerse en el Museo Nacional de Bellas Artes ante cualquier obra de los creadores bautizados como la vanguardia del siglo XX cubano, por mencionar solo algunos hitos.

Motivos tenemos, más que suficientes, para este 20 de octubre alzar la frente con gallardía y al rosario de ideas y cosas veneradas que cada cubano debe atesorar en su conciencia, añadir otro símbolo queridísimo cuando, ese día, en Bayamo, cuna de la nacionalidad, se devele, en cera, la figura de Celina González, en el único museo de ese tipo existente en Cuba.

Allí, ataviada de rojo y blanco, como acostumbraba vestir cuando cantaba esos otros himnos de la cubanía entrañable que son Santa Bárbara o Yo soy el punto cubano, estará La Reina de los Campos de Cuba, Celina González.

Entonces deberemos tributar eterna gratitud a la artista santiaguera Caridad Ramos, autora de esa estatua, por regalarnos otra perla única, de raro oriente, que los cubanos podrán mostrar como parte del enorme rosario de tesoros que por dentro lleva consigo cada cual que se considere como tal.


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Octavio Fermín Borges Pérez


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