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domingo, 6 de octubre de 2024

¿Cuál es el mejor motivo para vivir?

La más reciente entrega del cineasta Fernando Pérez, Últimos días en La Habana, habla de la amistad, pero ante todo de las razones por las cuales unos y otros vivimos...

Ana María Domínguez Cruz en Exclusivo 13/12/2016
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Últimos días en la Habana-Película cubana
Últimos días en La Habana, el más reciente filme de Fernando Pérez.

¿Cuál es el precio de decir siempre lo que se piensa, tal y como se piensa? ¿Acaso quedarse detrás, sin metas, solo regocijados con la compañía de los animales que no entienden de esas cosas? Yusisleydis me hizo pensar…, sobre todo porque su púber rostro en los últimos minutos de la más reciente película de Fernando Pérez, Últimos días en La Habana, se robó toda la atención, y su mirada, a punto de estallar en lágrimas, se clavaba en la mía. “A veces me dan tantas ganas de llorar… tantas ganas de llorar… que lloro”, dijo, y antes confesó que ya no decía todo tal y como lo pensaba, que en ocasiones prefería callar.

Y también está Miguel, al que le obsesionaba la idea de emigrar de Cuba hacia Estados Unidos, pero da igual fregar platos allá que aquí. Es la historia típica de quien se ahoga en su vida cotidiana en un sitio y cree que porque cambie de espacio físico cambiará de vida, cuando en realidad el cambio debe producirse dentro, muy dentro. Somos lo que somos dondequiera que estemos, y aunque seamos capaces de incluirnos en los esquemas sociales prediseñados, la felicidad se busca dentro, repito, muy dentro, y no en otra casa, otro barrio, otro país.

Por suerte, ahí estaba Diego, a quien su débil salud no le impedía ser bromista, conversador, imaginativo, sociable, intenso… Un homosexual enfermo de Sida, a quien su amigo Miguel cuida con dedicación y no con pesar, aunque a ratos lo parezca. Y pide celebrar su cumpleaños disfrutando de la imagen de un joven mulato, y pide que no sea el último cumpleaños, y ríe con él, y planea con su dinero alegrarle la vida comprándole un bicitaxi. La suya la pone en riesgo después, “no porque te vas del país, sino porque ya no aguanto seguir viviendo así”, le dijo a Miguel.

Y aunque Fernando Pérez anunció meses antes que esta cinta tenía “un argumento muy simple, basado fundamentalmente en la amistad verdadera, la que perdura”, yo vi un poco más. NO me interesa evaluar la película desde puntos de vista técnicos y estéticos. Yo me dejo llevar por la historia, buena o mala, y asumida con excelencia por los actores Patricio Wood (Miguel) y Jorge Martínez (Diego), acompañados por la interpretación no forjada en la academia de Gabriela Ramos (Yusisleydis).

Encuentro en esa trama la estela de una amistad perdurable, sí, pero sobre todo la necesidad de que siempre exista un motivo para vivir.

Si el de aquel es mudarse a otra latitud aunque su vida siga siendo estrecha y rutinaria, pues adelante… Sigue marcando puntos de la geografía foránea en un mapa y auxíliate del diccionario para mejorar tu mediocre lectura en inglés…

Si lo que te interesa es rodearte de animales y tener muchos hijos con tu novio, cuyo cuerpo está plagado de tatuajes de dragones japoneses, pues continúa con tu sueño aunque te enfrentes a tu madre y tu vida se reduzca a eso, y no estudies, no conozcas nada más, y el padre de tus hijos al final se aleje y te mande 50 CUC al mes para los culeros. Lo más importante es que seas honesta, y Yusisleydis salvó ese valor, tan escaso últimamente.

Si lo que prefieres es reírte con las películas, enterarte de los chismes del barrio, recordar tus picantes vivencias y parecer, incluso ante ti mismo, que no le temes a la muerte, adelante…. Que nada detenga los deseos de luchar por algo.

Y Últimos días en La Habana se me desdibuja un poco porque no creo que sea de las mejores entregas del Premio Nacional de Cine, a las que ya nos tiene acostumbrados. Sin embargo, es una vez más un filme conmovedor, reflexivo, expresivo en cada detalle y muy cubano, imposible de generar indiferencia en el público.

Que algún Coral le pueda ser entregado a la cinta, o a Jorge Martínez por su verosímil actuación, o a su propio director, será noticia de próximos días. Lo importante es que cada cual asuma como último cualquier día en La Habana y siempre luche, con vehemencia, por aquello en lo que cree. Ese es, sin dudas, el mejor motivo para vivir.


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Ana María Domínguez Cruz

"Una periodista cubana en mi tercera década de vida, dispuesta a deslizar mis dedos por el teclado".


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