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viernes, 4 de octubre de 2024

Barbarito: voz de monte y raíz

Reconocido en el mundo como La Voz del Danzón, el inigualable intérprete matancero dejó un legado digno y trascendental que es preciso salvaguardar...

Bárbara María Vasallo Vasallo en Exclusivo 06/05/2016
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Yolanda Arencibia, especialista del Centro de Documentación de la Empresa Comercializadora de Artistas y Espectáculos Rafael Somavilla, de Matanzas, busca y encuentra entrevistas, reseñas y notas publicadas en revistas y periódicos en los cuales Barbarito Diez Junco (Bolondrón, Matanzas 1909-La Habana 1995) aparece como protagonista.

Para ella, que día a día descubre en sus archivos valiosa información de músicos y artistas cubanos y matanceros, Barbarito Diez, conocido en el mundo como La Voz del Danzón, dejó un legado digno y trascendental, por eso considera que en cada una de las interpretaciones de los jóvenes de la orquesta Miguel Faílde está presente también el homenaje al excepcional intérprete.

Aunque el músico nació en un ingenio de Bolondrón, municipio de Pedro Betancourt, en la occidental provincia de Matanzas, desde pequeño se trasladó con su familia para Manatí, y en el año 1937, ya en La Habana, se incorporó en la orquesta danzonera de Antonio María Romeu. A Matanzas volvió una y otra vez, y a Ceiba Mocha, cada 2 de febrero, por las celebraciones populares del Día de la Candelaria, no faltaba el tenor de amplias facultades vocales.

Todavía Luis Ortega Galera, especialista en comunicación de la Rafael Somavilla recuerda las presentaciones de Barbarito en festejos populares y carnavales de varios municipios matanceros, y aquella participación inigualable cuando en el año 1989 se celebraba el centenario del baile nacional y llegó a cantar al parque René Fraga, en la zona alta de la urbe de los ríos y puentes, y la gente acudió para escucharlo y aplaudirlo.

Ortega Galera considera que no se ha sido justo con el destacado músico en la tierra donde abrió sus ojos. “No hay un tarja en ningún lugar que le recuerde, las nuevas generaciones, entre tanta música extravagante, ni conocen de su existencia, y la radio tampoco hace honor a ese hombre que puso voz al danzón”.

Martiza Tejera García, periodista y coordinadora en Matanzas del suplemento cultural Yumurí, recuerda que llegó a casa de Barbarito a finales de la década de los 70 del siglo XX, en La Habana, para entrevistarlo. “Su vivienda era reflejo de su persona, pulcra, ordenada y él educado, de hablar bajo y modales caballerescos. Habló de Matanzas, de la música y de Olvido, tema de Miguel Matamoros, primera canción cantó.

“Contó varias anécdotas de su amistad con Benny Moré, su compadre. De sus viajes a Bayamo a las fiestas de los Reyes y de aquella última ocasión en que el Bárbaro del Ritmo estaba enfermo, y él preocupado le preguntaba cómo se sentía y el Benny le respondía: ‘Aquí bárbaro, tomándome un trago de los tuyos…’, mientras sacaba de los amplios bolsillos de su saco un puñado de caramelos”.

Maritza también piensa que deberían escucharse más los boleros y danzones del insigne cantante cubano, porque la trova tradicional, los sones y el danzón conforman la génesis de la cultura y constituyen un verdadero patrimonio musical.

Piezas como Lágrimas negras, Veinte años, Perla Marina, Ausencia, Longina, Una rosa de Francia, Las perlas de tu boca, Si llego a besarte y otras muchas, tuvieron y tienen otros intérpretes; pero el sello único que imponía la voz inalterable de Barbarito Diez es difícil de igualar.

Ojalá que en algún momento, en cualquier esquina de las empinadas calles de Matanzas por donde transitó, alguien descubra una señal que indique que el matancero ilustre pasó por allí. Ojalá que algún aula de la escuela de música, a orillas del emblemático río San Juan ampare el nombre de Barbarito, y los que lleguen después pregunten quién fue y otros puedan responder…

En el año 1989, en el periódico Granma, el poeta, escritor y etnólogo cubano Miguel Barnet escribió para la eternidad: “Si alguien ha cantado para todas las generaciones es él. Sea su voz de palo de monte como una raíz de cuya savia se nutren los sones de la Patria”.


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Bárbara María Vasallo Vasallo


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