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lunes, 18 de noviembre de 2024

¡Aviso de estafa!

Si alguien tiene dudas del país que cierta disidencia quiere construir sobre "las ruinas de la dictadura comunista, totalitaria e incompetente" debería darse una vuelta por ese aquelarre...

Félix A. López en Exclusivo 14/08/2021
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CUBA JOSÉ MARTI ARES
Pobre de José Martí si en la preparación de la guerra necesaria hubiese tenido que lidiar con Otaola en Miami, Yotuel en Madrid y Archipiélago en La Habana (Ilustración: Ares/Tomado del Muro de Félix López)
Por una conocida y querida actriz supe de la existencia de un grupo llamado Archipiélago en esta red social. Ella, que había sido invitada, se salía ante el imperativo de un participante de sacar (otra vez) a unos cubanos a las calles. Lo primero que hice fue buscar dónde vive el patrocinador de la rebelión digital. Escribe desde Miami. Pero el promotor del grupo (el autor de la idea original) está en La Habana. En cinco días se sumaron unos 7000 participantes.

¿Cuántos de ellos viven en la isla? ¿Cuántos abrazan el proyecto personal del creador del grupo? ¿Cuántos quieren lo mejor para Cuba? Todas esas preguntas son necesarias para valorar el alcance de esta propuesta. He pasado por allí 48 horas. Si alguien tiene dudas del país que cierta disidencia quiere construir sobre "las ruinas de la dictadura comunista, totalitaria e incompetente" debería darse una vuelta por ese aquelarre.

Debe ser un ejercicio muy duro para alguna gente inteligente, letrada y patriota que conozco codearse con tanto vándalo digital, anexionista confeso, instigador de invasiones y de violación de la soberanía nacional. Alguno ha dicho que es necesario en aras de la unidad. Y uno se pregunta cómo pueden unirse los abanderados de "con todos y para el bien de todos" y los que gritan "invasión ya"... El propio creador del grupo da luces sobre este dilema existencial. Un archipiélago es una confluencia de islas. Y el archipiélago que nos proponen está basado ("inicialmente") en el caos.

En sus primeros cinco días el muro se ha llenado de encuestas de todo tipo, un intento de elección de moderadores (ante el llamado de algunos a censurar "infiltrados" y disimular el descaro anexionista), aviso de paro nacional, aviso de una marcha después de la pandemia, aviso de un plebiscito que pregunte ¿cambio o continuidad? (sugiero también ¿patria o anexión?), aviso de rescate de la Constitución del 40, aviso de "la Internet gratis, regalo de Biden", avisos de muchos que se largan del "egochipiélago"…, y todo eso sazonado con mucho anticomunismo, expresiones de odio y una guerra campal contra las opiniones disonantes.

Pobre de José Martí si en la preparación de la guerra necesaria hubiese tenido que lidiar con Otaola en Miami, Yotuel en Madrid y Archipiélago en La Habana. La oposición de un grupo a la revolución cubana (que es real, existe y tiene un plan) debe acabar de entender que no es de la mano del extremismo mayamero o madrileño (VOX mediante) que se cumplirán sus objetivos. Mucho menos si sus líderes, organizadores o neocaciques se vinculan al enemigo histórico de Cuba.

Todo el que presente un "proyecto de país" o un monólogo personal con esos dos componentes está condenado al fracaso. No lo digo yo. Está demostrado en la saga de la oposición insular, que ya había tenido en el pasado algunas cabezas sin brillo, pero nunca antes alguien que le pusiera un poco de dramaturgia al asunto. Dicho esto, les aviso que se ha corrido el telón de una obra donde no se mencionan al MSI y al 27N, con banda sonora que evita el Patria y Vida, con diversidad de actores en escena y un intento de caotizar las emociones del público asistente. La primera impresión (y es muy personal) es la del espectador estafado. Han dicho Archipiélago y esa palabra le queda grande a la cabeza de playa que se nos ofrece.


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Félix A. López


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