En este enclave donde el mar y la arquitectura colonial se funden en un abrazo visual, la Bienal de La Habana se despliega con todo su esplendor, celebrando 40 años de historia y de expresión artística.
Cada rincón del centro es un testimonio de la riqueza cultural de Cuba, un escenario ideal para eventos de gran magnitud, y la Bienal, por su esencia visual, se beneficia de esta atmósfera única.
El corazón de este evento se encuentra en las inmediaciones de la Plaza de Armas, donde el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam acogió el acto inaugural y y queda instalada una de las principales exposiciones de la edición en cuestión, en esta oportunidad la colectiva Pequeñas historias sin nombre, en la que un grupo de artistas de varias nacionalidades rinden homenaje al dominicano Jorge Pineda, fallecido el pasado año.
A pocos pasos de distancia, la Plaza Vieja se erige como uno de los lugares más privilegiados de la Bienal. Aquí, el arte se respira en el aire, y las propuestas se entrelazan en un diálogo visual.
La Fototeca de Cuba, por ejemplo, cuenta por estos días y hasta que concluya el evento a finales de febrero próximo, con la exposición personal del venezolano Rodrigo Benavides Orinoco, Cubagua, Ayacucho. Encrucijadas y metáforas nuestras, así como con la titulada Superficies imaginadas, de Yutsil Cruz, de México.
Cruzando la plaza, el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales (CDAV) abre sus puertas a "Los otros caminos de la seda", una muestra colectiva que se alinea con el lema de este año, "Horizontes compartidos". Esta propuesta busca conectar tradiciones y modos de creación dispersos por el mundo, estableciendo puentes culturales que enriquecen la experiencia del visitante.
Mientras, en un espacio abierto de la Plaza Vieja, la escultura "Nube de madera" del alemán Martin Steiner, con sus impresionantes dimensiones de 8 metros de alto y casi 10 de diámetro, invita a la interacción. Los transeúntes son animados a escribir sus anhelos en los listones de la obra, transformando el arte en un espacio de diálogo y conexión humana.
Más allá, en la calle O'Reilly, la Casa Víctor Hugo presenta "Horizontes fluidos. Relatos y dislocaciones del video arte", una muestra que reúne obras de diez artistas y que invita a reflexionar sobre la fluidez y la multiplicidad de las narrativas contemporáneas. Mientras tanto, en la calle Mercaderes, la Casa de África se hace eco de las voces de 25 artistas afrodescendientes en la exposición "Visiones compartidas", una celebración de la diversidad cultural que caracteriza a la Bienal.
Cada rincón del Centro Histórico es un testigo de la efervescencia artística que inunda La Habana en estos días. Las exposiciones son extensas, cada una con su propia narrativa y su propio universo, invitando a los visitantes a explorar la parte más antigua de la capital cubana.
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