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martes, 1 de octubre de 2024

A mi esposa le ha nacido un nenúfar en un pulmón

La espuma de los días es una película surrealista, donde el París de fantasía deviene entonces sustento a la cruda realidad...

Diany Castaños González en Exclusivo 31/03/2015
4 comentarios

Hay realizadores cuyo estilo termina trascendiendo los límites de su obra; realizadores que devienen punto de partida de movimientos que se extienden por los territorios del séptimo arte. Ese es el caso de Michel Gondry, director de cine francés con un gusto marcado por todos aquellos efectos especiales que no incluyen computadora.

Michel Gondry se convirtió a finales del siglo XX en el principal portavoz de un movimiento que, desde la nostalgia, reivindicaba la creatividad de la era predigital: un tiempo en el que el cine fantástico era básicamente una empresa artesanal, basada en la invención de escenarios imaginarios e ilusiones táctiles; que abogaba por el cartón piedra, los trucajes analógicos y los primitivos juegos con el montaje.

Así, después de un periplo por las aguas del cine más realista en The We and the I y por la fallida The Green Hornet, Gondry adapta una novela que le viene como anillo al dedo: La espuma de los días, del escritor francés Boris Vian, un libro de culto entre los jóvenes de Europa, pero bastante desconocido en el mundo literario latino.

La historia se centra en Colin (Romain Duris), un joven parisino que vive en un fabuloso apartamento con su chef Nicolás (un Omar Sy que será recordado para siempre por Los intocables). En una fiesta, Colin se reúne con Chloe (Audrey Tautou, conocida mundialmente por Amelie). Los primeros encuentros de la pareja –patinaje en una pista de hielo donde se dice la interjección “Ay” en veinte y siete idiomas distintos, un viaje a través de París en una cápsula con forma de nube- están tan caprichosamente concebidos, que no hacen sino puntear desde un inicio que Gondry está más interesado en el desafío técnico -mostrar extremidades alargadas, zapatos con mente propia, etc.- que en centrarse en el desarrollo emocional de los personajes.

Porque se deja enteramente a las actuaciones de Duris y Tautou sugerir un amor que los haga desear casarse y, más aún, que lleve a Duris a una entrega total y sacrificada cuando ella enferma, justamente en la luna de miel del matrimonio, nada más y nada menos porque empieza a crecerle un nenúfar en un pulmón. Para pagar las facturas médicas de su esposa enferma, Colin debe emprender una serie de trabajos estrambóticos e ilógicos, mientras que los amigos de ambos –entre ellos, el talentoso Nicolás, y Chick, gran fan del filósofo Jean-Paul Sartre- comienzan a desaparecer.

La espuma de los días es una película surrealista, donde el París de fantasía deviene entonces sustento a la cruda realidad –esa sí, totalmente posible en el mundo cotidiano- de lidiar con un padecimiento grave, tanto desde el punto de vista del enfermo, como del cuidador. A pesar de toda la ilusión y ensueño que recubren a la historia, la película es un espejo de ese escenario que agota y extirpa de magia al mundo.

Porque así como el chef Nicolás envejece diez años en ocho días y la casa de Colin se oscurece a cada minuto, el mucho atractivo visual de la película no puede contener la gran carga sentimental que significa ver morir a alguien que se ama. El universo surrealista y a veces disparatado que se evoca en La espuma de los días es profundamente irreal, como lo son sus caricaturescos personajes, pero existe.

Audrey Tautou se coloca en su pecho flores que se marchitan a los pocos minutos, símbolo de la podredumbre física en su interior. ¡Se ve entonces tan frágil, tan delicada en cada pestañeo! Romain Duris, por su parte, se percibe cómodo trabajando con Tautou (ya han estado juntos en El albergue español, en el año 2002 y en, la más reciente, en el 2013, Nueva vida en Nueva York). La confianza que yace entre estos dos actores hace creíble, entre tanta dosis de ensoñación de esta película fantasiosa, el sacrificio de este esposo por su compañera enferma.

Quizás algo a señalar sería que la mezcla de animación, stop-motion y efectos mecánicos de La espuma de los días no se toma el tiempo para establecer el tono y la atmósfera adecuados para esta cinta, o sea, aquellos que permitan que estos elementos coexistan armoniosamente y que realicen una mezcla homogénea.

Pero, más allá de este hecho, La espuma de los días deviene adaptación en extremo creativa de uno de los libros más representativos del existencialismo francés, en donde conceptos como el amor, la muerte, el drama y la enfermedad se ligan -con éxito- a la fantasía.


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Diany Castaños González

A aquella muchacha le gustaba acostarse soñando imposibles, hasta que despertó una mañana segura que, durante la noche, había dormido apoyando su cabeza sobre el ombligo de Adán.

Se han publicado 4 comentarios


Lbet
 1/4/15 13:30

Todas las peliculas filmadas en paris son hermosas

Ariel
 1/4/15 13:27

me ha gustado el titulo de este escrito

Mary C
 1/4/15 13:01

Debe ser muy buena película, audrey es muy buena actriz

M. M
 1/4/15 12:22

Buenos dias yo he leido el libro esa cuando era joven y me pregunto como seria leerlo ahora o ver la pelicula. fue un libro que me impacto mucho.

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